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jueves, 9 de octubre de 2008

La Dictadura de Aguirre (VII): Aguirre o la cólera de la privatización

Aguirre no es querida en el sector sanitario, ni su consejero de Sanidad, el yerno de Carlos Fabra, Juan José Güemes. Los dos son los adalides de la destrucción de la salud madrileña, no solo de la salud física del ciudadano, sino de la salud política de esta región y de la salud intelectual, pues encarnan una ideología muerta, que en Madrid sólo se sostiene por una razón: quien lo mantiene es el Estado.

Ya va más de media docena que Güemes es abucheado, y con razón, en sus visitas a los hospitales, todos aquellos que ya cuentan con gestión privada, les falta poco, o directamente pretende privatizar y regalarlo a sus amigos empresarios. Y abucheado tanto por pacientes como por el personal. El otro día El País denunciaba que se había dejado a un cadáver en una sala sin refrigeración, con fregonas, botes de pintura... así son las condiciones a las que se enfrenta la sanidad: la Comunidad no proporciona una sanidad decente, ésto es la opción que da a quien ha fallecido, el olvido junto a la fregona. ¿No defendían el respeto a la vida? Se les acaba el respeto en cuanto mueren, luego, que el personal médico se las ingenie.

Ahora, toca el turno de la represión política. Esperanza Aguirre, Gran Hermana de esta región de Madrid, se atreve a señalar con nombres y apellidos los "desafectos" sindicales a su arbitrariedad política. Oh, que malos son los sindicalistas porque además están liberados y no desempeñan su trabajo para en su lugar ejercer un sindicalismo "malo" contra el Gobierno. A lo mejor Aguirre, tan liberal ella, quiere exactamente igual el liberalismo de 1812. Y eso conlleva que la asociación es ilegal. Porque básicamente para ella todo lo que esté en contra de su desgobierno debería ser ilegal.

Pues ya sabe que hay medio Madrid en riesgo de caer bajo la ilegalización y privatización a la que la Gran Hermana nos quiere someter.

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