La aprobación, en varios ayuntamientos catalanes, como Barcelona, Lleida o Tarragona, o pequeñas localidades de Cataluña, como El Vendrell o Vic, entre otras, de decretos o mociones para prohibir el uso del burka y el niqab en instalaciones públicas ha creado polémica. El burka es una túnica que tapa a la mujer completamente de pies a cabeza y el niqab es el velo que sólo deja los ojos al descubierto. Estas normativas no impedirían el uso del hiyab, el velo que cubre sólo el cabello, de estas tres la prenda más utilizada por las mujeres de religión musulmana y de origen árabe.
Pero, ¿qué se esconde tras estas medidas? La polémica está de actualidad en los últimos días. En Madrid impidieron la escolarización de una niña, de padres inmigrantes marroquíes y nacida española, en un colegio de Pozuelo por usar el hiyab. En Cataluña son un número importante los municipios que empiezan a restringir el uso del burka y del niqab en las instalaciones municipales. Podríamos estar de acuerdo con la medida en tanto que esas prendas son degradantes para la mujer, son de uso minoritario y no se restringe el hiyab, con lo cual no sería una medida antimusulmana sino defensora de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, no es ésa la cuestión principal. En Cataluña las elecciones regionales están muy próximas y todos los partidos calientan motores. Mientras CiU aspira a volver al Palau de la Generalitat, el PSC mantener sus pobres resultados y el resto de pequeños partidos quedarse como están, todos temen a Josep Anglada, líder de Plataforma por Cataluña (PxC). Sí, le están haciendo una publicidad excelente (mencionarle en estas líneas es hacerle publicidad gratuita, por desgracia). Plataforma por Cataluña es una formación de extrema derecha que defiende la cultura occidental, los valores cristianos (identidad, familia...) y la exclusión de los inmigrantes, sobre todo si vienen de países árabes. No critica el islamismo radical, sino que venga aquí. "Aquí no cabemos todos", reza la web de este partido, una afirmación compartida también por el Partido Popular y su líder(?), una simplificación bastante ignorante o interesada del fenómeno de la inmigración.
Este partido extremista va marcando la agenda política de Cataluña, provocando una neerlandización de la política catalana, a imagen y semejanza del Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, con un gran punto: el Islam como amenaza a nuestra sociedad occidental y la inmigración como invasión. Eurabia, Cataluñistán... es decir, explotar el miedo de la gente a lo diferente, dicho en otras palabras: xenofobia. Y esta xenofobia está impregnándose en el resto de partidos políticos, sin posibilidad de escaparse a este debate.
Tenemos, por una parte, la defensa a ultranza que hace el PP de prohibir los símbolos musulmanes, la complicidad de CiU y lo que es peor, la falta de posiciones firmes en la izquierda: ni PSC, ni ICV ni ERC ni sus homólogos a nivel nacional saben qué decir ni qué defender. A lo más, todos optarían por rechazar la extensión de estas medidas municipales a la vez que, sin embargo, se declaran contrarios al uso de estas prendas. En la izquierda parece existir una auténtica contradicción entre la defensa del multiculturalismo (respetar el uso del velo) y del feminismo (rechazar el velo).
Si no podemos confíar en los partidos de izquierda para defender la visión progresista de la sociedad, tenemos que hacerlo los ciudadanos progresistas. Hay que hacerse varias preguntas: primero, ¿cuántos burkas hemos visto por la calle?; segundo, ¿es contrario el uso del velo islámico a la defensa de los derechos de la mujer? Hay que tener en cuenta que en los países árabes y musulmanes existen movimientos de defensa de los derechos de la mujer, cuyas integrantes usan el velo hiyab, como también el niqab, por elección propia. Del uso del hiyab, incluso del niqab, podemos tener la constatación de que en la mayoría de casos es por propia decisión. No así del burka, prenda no islámica, sino afgana, de imposición claramente machista. Una pregunta: aquel que viste a la moda, ¿viste libremente?
¿Qué se consigue con la prohibición? Esconderlo, pero sólo de las instalaciones públicas. En la calle seguirán existiendo. Quizá los que nos preocupa es ver cosas diferentes a nosotros (xenofobia), costumbres que chocan con nuestra concepción occidental. Es un valor y una obligación respetar las costumbres. Hace poco, en un centro comercial, pude ver a la vez una monja, con su toca y su túnica, al lado de dos mujeres musulmanas, con su velo y su túnica. ¿Diferencias? Puede que solo en cuestiones teológicas...
Prohibir no hace que se deje de usar. Es más, lo puede reforzar y en mal sentido. Nuestros valores han de ser los de la integración de todos los individuos en una sociedad pluralista y libre, adaptando, incorporando o respetando aquellas costumbres que no entran en contradicción con los derechos individuales. En cambio, mantener la exclusión del diferente, que ni siquiera es ya inmigrante, es español (por adopción o nacimiento), hace que se refugien en aquellos símbolos y guetos que refuercen su identidad. No estamos muy lejos de la banlieue francesa.
