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lunes, 24 de diciembre de 2007

El nacionalismo como fuerza desintegradora



Bélgica, después de 196 días tras las elecciones legislativas, tiene un nuevo Gobierno. Pero interino, puesto que la gran amalgama de partidos nacionalistas flamencos y francófonos ha sido imposible concordar un nuevo gobierno pos las presiones de Flandes de aumentar las autonomías regionales, vaciando el poder central de cuantas más competencias mejor, y así tener a la vuelta de la esquina una futura independencia de Flandes.

Flandes es ahora la región más rica y poblada de Bélgica frente a Valonia, más pobre y menos poblada. Las dos comunidades, de hablas distintas, viven a la espalda una de la otra. Flandes como región más rica está cansada de que su dinero vaya a parar al desarrollo valón. La solidaridad no funciona. El socialismo belga está bajo mínimos, vendiéndose al espíritu desintegrador y dividiéndose igualmente en dos partidos, cada uno soportando como puede al resto de partidos de derecha o extrema derecha como el Flaams Velang.

Bélgica no puede ser modelo para España. ¿Cuales son las regiones ricas de España? Cataluña y País Vasco entre otras, las dos con un fuerte nacionalismo, pero únicamente de menos de la mitad de la sociedad. En las dos prima para su nacionalismo la idea de haber sido expoliados por el “malvado” Estado español y de negarse a contribuir al desarrollo de otras regiones españolas como Galicia, Andalucía, Castila o Extremadura que necesitan de inversión para estar a la par con estas regiones más ricas y dotar a España de una uniformidad económica y de desarrollo. Algo que es una verdadera política de izquierda y que muchos no defienden.

Quedamos al ir y venir de partidos nacionalistas de diverso cuño pero con una misma máxima: arrancar todo el dinero posible para sus regiones. Cuando oigo hablar de nacionalismos de izquierda no se puede evitar hacer una sonrisa de incredulidad. El nacionalismo es una antigualla liberal del siglo XIX y ahora un movimiento reaccionario, insolidario, y de historia inventada allá donde no existe una “nación” oprimida (que diga alguien en qué España oprime a Cataluña o a Euskadi, en qué Francia oprime a Bretaña o Córcega, en qué Italia oprime a la denominada “Padania”…) Nacionalismos como el kurdo que sufre opresión de Turquía, de Irán y cuando Saddam Hussein; el irlandés que también tenía que luchar contra el terrorismo paramilitar del unionismo (no por ello defendiendo la violencia del Sinn Fein contra gente inocente), son necesarios en cuanto liberen a sus regiones del control despótico de gobernantes ajenos a ellos.

El gobierno de España no puede depender de nacionalistas en tanto que ellos no renuncien a un comportamiento egoísta y aboguen por política seria de verdad y acepten la realidad plural e integrante de España como nación de todos, no por sólo motivos históricos sino por ser nación con voluntad de dotar a sus ciudadanos de conceptos como la libertad, la igualdad, la justicia social y el desarrollo de sus regiones para alcanzar el bienestar.

Necesitamos que el nacionalismo tome en cuenta su posición, o prescindir de él, y dotar al país de una mayoría clara libre de nacionalismos: la mayoría de la izquierda. Puesto que la izquierda española es el único segmento no nacionalista, la derecha representa a un caduco y reaccionario nacionalismo español y centralista, igual que los periféricos, cegado en pasados gloriosos y fantasías inventadas.

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