El jueves David y yo acudimos a ver en los Teatros del Canal Los chicos de Historia, una obra de Alan Bennett, que en España dirige José María Pou. Es una crítica no sólo a la educación que se imparte, sino a la sociedad que exige una forma y un método de educación específicos (el desenfado de Héctor con la competitividad de Irwin en la obra), cuando ya no es importante el conocimiento para ser personas sino lograr objetivos, aprender datos con los que convencer a las altas instituciones educativas de ser merecedores de un puesto destacado en la sociedad.
En ese juego, a veces no importa que algo sea verdad, que Stalin fuera un ángel o un demonio o el ingenio de Shakespeare sucumba frente a lo que es más correcto decir. O aparentar.
Sobra decir que me encantó la obra y la interpretación. Se aprenden conocimientos para pasar un examen, pero hay vida después del examen. “Los exámenes son los enemigos de la educación, y la propia educación, enemiga de la educación”, sostiene el maestro en la obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario