Ayer, la policía de Ecuador llevó a cabo una sublevación contra el Presidente de la república, Rafael Correa. Los policías protestaban por una ley que reducía los beneficios salariales, pero sus actos han sobrepasado los límites de las legítimas manifestaciones. Tomaron la Asamblea, las calles de la capital y el aeropuerto, además de intentar impedir emisiones de televisiones afines al presidente. En el enfrentamiento, el presidente fue agredido por los rebeldes con gases lacrimónegos y tuvo que ir a un hospital de Quito, donde permaneció acorralado por los policías sublevados.
¿Qué ha pasado? ¿Es una protesta que se les ha ido de las manos a sus organizadores? ¿Hay una conspiración detrás para derrocar al presidente legítimo? Los sucesos de ayer presentan un aspecto de golpe de Estado fallido o mal preparado. Sin embargo, el apoyo del ejército es esencial para un golpe y el control del país, y éste permaneció leal al presidente, siendo clave en su rescate del hospital quiteño.
La sublevación ha terminado y Correa promete depuraciones. Los mandos militares recomendaban la revisión de la ley que ha provocado las manifestaciones. No debería haber problema, como gesto de buenas intenciones del presidente, pero eliminando de las fuerzas policiales a todos los que hayan participado en la sublevación.
¿Ha sido una advertencia? Los policías podrían haber sido manipulados por intereses ocultos, contrarios al proceso de reformas del mandato de Correa. También, esta insurrección le puede venir muy bien al presidente. Puede culpar a la oposición, puede volver a un discurso populista, puede disolver la Asamblea y tener una nueva mayoría afín.
A diferencia de Honduras, esta vez la comunidad internacional, sobre todo la ONU, España y América Latina han reaccionado con dureza frente a cualquier intento de golpe de Estado. Pero esta sublevación ha sido abortada desde dentro del país, ¿qué habría pasado si, en el peor de los casos, esto se hubiera revelado como un golpe y con el derrocamiento del presidente?
En los noventa, cuando ya la mayoría de países de América Latina poseían sistemas democráticos, había quienes profetizaban que la democratización era un proceso irreversible. Esto, y muchos otros casos, nos demuestran que no. La democracia nunca está asegurada, es un bien muy preciado pero muy frágil, que tenemos que mantener entre todos, siendo ciudadanos comprometidos con la libertad en el mundo, permaneciendo vigilantes frente a los intereses privados. Los enemigos de la democracia nunca duermen.
¿Qué ha pasado? ¿Es una protesta que se les ha ido de las manos a sus organizadores? ¿Hay una conspiración detrás para derrocar al presidente legítimo? Los sucesos de ayer presentan un aspecto de golpe de Estado fallido o mal preparado. Sin embargo, el apoyo del ejército es esencial para un golpe y el control del país, y éste permaneció leal al presidente, siendo clave en su rescate del hospital quiteño.
La sublevación ha terminado y Correa promete depuraciones. Los mandos militares recomendaban la revisión de la ley que ha provocado las manifestaciones. No debería haber problema, como gesto de buenas intenciones del presidente, pero eliminando de las fuerzas policiales a todos los que hayan participado en la sublevación.
¿Ha sido una advertencia? Los policías podrían haber sido manipulados por intereses ocultos, contrarios al proceso de reformas del mandato de Correa. También, esta insurrección le puede venir muy bien al presidente. Puede culpar a la oposición, puede volver a un discurso populista, puede disolver la Asamblea y tener una nueva mayoría afín.
A diferencia de Honduras, esta vez la comunidad internacional, sobre todo la ONU, España y América Latina han reaccionado con dureza frente a cualquier intento de golpe de Estado. Pero esta sublevación ha sido abortada desde dentro del país, ¿qué habría pasado si, en el peor de los casos, esto se hubiera revelado como un golpe y con el derrocamiento del presidente?
En los noventa, cuando ya la mayoría de países de América Latina poseían sistemas democráticos, había quienes profetizaban que la democratización era un proceso irreversible. Esto, y muchos otros casos, nos demuestran que no. La democracia nunca está asegurada, es un bien muy preciado pero muy frágil, que tenemos que mantener entre todos, siendo ciudadanos comprometidos con la libertad en el mundo, permaneciendo vigilantes frente a los intereses privados. Los enemigos de la democracia nunca duermen.
El fantasma del golpismo planea otra vez por Sudamérica. Aunque también es cierto que poca democracia tienen unos paises con tanta desigualdad social, tanta corrupción y tanta dependencia económica respecto a los paises ricos. A lo mejor los poderes económicos ecuatorianos e internacionales saben algo de este golpe como lo sabían de otros golpes de estado que hubo en ese continente.
ResponderEliminarLa legitimización del golpe de estado de Honduras por parte de los gobiernos europeos y americano hace que esta práctica vuelva a resurgir en América Latina. Todos los que no están del lado del Imperio pueden ver sus gobiernos tambalear por estos movimientos, no es ninguna casualidad.
ResponderEliminarpobres infelices los de alianzza país y a la cabeza el arrogante y loco correa estúpidos imbéciles
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