Son la integración, la apuesta por la educación y la defensa de la libertad los medios que no sólo pueden arrancar los últimos vestigios del machismo, sino que realmente propicien el libre uso de la prenda que deseen, así como de la religión y costumbres que quieran seguir. Ésos son los valores progresistas que debe defender la izquierda y el resto de la sociedad.
Enlaces de interés:
"Ni imponer ni prohibir el hiyab"
Declaración programática de PxC
Pero, ¿qué se esconde tras estas medidas? La polémica está de actualidad en los últimos días. En Madrid impidieron la escolarización de una niña, de padres inmigrantes marroquíes y nacida española, en un colegio de Pozuelo por usar el hiyab. En Cataluña son un número importante los municipios que empiezan a restringir el uso del burka y del niqab en las instalaciones municipales. Podríamos estar de acuerdo con la medida en tanto que esas prendas son degradantes para la mujer, son de uso minoritario y no se restringe el hiyab, con lo cual no sería una medida antimusulmana sino defensora de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, no es ésa la cuestión principal. En Cataluña las elecciones regionales están muy próximas y todos los partidos calientan motores. Mientras CiU aspira a volver al Palau de la Generalitat, el PSC mantener sus pobres resultados y el resto de pequeños partidos quedarse como están, todos temen a Josep Anglada, líder de Plataforma por Cataluña (PxC). Sí, le están haciendo una publicidad excelente (mencionarle en estas líneas es hacerle publicidad gratuita, por desgracia). Plataforma por Cataluña es una formación de extrema derecha que defiende la cultura occidental, los valores cristianos (identidad, familia...) y la exclusión de los inmigrantes, sobre todo si vienen de países árabes. No critica el islamismo radical, sino que venga aquí. "Aquí no cabemos todos", reza la web de este partido, una afirmación compartida también por el Partido Popular y su líder(?), una simplificación bastante ignorante o interesada del fenómeno de la inmigración.
Este partido extremista va marcando la agenda política de Cataluña, provocando una neerlandización de la política catalana, a imagen y semejanza del Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, con un gran punto: el Islam como amenaza a nuestra sociedad occidental y la inmigración como invasión. Eurabia, Cataluñistán... es decir, explotar el miedo de la gente a lo diferente, dicho en otras palabras: xenofobia. Y esta xenofobia está impregnándose en el resto de partidos políticos, sin posibilidad de escaparse a este debate.
Tenemos, por una parte, la defensa a ultranza que hace el PP de prohibir los símbolos musulmanes, la complicidad de CiU y lo que es peor, la falta de posiciones firmes en la izquierda: ni PSC, ni ICV ni ERC ni sus homólogos a nivel nacional saben qué decir ni qué defender. A lo más, todos optarían por rechazar la extensión de estas medidas municipales a la vez que, sin embargo, se declaran contrarios al uso de estas prendas. En la izquierda parece existir una auténtica contradicción entre la defensa del multiculturalismo (respetar el uso del velo) y del feminismo (rechazar el velo).
Si no podemos confíar en los partidos de izquierda para defender la visión progresista de la sociedad, tenemos que hacerlo los ciudadanos progresistas. Hay que hacerse varias preguntas: primero, ¿cuántos burkas hemos visto por la calle?; segundo, ¿es contrario el uso del velo islámico a la defensa de los derechos de la mujer? Hay que tener en cuenta que en los países árabes y musulmanes existen movimientos de defensa de los derechos de la mujer, cuyas integrantes usan el velo hiyab, como también el niqab, por elección propia. Del uso del hiyab, incluso del niqab, podemos tener la constatación de que en la mayoría de casos es por propia decisión. No así del burka, prenda no islámica, sino afgana, de imposición claramente machista. Una pregunta: aquel que viste a la moda, ¿viste libremente?
¿Qué se consigue con la prohibición? Esconderlo, pero sólo de las instalaciones públicas. En la calle seguirán existiendo. Quizá los que nos preocupa es ver cosas diferentes a nosotros (xenofobia), costumbres que chocan con nuestra concepción occidental. Es un valor y una obligación respetar las costumbres. Hace poco, en un centro comercial, pude ver a la vez una monja, con su toca y su túnica, al lado de dos mujeres musulmanas, con su velo y su túnica. ¿Diferencias? Puede que solo en cuestiones teológicas...
Prohibir no hace que se deje de usar. Es más, lo puede reforzar y en mal sentido. Nuestros valores han de ser los de la integración de todos los individuos en una sociedad pluralista y libre, adaptando, incorporando o respetando aquellas costumbres que no entran en contradicción con los derechos individuales. En cambio, mantener la exclusión del diferente, que ni siquiera es ya inmigrante, es español (por adopción o nacimiento), hace que se refugien en aquellos símbolos y guetos que refuercen su identidad. No estamos muy lejos de la banlieue francesa.
