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lunes, 29 de noviembre de 2010

Elecciones en Cataluña (I): Análisis electoral


El análisis más resumido de los resultados electorales en Cataluña es la siguiente: CiU arrolla al tripartido, si bien sin mayoría absoluta. Todos los partidos del tripartito gobernante pierden, algunos de forma más contundente, caso de socialistas y republicanos. El PP causa sorpresa por romper su techo electoral de 1995. Ciudadanos consolida su base pero no consigue sacar mayores beneficios. Por último, el independentismo de Laporta entra en el Parlamento catalán.

Pero, desgranando los datos generales, provinciales y por partidos, las cifras dicen mucho más de lo que parece. ¿Cómo leemos estos gráficos? ¿A quién ha beneficiado la participación? ¿Cuáles han sido los trasvases de votos o las abstenciones?

Pese a lo que indicaban los sondeos, la abstención ha bajado al 40%, cifra alta pero que permanece en las medias de las sucesivas elecciones al Parlamento catalán. Creo que se puede romper la idea de que mayor participación beneficia a una determinada ideología y viceversa: la participación beneficia el cambio de mayorías, como así hizo en 2003 con la mayoría del tripartito. En el caso catalán, este año la mayor concurrencia a las urnas ha beneficiado a CiU, mientras que los votantes del tripartito han cambiado de partido o han optado por la abstención.

Las fuerzas nacionalistas en el Parlamento -CiU, ERC y SI- suman 76 diputados de 135, frente a los 69 de la legislatura 2006-2010, con el apoyo electoral del 48,75% y del 46,5%, respectivamente. De ellas, las formaciones claramente independentistas, ERC y SI, suman el 10,28% del electorado y 14 diputados, por debajo de las pasadas marcas de ERC (14,32% y 21 diputados). Junto con Reagrupament, extraparlamentario, los apoyos al independentismo se reducen; sin embargo, es notorio que parte de esos votos han votado pragmáticamente a CiU. ERC ha perdido la mitad de sus votos (200.000 votos de los 400.000 de 2006), que han ido al partido de Laporta, a CiU y a la abstención, en este orden en mi opinión.

Convergència i Unió se ve beneficiada de la persistente fragmentación del mapa político catalán. La italianización del Parlamento no ha llegado a tanto (se pasa del sistema de cinco partidos de 1980-2006 y se consolida el de seis, con la incorporación de Ciudadanos y su consolidación en estas elecciones, y provisionalmente convirtiéndose en un sistema de siete, si el partido de Laporta se consolida electoralmente) y no perjudica la gobernabilidad, como se temía, ya que el peso parlamentario de CiU es muy superior al electoral (46% del Parlamento por el 38,5% de votos). La enorme distancia a la que queda el segundo partido, el PSC con su decepcionante 18,32%, hace que la ley electoral opere con gran beneficio para la federación de Artur Mas: 35 de 85 diputados por Barcelona, 9 de 17 por Girona, 9 de 15 por Lleida y 9 de 18 por Tarragona, con porcentajes, respectivamente, del 36,85%, 45,16%, 46,93% 7 39,37%. Los nuevos votos que recogen los nacionalistas moderados proceden del PSC, de Esquerra y del aumento de participación. Con estos datos, le resultará fácil encontrar apoyos en una oposición dividida entre no nacionalistas e independentistas. Sólo le serán suficientes los 10 escaños que poseerán los conservadores o los republicanos, a menos que se manifieste la sociovergencia.

Para el PSC la experiencia del tripartito le ha supuesto una auténtica sangría: con una media de votos del 30%, y el máximo histórico del 38,2% de 1999, el PSC se quedó con el 31,4% en 2003 y el 27,38% de 2006. La caída este año ha sido la mayor: 9 puntos porcentuales, quedando por debajo de la barrera psicológica del 20%, un desastre sin paliativos para un partido que llegó a superar en votos a los convergentes. Ahora reunen la mitad de los votos de sus adversarios. Sus votos han ido a CiU y, en muy pequeña parte, al PP.

El PP, pese al espectacular avance de 4 diputados, sólo suma 68.000 votos más, ganados del PSC y sobre todo en el cinturón rojo barcelonés, subiendo un punto y medio porcentual. Ha sido el hartazgo de buena parte de los votantes socialistas, castellanohablantes y trabajadores, hacia el tripartito y al excesivo nacionalismo, además de la preocupación por la inmigración y el paro, lo que los ha llevado al partido españolista. En este mismo aspecto, Ciudadanos mantiene el apoyo de votantes socialdemócratas que potencialmente habrían ido al Partido Popular de no existir esta formación progresista. Estos dos partidos, junto a los 75.000 votantes de Plataforma por Cataluña, forman parte del electorado que el PSC no ha sabido mantener.

