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lunes, 29 de junio de 2009

¡Viva Honduras!, decía Trillo


En Honduras ha ocurrido, por el desarrollo de los acontecimientos, dos golpes, un golpe y un contragolpe o un plebiscito dudoso de legalidad y la reacción de la clase política. Como se quiera llamar, pero lo que sí ha habido es una actuación alejada del rigor democrático, con la ciudadanía como comparsa pasiva.


Hay que comprender lo que ha pasado: Manuel Zelaya, presidente de Honduras, y ahora derrocado por el Congreso y el Ejército, pretendía llevar a cabo una consulta popular sobre la conveniencia de crear un proceso constituyente que reformase la Constitución, y permitirle un segundo mandato presidencial. Zelaya, elegido en 2005 bajo las siglas del centrista Partido Liberal, empezó a perder los apoyos de su partido cuando decidió “adornarse” con la ideología izquierdista y acercarse a la órbita venezolana. Digo bien adornarse porque es la muestra típica de miembro de la élite hispanoamericana que recurre al populismo para lograr el apoyo de las masas.


Como en Irán, donde la fracción reformista de la clase dirigente intenta manipular a las masas únicamente para ocupar el poder, sin preocuparse de ahondar en la libertad, la democracia y los derechos civiles, los acontecimientos hondureños son una muestra más de la lucha de élites por el poder. Están todos los elementos: un dirigente populista, frente a la reacción de la conservadora clase política y judicial, que teme perder poder.


La ventaja y desventaja de los sistemas políticos hispanoamericanos es la limitación de mandatos, a imagen de los Estados Unidos, como mejor modo de evitar la tiranía. En teoría, basta recordar los años de hegemonía del PRI en México. Ahora, los segundos o más mandatos presidenciales están empezando a formar parte de la cotidianeidad. En Argentina se consiguió bajo Carlos Menem, en Brasil con Cardoso, en Venezuela con el populismo chavista, en Bolivia con Evo Morales. La idea del segundo o más mandatos ha estado siempre presente en la historia, no sólo en estos casos, más contemporáneos.


Recordar la época de la República conservadora chilena, de dos mandatos, limitado a uno a partir de la República Liberal. Con uno, dos o más mandatos, las repúblicas hispanoamericanas no se han librado del fenómeno del golpismo. Entonces no es tanto el número de mandatos presidenciales consecutivos como la falta de consolidación de la democracia y la persistente reacción de las clases dirigentes frente al modo de participación de las masas.


La falta de consolidación democrática es un fenómeno que está empezando a llegar sólo en las últimas décadas, y exigiendo una elevada moderación. Esta falta de consolidación impidió que hubiese políticas ambiciosas de educación y bienestar hacia la amplía mayoría, relegada. Ésta tuvo que apoyar a dirigentes populistas para ver colmadas sus aspiraciones. Estos dirigentes no han sido sino personalidades pertenecientes a la élite dirigente, a la búsqueda del poder.


El mejor ejemplo de integración política de las masas han sido los países anglosajones, Estados Unidos y Gran Bretaña. Las sucesivas reformas electorales británicas, su elevada cultura cívica y el realismo, sin abandonar la presión, de las clases populares y sus organizaciones han evitado que Gran Bretaña haya conocido un régimen reaccionario o radical. La consolidación democrática en Hispanoamérica se puede constatar con toda seguridad en Chile (donde una posible alternancia hacia la derecha sea su prueba de fuego) y en Brasil (Lula ha renunciado a un tercer mandato y la oposición ha mostrado su interés en mantener sus reformas). En Argentina, parece estar a las puertas de la normalidad, a la espera que sus formaciones peronistas y antiperonistas se conformen en dos polos. En Colombia, un tercer mandato de Uribe es la construcción de una “democracia” débil con la excusa del terrorismo. En otros países, como México, aún pesan las sospechas de fraude electoral de las últimas elecciones, o en Venezuela se debe esperar el respeto de los dirigentes hacia la oposición, y el de éstos a evitar recurrir al golpismo.


Así se explica estos dos golpes consecutivos, una mera muestra de la lucha de las élites, tornándose cánceres de la democracia y la prosperidad. El pueblo, como siempre, es mero espectador y, en el peor de los casos, carne de cañón.

3 comentarios:

  1. ¿Qué tal si te informas antes de medio excusar el golpe de estado? Lo que haces es equiparar una supuesta vulneración constitucional con un golpe de estado, no veo donde esta tu pensamiento socialdemócrata. Te puedes informar un poco aquí:
    http://www.escolar.net/MT/archives/2009/06/las-claves-para-entender-que-pasa-en-honduras.html

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  2. golpe de estado...no...defensa de una constitución violada por su propio presidente, el mismo que juro defenderla con la vida....que reciba su castigo el traidor a la patria

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  3. Anónimo, ni veo ninguna diferencia, ni "medio" excuso el golpe de Estado.

    Te animo a que vuelvas a leer mi texto y a encontrar un apoyo bien al presidente terrateniente y populista, bien al Congreso y la Judicatura de la clase dominante.

    A lo mejor tienes más éxito si ves el verdadero papel que se le hace jugar a la mayoría de la sociedad.

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