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lunes, 9 de marzo de 2009

La lucha al Estado democrático (IV)


Confieso que no me entusiasma el ideal de vida que nos presentan aquellos que creen que el estado normal del hombre es luchar sin fin para salir de apuros, que esa refriega en la que todos pisan, se dan codazos y se aplastan, típica de la sociedad actual, sea el destino más deseable de la humanidad”.


John Stuart Mill


El socialismo, entonces, se alzó como la doctrina que pretendía acabar con las injusticias del Estado liberal. El socialismo sólo se puede entender con el liberalismo, como derivación del liberalismo y mejora del liberalismo. La superación. El paso siguiente.


Marx dijo que el proletariado haría la revolución en nombre de la inmensa mayoría, que la dictadura del proletariado sería la alternativa a la dictadura de la burguesía, como paso previo a la sociedad sin clases y sin Estado. El Estado era el aparato de represión de la burguesía dominante contra el proletariado dominado.


Los partidos obreros, más que a la revolución violenta, jugaron la carta del reformismo parlamentario. Y se consiguieron mejoras, o se llegó pacíficamente al gobierno, como en Suecia a inicios de los años treinta. En ese juego adoptaron implícitamente el revisionismo de Berstein o las tácticas de Kautsky, al tiempo que se mantenía el lenguaje revolucionario. Esta doble práctica posibilitó la labor de la socialdemocracia para la democratización del sistema al tiempo que la idea de revolución y sociedad socialista permanecían como el futuro categórico.


¿Qué pretendían aquí? Bernstein sostenía que la revolución, aunque no se debía renunciar a ella, sin embargo sí debía alejarse, “por si acaso”, debió pensar, mientras la socialdemocracia se metía de lleno en la lucha por la democratización y la cuestión social. Kautsky, en cambio, nunca abandonó la idea de revolución. Esta siempre seguía allí, llegaría cuando las condiciones subjetivas estuvieran maduras. Mientras, la labor socialdemócrata sería la lucha parlamentaria y la educación de las clases trabajadoras. ¿No convergen en algún punto estos dos próceres del socialismo, que una vez lideraron corrientes divergentes pero unidas?


El socialismo, tal como lo veían, tal como lo veía Pablo Iglesias, era la superación del liberalismo, partiendo de él, conociéndolo (Quienes contraponen liberalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo). Los partidos socialdemócratas cumplían esa misión hacia la democracia y hacia la libertad.


Hasta la gran fractura…

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