¿Qué ha sido de los votantes de Iniciativa? Pese a quienes digan que el castigo a ICV ha sido más suave, esto no ha sido así: dos puntos porcentuales y dos escaños menos. Los ecosocialistas mantienen una buena posición en Barcelona (8,3%), pero en el resto de las provincias catalanas, menos en Tarragona (5,1%), cae por debajo del 5%, con lo que las posibilidades de obtener escaños son muy reducidas, máxime con la entrada en la competición electoral de nuevos partidos. El partido ecosocialista ha perdido 50.000 votantes; por lógica, habrán pasado en buena parte a la abstención, sin descartar que parte de ellos hubieran optado por PxC o incluso por Reagrupament, en las cuestiones comunes que les afectan: votantes de clase baja temerosas de la inmigración y catalanistas de izquierdas que ven bien la independencia de Cataluña, respectivamente.

Sin duda, la unión de fuerzas de Reagrupament y Laporta hubiera dado una formación independentista más fuerte. Con la concurrencia electoral por separado, muchos salen beneficiados: a ERC no le sale tan cara la escisión y Laporta queda como el único portavoz del independentismo beligerante, quemando políticamente al ex conseller Carretero. Reagrupament se enfrenta a volver a intentar más suerte en las municipales, volver a ERC o disolverse en el partido de Laporta, además de convertirse en un partido pequeño más, sin ninguna relevancia política.

Joan Laporta, con su Solidaridad Catalana por la Independencia, no es un partido político con una figura pública relevante; es una figura pública con partido, que existe por su propia iniciativa mientras él obtenga apoyo electoral. Este apoyo, por otra parte, puede ser circunstancial: más orientado a CiU pero proclive a apoyar el independentismo de Esquerra, al que acusan de moderación. En un Parlamento que se italianiza, la SI tiene muchos paralelismos con los fenómenos de la Liga Norte, Umberto Bossi y Berlusconi. Laporta aprovecha su imagen pública ganada como presidente del Barça, a imagen de Berlusconi y, como la Liga, lanza el discurso del nacionalismo de ricos: la nación está siendo saqueada por el Estado, que lo derrocha en regiones menos productivas, con lo que la cuenta no sale rentable. La Roma ladrona se transforma así en el Madrid ladrón. El peligro de que se convirtiera en el Bossi de Cataluña, logrando el apoyo suficiente para condicionar la gobernabilidad, hizo que los discursos del republicano Puigcercós y del convergente Mas incluyeran exabruptos contra los andaluces o exigencias de un concierto económico semejante al vasco, respectivamente.

Son, en definitiva, muchas causas y condiciones las que explican el resultado electoral. El mapa político catalán no es tan sencillo como el del resto de España, ni siquiera el vasco tiene la dificultad del catalán. No es únicamente el eje izquierda-derecha, sino el nacionalismo-no nacionalismo. Pero también existen los grados: en el nacionalismo de pragmatismo-independentismo, en el no nacionalismo el catalanismo-españolismo. A ello se suman lo que serían los problemas típicos de unas elecciones al uso: la inmigración, la crisis, la economía, la política educativa... los traspasos de votos, en Cataluña, no son sencillos y reflejan todos estos aspectos.

Hoy me he limitado a explicar con datos qué ha podido influir a los ciudadanos para decidir su voto. Es una labor densa, que corresponde más a un sociólogo o politólogo, campos en los que no soy especialista formado. Mañana intentaré dar una impresión personal de lo que estas elecciones significan, tanto en clave catalana como española en general, qué se puede derivar de estos resultados y qué consecuencias traerán en cada uno de los partidos afectados.

Os incluyo unos gráficos, de elaboración propia, con datos extraídos de la wikipedia y de El País.

4 comentarios:

  1. Siempre tan interesantes tus comentarios.
    Malos tiempos para la izquierda.
    Salud

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  2. Me gusta el Parlamento resultante, bastante mas plural y vivo que el bipartidismo al que estamos acostumbrados.

    Por otra parte considero que una parte importante del PSC tiene caracter nacionalista.

    Por lo demas, yo creo que sale reforzado el catalanismo a excepcion de los modos empleados por el PP.

