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lunes, 25 de octubre de 2010

Hanns Eisler, músico del pueblo


La Historia está plagada de personajes que, por azar del destino o de la mala memoria de las personas, suelen quedar en el olvido. Yo no conocía la vida de Hans Eisler hasta hace pocos meses, cuando Dion me lo mencionó.

Hans Eisler nació en Leipzig, Alemania, en 1898. Siendo muy pequeño, su familia se trasladó a Viena, capital del entonces Imperio Austrohúngaro. Tras su paso por la Primera Guerra Mundial como soldado del imperio de los Habsburgo, estudió composición con Arnold Schönberg, fundador de la Segunda Escuela de Viena o Moderna Escuela de Viena, de música clásica vinculada al expresionismo.

Posteriormente se alejó de esta corriente y se vinculó al marxismo como pensamiento político y al realismo socialista como corriente artística, al mudarse a Berlín a mediados de los años 20, cuando la capital de la turbulenta República de Weimar era la capital de la cultura centroeuropea. Se sumó a la corriente de la Nueva Objetividad, que rechazaba el expresionismo, y se vio influido por los nuevos tipos de música popular de la época, esto es, el jazz y el cabaret. Eisler también cultivó su colaboración con el dramaturgo Bertolt Brecht, escribiendo la música de sus obras teatrales. También, durante los últimos años de la República de Weimar, Eisler dio a conocer canciones de protesta para uso del proletariado y de los sectores marginados de Alemania. Su intención, en línea con su independencia en el realismo socialista, era crear música para uso del pueblo.

Tras la llegada al poder del nazismo, Eisler, junto con muchos artistas e intelectuales alemanes, marchó al exilio. En Estados Unidos, enseñó composición en la New School de Nueva York y escribió música de cámara, para cine y para documentales. Con el inicio de la Guerra Fría y de la histeria anticomunista, Eisler fue deportado en 1948, regresando a Alemania, a la RDA. Allí, compuso una de sus grandes obras, el himno oficial de la República Democrática Alemana, Auferstanden aus Ruinen (Levantada de las ruinas). Sin embargo, su independencia de criterio le causó problemas con el régimen comunista. Su ambicioso proyecto de una ópera moderna sobre Fausto, en su línea de música para el pueblo, fue atacado por la censura y no pudo terminarlo. También, se vio obligado a declarar su lealtad al marxismo en varios procesos abiertos por las autoridades de la Alemania oriental. Caído en desgracia, Eisler siguió el resto de su vida enseñando en el conservatorio de Berlín Este, deprimido por la muerte de su amigo Bertolt Brecht.

Murió en 1962. Con ello, su figura de pensamiento libre quedó en el olvido de la historia oficial en la Europa comunista. A la caída de la RDA en 1989, su último jefe de gobierno, el democristiano Lothar de Maizière, pidió que el himno de la Alemania reunificada fuera el Auferstanden aus Ruinen, el himno compuesto por Eisler. Su propuesta no fue atendida. Con ello, la figura de Eisler se perdió también para el resto de sus compatriotas occidentales alemanes y para la nueva Alemania.

Eisler fue, sin ninguna duda, un músico del pueblo y un exponente de la independencia de criterio frente a todo dogma, burgués o marxista. En muchas ocasiones, la historia la componen los vencedores, condenando al olvido a aquellos que se negaron a profesar una obediencia ciega al poder. No es el primero, ni será el último.

1 comentario:

  1. ¡Me siento monopolizando tu Blog, Javi! ;-D Estupenda entrada sobre la vida de un hombre que tuvo que sufrir la intolerancia ideológica a ambos lados del telón de acero. Me alegro de que te haya gustado.

    Otra de sus obras maestras, un Requiem en memoria de Lenin compuesto en 1935, no pudo ser estrenado tampoco hasta muchos años después por la censura estalinista (que afectaba tanto al texto como a la música en sí, ya que el uso de técnicas dodecafónicas estaba prohibido (!) en la URSS). También apoyó la República Española y compuso música para el frente popular...y cabe señalar el enorme apoyo que tuvo por destacados músicos de los USA (como Leonard Bernstein)cuando se decidió su expulsión del país (los macartistas le llamaban "el Marx de la música"), aunque fuera en vano.

    Afortunadamente, la calidad e integridad del trabajo de Eisler es la garantía de que nunca será olvidado, durará mucho más que todos los fanatismos y autoritarismos políticos que trataron de prohibirlo.

    ¡Un saludo!

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