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jueves, 16 de abril de 2009

Nuevo Gobierno, nuevas fuerzas

Manuel Chaves, Trinidad Jiménez, Ángel Gabilondo, José Blanco, Ángeles González-Sinde. Éstas son las nuevas caras del Gobierno de abril de Zapatero, el que debe ser el Gobierno de las fuerzas renovadas para aguantar y salir de la crisis económica. Atrás quedan Solbes, César Antonio Molina, Bernat Soria, Mercedes Cabrera y Magdalena Álvarez.


El actual sistema democrático ha cogido un vicio: aunque la Constitución sanciona un régimen parlamentario, la verdad es que la práctica política ha derivado en un presidencialismo encubierto. Antes, el Gobierno de la nación estaba en su mayoría controlado por independientes al Partido Socialista, progresistas pero elegidos por Zapatero. Ahora, Zapatero sabe que ese presidencialismo exagerado puede hacerle recaer sobre él todas las responsabilidades del Gobierno y, con acierto, ha incorporado al Partido Socialista al Gobierno. Los pesos pesados del socialismo, como Chaves o José Blanco, han entrado como ministros, sumándose a Carme Chacón. Otro miembro del equipo de la Nueva Vía, como Trinidad Jiménez, también.


Más Eduardo Madina, como número dos del grupo parlamentario socialista, se dan los pasos necesarios para aunar los pesos potenciales del socialismo con los nuevos que vienen, y que seguro que darán mucho que hablar en el futuro. En el socialismo les espera un gran futuro a todos aquellos que vienen cargados de mérito e ideas potentes, más que de puestos o favores.


Además, Zapatero consigue la necesaria renovación en Andalucía. Porque si bien el socialismo sigue siendo fuerte en el sur y aún capaz de seguir dando nuevas ideas, su mayor peligro puede ser la no renovación de caras. Aunque el sucesor elegido por Chaves no parece ser el que Zapatero quisiera, y está por ver que los andaluces progresistas también lo quieran. María del Mar Moreno no tendrá, por ahora, su oportunidad.


Hay que hacer una especial mención a Ángel Gabilondo. Qué mejor acierto que incorporar a alguien tan destacado del mundo de la educación, especialmente del mundo universitario. Es un orgullo que el rector de la Universidad Autónoma de Madrid forme parte del Gobierno.


Elena Salgado parece haber recibido un premio con su nueva vicepresidencia y cartera de Economía… o un gran reto, muy envenenado en esta coyuntura económica, aunque se empiecen a ver indicios de esperanza, como la menor destrucción de paro y empresas o se reduce el dinero prestado del Banco Central Europeo a los bancos españoles.


Dichos los elogios, vamos con las responsabilidades. Tras esas buenas noticias económicas, no olvidemos que estamos en caída de precios, muchos parados ya no cobran los subsidios de desempleo y muchas familias carecen ya de ingresos. Aunque la crisis tenga un fin, a uno, dos, tres años, los que sean, y tendrá ese fin, vendrá igualmente un período de prosperidad seguido irremediablemente de otro de crisis. Es cíclico, es capitalista. Si persisten los vicios en la economía y la falta de control volveremos, en una o dos décadas, a la misma situación. Para las grandes economías no es grave, siempre hay luz al final del túnel. ¿Pero para las economías de los ciudadanos, qué? Seguir con el mismo sistema económico no es sólo terrible para las economías familiares: es el certificado de muerte de la izquierda.


Se decía que Zapatero iba a cambiar el Gobierno tras las elecciones europeas. Yo también lo creía así, pero también antes creía que lo iba a cambiar antes de dichas elecciones. ¿Por qué? Porque la izquierda necesita ganar esas elecciones y que se demuestre si los ciudadanos quieren una de estas dos opciones: o liberalismo y descontrol, que representa el Partido Popular; o nuevo sistema y protección de las familias, que debe representar el Partido Socialista. No queda voto de castigo, si no es para castigar a los dos grandes partidos. No es voto de castigo votar al Partido Popular, es caer en su trampa, y sellar para siempre una resolución verdadera a las crisis económicas capitalistas.


Ojalá cada voto viniese acompañado de una frase para mostrar la verdadera opinión de cada ciudadano. Ahora, un voto a la izquierda debería ser la exigencia nítida al cambio del sistema económico.

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