Son la integración, la apuesta por la educación y la defensa de la libertad los medios que no sólo pueden arrancar los últimos vestigios del machismo, sino que realmente propicien el libre uso de la prenda que deseen, así como de la religión y costumbres que quieran seguir. Ésos son los valores progresistas que debe defender la izquierda y el resto de la sociedad.
Enlaces de interés:
"Ni imponer ni prohibir el hiyab"
Declaración programática de PxC
Lo que no me gusta de la foto es que el chador no lo llevan todas las mujeres iraníes al salir de casa porque no es obligatorio (si es obligatorio llevar algo como Shayla en la foto, que a veces llevan incluso más suelto).
ResponderEliminarRespecto a lo que has escrito. Me parece una buena reflexión el intentar llegar al origen de estas prohibiciones y hablar de esos conceptos que se manejan en páginas como Jihad Watch y en otras páginas repletas de sandeces alarmistas.
Lo que ocurre es que ciertos tipos de velo islámico, como el Niqab o el Burka sí van, en mi opinión, en contra de la libertad a la mujer y de mostrar su cuerpo; algo que creo que está ligado con la visión que se tiene de la mujer como culpable del deseo del hombre. Es decir, que la culpa no está en los ojos que miran "mal" sino en la mujer que viste de una forma "provocativa"; y creo que esto es algo que hay que cambiar. Si hay alguien culpable de una agresión sexual es el hombre y no la mujer, que es la víctima, y creo que esto es importante resaltarlo en lo que atañe a este tema, porque es algo a lo que poca gente hace mención.
En el fondo, detrás del velo islámico está también en parte, porque hay más factores, una "culpabilización" (y perdónenme el palabro) cultural de la mujer, que ha de cubrirse si quiere estar "segura", y por ende de su sexualidad y su cuerpo.
Por otro lado, también estos velos son un signo de oposición a la cultura dominante, y en cierto modo muestra la voluntad sobre todo lo de los inmigrantes de 1ª y 2ª generación de mantener sus señas de identidad cultural y religiosa en un entorno en el que son una minoría, y ven como las nuevas generaciones se van aculturando cada vez más y más.
Los velos son también algo cultural y no islámico, de hecho me parece recordar que en el Corán no se hace ninguna mención al mismo. Pero no estoy segura.
También remarcar que el uso del burka y del niqab es minoritario en nuestro país y estas prohibiciones son más de cara al público que a la realidad; aunque sí hay extremistas que obligan a sus mujeres a llevarlos aunque no correspondan con su cultura.
En todo caso, me parece un debate interesante el que has abierto :)
Buena reflexión, Javi. Y soberbio comentario anónimo :)
ResponderEliminarLa verdad es que a este tema no le he prestado una gran atención, pero a priori mi opinión se acerca bastante al comentario anónimo que entecede.
Creo que el Niqab (y el Burka, por supuesto) son lesivos para la dignidad de la mujer tal y como la entendemos en nuestro país y nuestro contexto sociocultural. No me vale lo que comentas de que las defensoras de los derechos de la mujer los lleven en países árabes y musulmanes; seguramente también muchas defensoras de los derechos de la mujer en occidente se hubieran opuesto hace un siglo a cosas que hoy son inherentes a la liberación de la mujer, desde el derecho al aborto hasta al de llevar pantalones. Como bien dices con tu pregunta (¿"aquel que viste a la moda, ¿viste libremente?") la apreciación de la propia libertad y las decisiones personales están mediatizados por multitud de factores históricos, sociales y psicológicos muy complejos. Que una joven en un instituto "quiera libremente" llevar velo no significa necesariamente que haya llegado a esa querencia por medio de un sano y libre desarrollo de su personalidad, tal y como en nuestra cultura y sociedad se entiende.
No se trata de ponernos huntingtonianos en plan "choque de cilizaciones", pero es objetivamente cierto que hay concepciones sociales de lo aceptable muy ditintas en diferentes culturas. Si yo entro en una mezquita o una casa japonesa, por respeto lo haré quitándome los zapatos. Si una joven musulmana va a un instituto, por respeto a nuestra sociedad debería hacerlo sin velo, tan fuera de lugar en un centro de enseñanza occidental como lo está un tanga, un bañador o un cilicio. Y para asegurar el buen funcionamiento de un servicio público de capital importancia como la educación, en mi opinión los centros deben poder regular esos aspectos básicos de la indumentaria.
Y también creo que no hay conflicto entre feminismo y multiculturalismo. El feminismo occidental (el de nuestra izquierda) sólo tiene sentido en el contexto de nuestra cultura occidental. No veo a indias o yemeníes quemando sujetadores o abogando por el uso de la píldora. El respeto por las diferentes culturas empieza por preservar la cultura propia, y nuestra cultura no podrá sobrevivir si no exigimos respeto por nuestra forma de entender la identidad de la mujer en nuestros centros públicos.
Anglada president ja!! visca pxc
ResponderEliminar