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lunes, 2 de marzo de 2009

El Estado liberal (III)


“(…) un Estado burocrático dominado por una oligarquía que se renueva por cooptación”.


Estado, gobierno y sociedad”, Bobbio


Si la revolución liberal inició un ciclo, demoliendo el Antiguo Régimen, permitiendo el desarrollo de la crítica, la libre conciencia y ampliándose a capas más grandes de la sociedad, ¿qué ha pasado? ¿Se ha truncado ese desarrollo? ¿Fue la revolución liberal la ruptura con las cadenas de la opresión, el inicio a un camino de libertad?


Porque ha habido una clara regresión, o un estancamiento, en ese proceso emancipador. El liberalismo acabó la dominación del rey y del estamento privilegiado, pero la burguesía, al ser elevada a clase dominante, acabó por fundirse y aliarse con los viejos dominantes. Había poder suficiente para todos. ¿Poder? ¿Negocio? Marx declaró que la burguesía perdió su ardor revolucionario. Una vez construida su obra, el Estado liberal, se tornó en clase conservadora.


Como clase revolucionaria fue sustituida por el proletariado. El socialismo utópico, anarquista, democrático o marxista fueron sus doctrinas. Todas, en común, tenían como ideal ahondar en la libertad, para que tuviera un carácter universal y llevara consigo la igualdad, no sólo jurídica, sino real. Porque el liberalismo proclamaba la libertad individual para que cada uno se marcase su camino. Pero, ¿quién es libre dependiendo económicamente de otro sujeto? Se proclamaba el fin de la vieja, autoritaria y limitadora, solidaridad gremial, por una lucha individual, una ley de la selva, una hobbesiana lucha de todos contra todos por alcanzar lo máximo: la felicidad es igual a riqueza, a la propiedad, y con ello el reconocimiento social.


Así, simplemente, suena perfecto. Pero, ¿tiene sus contrapartidas? Sí. Es una lucha, y toda lucha tiene vencedores y vencidos. ¿Cómo podrían llegar los más pobres a ser los más ricos? ¿Con toda una vida trabajando con salarios de miseria y 80 horas de trabajo semanal? No, porque sólo a costa de un gran sacrificio, y quizás de varias generaciones si no hubiera un golpe de suerte, se llegaría a poco, muy poco. Otros optaron por la inmigración, y a algunos les fue bien, porque en América había riquezas sin explotar y mucha demanda de mano de obra.


Si se llegase a ese éxito económico, equivale a convertirse en un igual de los dominantes, un burgués; cambiar de bando en la lucha, de luchar por ganar a luchar por conservar. El sistema se mantendría así eternamente, pero siempre alguien arriba y alguien abajo. La igualdad burguesa era así una gran mentira, un engaño para legitimar el poder y el Estado burgués.

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