Italia está en crisis. No sólo económica, sino también política. ¡Para variar! Por un lado, siempre que Berlusconi ocupa el poder la economía italiana se hunde o se ralentiza más, sin olvidarnos de sus famosas leyes para protegerse de todas sus acusaciones de corrupción. Por otro, la izquierda italiana no ha levantado cabeza.
El eterno problema que padece Italia es su propensión a la implosión de sus partidos. Basta con saber qué fue de la Democracia Cristiana y el anterior PSI. Ahora en la derecha eso ya no se da, al menos con tanta fuerza, porque la derecha ha aprendido la lección: la unión hace el poder. En la izquierda, la unidad en el Partido Democrático sigue siendo difícil, los pequeños jefes de corrientes no han desaparecido. El director del diario La Repubblica, Ezio Mauro, lo resume así, según recoge El País: "El problema es que el Partido Demócrata no ha sabido aprovechar la fuerza de las primarias. Ha fundido las nomenclaturas de católicos y ex comunistas, pero no las ideas, y anda inmerso en unas luchas internas de jefes y jefecillos que no interesan a nadie. La tragedia es que no hay debate real, no hay ideas, sólo una sorda batalla por el poder. Y el gran problema es que Veltroni no pronuncia la palabra izquierda".
La intriga: ¿por qué? ¿Por qué le cuesta tanto a un antiguo comunista decir "sinistra"? La oposición al régimen berlusconiano corre a cargo de Antonio di Pietro, jefe de Italia de los Valores, y antiguo mazo contra la corrupción en el proceso Manos Limpias. ¡Hasta de la Iglesia! Todos denunciando la intolerante política inmigratoria.
Lo peor es que Berlusconi, pese a haber ganado y perdido el poder, pese a estar enfangado en la corrupción, ¡gana popularidad! Ha sabido que el filón es la política inmigratoria. Da igual que la economía italiana se hunda, da igual que los servicios públicos se degraden, da igual que la burocracia lo absorba todo, porque siempre están los inmigrantes, y más aún, los gitanos y rumanos, para desviar la atención. Berlusconi está practicando una doble política, distinta para norte y sur: en el Mezzogiorno, ha sucedido a la Democracia Cristiana en clientelismo e intercambio de favores; en el norte, vende seguridad y prosigue sus buenas relaciones con la xenófoba y secesionista Liga Norte; en ambos da una imagen de gobierno fuerte, frente a una oposición debilitada.
Para sembrar más división en la izquierda, Veltroni organiza su manifestación alternativa a la de Di Pietro, en la Plaza Navona, contra la ley para librar a Berlusconi de sus juicios pendientes. Según reconocen hasta en sus filas, el PD está lamentando aún la credibilidad perdida en el Gobierno de Prodi.
La opción que plantea Mauro es que el centro-izquierda no renuncie a la "izquierda": "Se necesita un esfuerzo cultural, más que político. Se trata de crear una nueva cultura, un discurso moderno, occidental y europeo, alternativo al pensamiento único dominante. La gente ya no se siente parte de un colectivo, hay que ofrecerle un proyecto fuerte. Pero Veltroni piensa que la izquierda ya no sirve para hablar a los italianos. Si el poder de Berlusconi es de derecha al cuadrado, ¿cómo puede no haber una izquierda enfrente? El PD debe hablar desde la izquierda, igual que hicieron Zapatero y Blair". ¡Recordemos la ilusión que tenía la izquierda italiana con el socialismo de Zapatero!
Como señala Mauro, la propaganda oficial ha conseguido confundir inmigración con delincuencia, más la crisis, la desigualdad económica y la destrucción de la justicia por parte de Berlusconi no merece el silencio.
ya te dije que el partito democratico de veltroni carecía de la palabra sinistra o izquierda. como te dije la vez pasada, a que organizacion internacional se afiliaran? ya veremos si es entonces cuando maten definitivamente a la izquierda en el partito democratico.
ResponderEliminarOier Garmendia
Yo creo que El País hace mucho tremendismo en muchas cosas sobre la izquierda, quizá para alertarnos de los peligros que trae el silencio. No me creo que todos en el Partido Democrático estén de acuerdo con quedarse de brazos cruzados y renunciar a la palabra izquierda. De todos modos la organización internacional no es lo más importante a la hora de configurar la ideología, pero sí sería bueno que participara en la Internacional Socialista.
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