El diario El País ha trasladado de nuevo a la opinión pública las escenas de prostitución de Barcelona. La existencia de prostitución en la Ciudad Condal no es nada nuevo, como en ninguna otra ciudad y mucho menos en la Historia. Las cosas parecen sólo existir cuando un medio de comunicación se fija en ellas. Los actos de vandalismo juvenil también, no sólo desde las fiestas de Pozuelo, y no sólo por jóvenes de una clase social. Pero ese es otro tema de reflexión en lista de espera en este blog.
La presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se ha declarado partidaria de regular la prostitución. Responde así al debate iniciado por los medios de comunicación (hagan apuestas a ver cuánto dura el debate). Pero de sus palabras se ha iniciado un nuevo debate. La iniciativa política sigue estando de parte del Gobierno de la comunidad, la oposición no se lo ha arrebatado con nuevas propuestas. Con este post, obvia y desgraciadamente, seguiré concediéndoles la iniciativa. Pero es hora de que el Partido Socialista de Madrid aclare sus posiciones y de la vuelta a la situación política.
No hay un único modo de prostitución. La prostitución puede ser por diversos motivos. Uno despreciable: la explotación de mujeres y hombres, dominados por tratos convenidos por los grupos mafiosos. Muchos inmigrantes que entran en un país de forma ilegal lo hacen a través de las redes mafiosas, que les obligan a prostituirse para "pagar" lo que les deben. Negarse es la muerte o la posibilidad de la repatriación. Todos los ingresos van a la mafia. Es la esclavitud y es un crimen.
Otro motivo es su práctica por iniciativa propia. En esto entra la teoría de que el cuerpo es de uno mismo y puede hacer lo que quiera con él, es libre y responsable de sus actos. Pero nadie o, por lo menos, la gran mayoría de quienes lo hacen libremente es porque no les quede otro remedio. Es la falta de recursos económicos, una nula formación profesional y unas expectativas muy bajas de encontrar un empleo.
En el inicio y desarrollo de la Revolución Industrial, hasta la llegada de las leyes sociales de los liberales progresistas y de los socialdemócratas, muchas mujeres obreras se veían obligadas a esta práctica. Para complementar el escaso salario del marido para mantener la familia, su propio salario ínfimo en la fábrica por su condición de mujer (al ser considerada inferior y poco preparada, como los niños) o por su exclusión de ella por la competencia que hacía al obrero, por estar remunerada por esos aún más ínfimos salarios.
Fijaos que cada vez que pensamos en prostitución imaginamos a una mujer ofreciendo sus servicios. Histórica y mayoritariamente ha sido así. Pero la prostitución masculina también existe.
La prostitución no es deseable para la mayoría. Esperanza Aguirre habla de regulación. Sólo de regulación. En la regulación se puede estar de acuerdo. Es necesario dar una cobertura legal y una normativa a las personas que ofrecen su cuerpo por dinero. Proteger a los menores de edad del ejercicio de la prostitución, dar garantías frente al cliente, mínimas garantías sanitarias y de higiene y, por qué no, cotización a la seguridad social.
Los socialistas tenemos que plantear esta regulación, pero también tenemos que dar protección y alternativas. Si a alguien no le queda más remedio que ejercer la prostitución, tiene que tener todas las garantías, como cualquier trabajador. Pero antes de que haya que llegar a esa situación límite, tenemos que dar oportunidades. Facilitar el acceso a la formación y a la renovación formativa, por ejemplo. La cuestión es que antes de la prostitución haya un sinfín de oportunidades que aprovechar. No sólo pensando directamente en evitar así la prostitución. Es una política social y progresista que debe atajar indirectamente el oficio más antiguo del mundo. Sabiendo que su extinción es improbable. Y de este debate también podemos pasar al debate de las drogas.
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