    Ojo al ejemplo que esta formacion nos ha dejado sobre la mesa. La ultra derecha se quedo a las puertas del Parlament pero el PP ha empleado un discurso xenofobo y ha apostado por la division. Recuerdo que en plenas elecciones, las NNGG sacaban un video que yo tildaria de inconstitucional.

    Espero que no sea este el discurso que emplee el PP en los anyos venideros porque volveriamos a los viejos tiempos.

    Yo creo que el modelo de CIU traera progreso economico para la industria catalana y olvidara a la clase media (proceso de convertirse en desprotegidos sociales en toda Europa), pero aun asi ya me gustaria que la alternativa de derechas en Espanya tuviera la altura y la responsabilidad que CIU tiene con Catalunya.

    Gracias Javi por el articulo.

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  3. Sin duda uno de tus mejores análisis electorales, Javi. El debate ya lo hemos tenido por facebook. ;D

    Sólo dos cosillas. Primero, no sé hasta que punto más participación supone favorecer cambios de mayoría. Las mismas generales de 2008, las catalanas de 1984 o las vascas de 2001 desmienten esa idea. Ahí participaciones altas o récord reforzaron las mayorías preexistentes. Segundo, estoy muy de acuerdo con lo que dice Bitdrain del PSC. Nacionalismo, soberanismo e independentismo son ideologías transversales en el espectro político catalán; la excepción son C's y el PP, que precisamente por eso son los "outsiders" del sistema de partidos. Por eso tampoco se puede medir el apoyo a la independencia simplemente sumando los votos de SI y ERC.¡Ojalá fuera tan fácil! Yo diría que la única radiografía social nítida que resulta del patrón de voto es la distinción entre un "mainstream" ideológico(tradicionalmente constante sobre el 80%) frente a esos "outsiders".

    ¡Saludos!

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  4. Muchas gracias a los tres por vuestros comentarios :)

    El PSC, dicen en La Vanguardia "ha pasado de tener varias almas a quedarse sin ninguna" (http://www.lavanguardia.es/lv24h/20101130/54078230470.html). Más bien es que tiene muchas almas pero menos cuerpo (electoral).

    Estoy escribiendo para la segunda parte del análisis electoral lo que puede hacer CiU con sus planes para la crisis económica y el momento de llevarlos a cabo: antes de las elecciones municipales, antes de las elecciones generales o después de estas. Estos tres tiempos pueden condicionar mucho futuros resultados inmediatos de convergentes, socialistas y conservadores.

    Mi afirmación de que la mayor participación beneficia el cambio de mayorías no impide el factor contrario. Habría que incluir (que no añadí, pero puedo rectificarlo) el sentimiento de cambio en el gobierno, cosa que no había (o no era más fuerte que la de mantener la mayoría existente) en 1984, 2001 o 2008, en los tres casos.

    También la mayor participación podría relacionarse con la polarización, caso de 2001 y 2008, y que no ha ocurrido ahora, con un tripartito que ya no era visto por nadie como opción política, y sin otra alternativa que la de CiU. Lo demás, como hemos visto y todos hemos dicho, son los ejes transversales que dividen a las formaciones catalanas entre sí y para sí (nacionalismo, federalismo, españolismo, izquierda-derecha...), presentados casi por separado y sin posibilidad de consenso.

    La mayor participación, en este caso, habría venido a consolidar una posición hegemónica de CiU, para evitar que un parlamento más fragmentado hiciera difícil la estabilidad política.

    No podemos, en efecto, relativizar el apoyo a la independencia sumando ERC y SI. Muchos partidarios de ella han votado a CiU pragmáticamente (incluso parte, en menor medida, a ICV o PSC). No es lo mismo, no olvidemos, el apoyo que han tenido estos tres partidos (mayor que en 2006, en su suma) con un mayor apoyo a la secesión. Los datos podrían ser bien distintos: según sondeos, el apoyo al independentismo va desde el 40% (septiembre de 2010, La Vanguardia) al 25% (cuarta oleada de 2010, Centro de Estudios de Opinión).

    Un sentimiento nada desdeñable, muy interesante para lo que dice cada partido: CiU como horizonte lejano, ERC como referéndum dentro de poco tiempo, Laporta como declaración unilateral cuanto antes. La clave que une estas tres posturas es la siguiente: el sentimiento independentista puede no crecer más, de ahí que CiU opte por el pragmatismo (que siempre será su opción en circunstancias normales), ERC (y parte de CiU) reconozca que no convocaría un referéndum si no es para ganarlo, y Laporta opta por la declaración de independencia.

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