El poder une, y mucho. Pero lo que más desgasta no es el gobierno, sino la oposición. Y la derecha está dando el mejor ejemplo de ello. No es natural que la derecha, que siempre ha vivido bajo diversas corrientes, permanezca unida. En Suecia, donde gobierna una amalgama derechista, existe el Partido Moderado, el Partido Democristiano, el Partido Liberal y el Partido del Centro. En Italia la derecha berlusconiana se compone de la ultraderechista y racista Liga Norte, de la ex fascista Alianza Nacional, los populistas liberales y conservadores de Forza Italia y desgajados de ellos la Unión Democristiana de Centro. Lo más normal que pueda existir son dos partidos de derechas, uno conservador y democristiano y otro liberal. En España desde la caída de la UCD y la desaparición electoral del CDS el Partido Popular ha aglutinado en su seno a los liberales, a los centristas, a los democristianos y a la extrema derecha.
Hasta ahora.
Porque ahora que se hallan en la oposición y Aznar dejó su caudillaje de la derecha se han quedado sin pegamento que los una. Rajoy lleva la marca de haber dejado al partido de mayoría absoluta a la oposición y de no ejercer liderazgo claro tras someterse a las presiones de Aguirre en el caso Gallardón y a ser la voz política de la voz mediática de la COPE-El Mundo: el conglomerado conservador. Es fácil para todos ver que no era eso lo que quería, que él no ha mandado nunca, y que ahora es cuando quiere mandar y librarse de esa panda de radicales de derechas, autodenominados liberales, que obstaculizan, según su idea, la moderación que es clave para ganar al socialismo.
En la derecha puede haber corrientes, pero más que nada son pequeños caudillos y su clientela política, escudados en una ideología determinada. Ahora que no está Aznar y que Rajoy es (más) débil y que está decidido a eliminar a los alternativos, se han puesto en pie de guerra, y a retirarle su apoyo. Ya se han “reciclado” Acebes y Zaplana. Ya se ha alzado Aguirre como voz crítica, pero una voz cobarde porque no se atreve a presentarse por el miedo al desgaste de su posible derrota frente a Rajoy. Aguirre ha cometido un error por no ser capaz de dar un paso adelante y se ha estrellado sin quererlo. San Gil ha decidido darle con la puerta en las narices por no aceptar sus imposiciones sobre los nacionalismos, y ahora Ortega Lara ha decidido borrarse del partido. Poco a poco el conglomerado conservador se ha ido desgajando y el partido (sector Rajoy) perdiendo sus apoyos mediáticos (COPE) y sociales (AVT) a favor del PP-S.A. (Sector Aguirre, aunque por su afán privatizador bien podría ser Sociedad Anónima).
Yo creo que Rajoy poco a poco se ha ido quedando en un callejón sin salida, desgastado por estas huidas. Y precisamente ha tenido que refugiarse en el sector moderado (no diré centrista, no me creo que estos tengan algo de centrismo, más bien de táctica conservadora) de Gallardón, Feijóo… sector al que antes del 9-M laminó por presión del sector ultra, como hizo con Piqué. La verdad es que se ha refugiado en los brazos del lobo de Gallardón. Otro cobarde como Aguirre, por cierto. Ella se acobarda para ser alternativa y él amaga con renunciar por no ser diputado y no ha tenido el valor de irse y dejarles con el palmo en las narices. Pero Gallardón sabe muy bien que apoyando a Rajoy puede tener lo que quiere frente al sector ultra: la ansiada sucesión.
El futuro congreso conservador será un partido dividido, pensionado y quizás al borde de la ruptura. Porque el combate se dirime entre moderados y ultras, y quien pierda no podrá soportar al ganador.
Por mí, que cada uno se haga su partido y se dirija a sus votantes de derechas quién es más apoyado. Mientras, que a la izquierda la deje gobernar. Y disfrutar del combate. ¡Quién diría que veríamos a peperos manifestándose contra el PP!
Hasta ahora.
Porque ahora que se hallan en la oposición y Aznar dejó su caudillaje de la derecha se han quedado sin pegamento que los una. Rajoy lleva la marca de haber dejado al partido de mayoría absoluta a la oposición y de no ejercer liderazgo claro tras someterse a las presiones de Aguirre en el caso Gallardón y a ser la voz política de la voz mediática de la COPE-El Mundo: el conglomerado conservador. Es fácil para todos ver que no era eso lo que quería, que él no ha mandado nunca, y que ahora es cuando quiere mandar y librarse de esa panda de radicales de derechas, autodenominados liberales, que obstaculizan, según su idea, la moderación que es clave para ganar al socialismo.
En la derecha puede haber corrientes, pero más que nada son pequeños caudillos y su clientela política, escudados en una ideología determinada. Ahora que no está Aznar y que Rajoy es (más) débil y que está decidido a eliminar a los alternativos, se han puesto en pie de guerra, y a retirarle su apoyo. Ya se han “reciclado” Acebes y Zaplana. Ya se ha alzado Aguirre como voz crítica, pero una voz cobarde porque no se atreve a presentarse por el miedo al desgaste de su posible derrota frente a Rajoy. Aguirre ha cometido un error por no ser capaz de dar un paso adelante y se ha estrellado sin quererlo. San Gil ha decidido darle con la puerta en las narices por no aceptar sus imposiciones sobre los nacionalismos, y ahora Ortega Lara ha decidido borrarse del partido. Poco a poco el conglomerado conservador se ha ido desgajando y el partido (sector Rajoy) perdiendo sus apoyos mediáticos (COPE) y sociales (AVT) a favor del PP-S.A. (Sector Aguirre, aunque por su afán privatizador bien podría ser Sociedad Anónima).
Yo creo que Rajoy poco a poco se ha ido quedando en un callejón sin salida, desgastado por estas huidas. Y precisamente ha tenido que refugiarse en el sector moderado (no diré centrista, no me creo que estos tengan algo de centrismo, más bien de táctica conservadora) de Gallardón, Feijóo… sector al que antes del 9-M laminó por presión del sector ultra, como hizo con Piqué. La verdad es que se ha refugiado en los brazos del lobo de Gallardón. Otro cobarde como Aguirre, por cierto. Ella se acobarda para ser alternativa y él amaga con renunciar por no ser diputado y no ha tenido el valor de irse y dejarles con el palmo en las narices. Pero Gallardón sabe muy bien que apoyando a Rajoy puede tener lo que quiere frente al sector ultra: la ansiada sucesión.
El futuro congreso conservador será un partido dividido, pensionado y quizás al borde de la ruptura. Porque el combate se dirime entre moderados y ultras, y quien pierda no podrá soportar al ganador.
Por mí, que cada uno se haga su partido y se dirija a sus votantes de derechas quién es más apoyado. Mientras, que a la izquierda la deje gobernar. Y disfrutar del combate. ¡Quién diría que veríamos a peperos manifestándose contra el PP!
Muy buena reflexión y muy bien articulada.
ResponderEliminarDifiero de tí en cuanto al trato que esta recibiendo la ejecutiva actual en La Rioja.
Por parte de algunos en vez de aliados a tenido a sus principales detractores, esto es penoso máxime cuando en La Rioja la pelea diaria se hace más difícil por razones varias.
Agradezco como militante tu manera de escribir , siempre , con una exquisited en las formas.
Salud y Progreso.