Carmelo González, adalid del bilingüismo y de la libertad, por parte de la derecha mediática en su cruzada contra los catalanes, se está viendo entre la espada y la pared de sus planteamientos con sus hechos. Su mujer le ha pedido el divorcio y la custodia de los hijos alegando que está obsesionado: le acusa de no permitir relacionarse a sus hijos con quien hable catalán y criticarla por organizar un cumpleaños en un centro que sólo se anuncia en catalán.
Lejos de emitir un juicio sobre la veracidad de las acusaciones para fundamentar el divorcio, lo que está claro que siempre hay algo de verdad en los hechos, y, en algún grado, González, al igual que otros tantos ciudadanos, corrientes o con micrófonos en las manos, ha llegado al extremo de pretender enemistar a los ciudadanos por regiones, de el resto de España contra los ciudadanos de Cataluña y contra una lengua de España como es la lengua catalana. ¿Dónde está ahora ese pretendido fascismo? En la región donde se viva hay que aprender la lengua propia. ¿Sería lógico vivir en Francia sin pretender aprender francés? Lo mismo en España: sería ilógico vivir en Cataluña sin pretender aprender las dos lenguas cooficiales: castellano y catalán.
Lejos de emitir un juicio sobre la veracidad de las acusaciones para fundamentar el divorcio, lo que está claro que siempre hay algo de verdad en los hechos, y, en algún grado, González, al igual que otros tantos ciudadanos, corrientes o con micrófonos en las manos, ha llegado al extremo de pretender enemistar a los ciudadanos por regiones, de el resto de España contra los ciudadanos de Cataluña y contra una lengua de España como es la lengua catalana. ¿Dónde está ahora ese pretendido fascismo? En la región donde se viva hay que aprender la lengua propia. ¿Sería lógico vivir en Francia sin pretender aprender francés? Lo mismo en España: sería ilógico vivir en Cataluña sin pretender aprender las dos lenguas cooficiales: castellano y catalán.
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