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lunes, 20 de junio de 2011

Una España cada vez más indignada


No deja de ser una ironía que ayer, mientras cientos de miles de españoles se manifestaban pacíficamente por todo el país, el partido que dice identificarse con sus proclamas -aunque en verdad les caiga un jarro de agua fría, literalmente- decidiera, democráticamente, eso sí, propiciar con una abstención que Extremadura vaya a ser gobernada durante cuatro años por el partido que, paradójicamente, representa en España los intereses patronales, económicos y especulativos que han provocado la crisis. Que se me permita la ironía:

Sí, sí, ya sabemos. El PSOE ha dado un giro difícil de explicar aplicando medidas que dificultan la vida de millones de ciudadanos, muchos de ellos desempleados, y no la de los que controlan los resortes de la economía, los de siempre. Con ello nos sacrifica y, como pudiera parecer por los resultados del 22-M, parece que se sacrifican también ellos. Todo por la patria. Por ello, dejarles gobernar es igual que dejar a los otros, a la derecha.

Izquierda Unida, que argumenta haber escuchado a las bases y respetar su decisión -¡para una vez que uno lo hace!, déficit que tanto criticamos-, puede proclamarse la izquierda real, que es lo mismo que única. Es decir, el PSOE -sus militantes, sus electores, sus líderes- no es y no son de izquierda. El mesianismo izquierdista, el único camino posible, redentor y verdadero, la patada, en definitiva, a las partes nobles de los otros millones de electores; ésa es la democrática decisión de las bases de IU, que da también la patada a otra democrática decisión de Cayo Lara de jurar día y noche de no dar gobiernos a la derecha. Como dice Fernández Vara, presidente -aún- de Extremadura, no hay que ensañarse con IU. Lejos de tal intención, hay que respetar la decisión democrática del hermano pequeño de la izquierda, lo que no impide que nos preguntemos por qué e intentemos hallar posibles respuestas.

Dice IU, allá donde ha vacíado de contenido las palabras de Lara, que la decisión de no formar gobiernos de izquierda se debe al ninguneo socialista hacia IU o, peor, a la corrupción allí donde el PSOE pareció haberse enquistado. Son palabras muy fuertes. Sin duda, habrá un resquicio de verdad (sin negar que pueda ser total, la corrupción responde a la naturaleza humana): puede que políticos bajo las siglas del PSOE hayan metido la manita o hayan adjudicado terrenos a dedito y otras irregularidades. Hay que reconocerlo porque es peor ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio; si mal no recuerdo, hubo un candidato de IU imputado, y siguió siendo candidato el día después de que IU nos iluminara el camino de la virtud con su décalogo contra la corrupción: parece que todo lo que anuncia Cayo Lara se convierte en humo inmediatamente al día siguiente. Sobre el ninguneo, si han sido extraparlamentarios, será por decisión de los electores, obviamente. Claro que insultar a un amplio electorado que les abandonó y no les vota en masa a ellos, la única voz de los trabajadores -un retorcido análisis marxista y/o mesiánico- son palabras aún mayores. No pasarse es algo que aún les honra.

Sí, sí, algunos podrán decir que el que escribe y suscribe estas líneas es un borreguito militante más de los socialistas. Salvador Giner, en el prólogo a la edición española de Los orígenes del totalitarismo, de Hannah Arendt, dice: "(el ciudadano) tampoco se confunde con el militante, a quien absorbe la militancia hasta agotar su criterio independiente y la distancia necesaria que debe poseer el buen ciudadano frente a toda obediencia ciega". Sin negarle, por supuesto, validez a dicho argumento, no se me podría acusar de borrego, sino de tonto, porque me identifico cada vez más con esa generación, mi generación, que, como dijo Sampedro, no está perdida, sino amargada pero presente.

No es mi intención enarbolar la bandera de los "cien años de honradez" y presentar lo ocurrido como una oscura conjura para destruir al PSOE. Por supuesto, en la decisión -democrática- de las bases de IU pesan años de adoctrinamiento y rencor contra un adversario en la izquierda que recibe más votos: solo así se entiende el errático discurso del quiero y no puedo de los líderes de IU. Tampoco denunciaré al 15-M como otra conjura más contra el PSOE, ese PSOE que se sacrifica por salvar la patria, ese PSOE que nadie entiende el servicio que presta. No, si me acusarán de perroflauta como siga escribiendo...

¡Ah, debo pecar de idealista! Entre todos los insultos que pudiera recibir -tonto, borreguito, perroflauta...-, me quedaría con idealista. Sí, pertenece al mundo de las ideas que, el 23 de mayo, los dos partidos de izquierdas hubieran dicho: "vamos a negociar allí donde tenemos mayorías", que los de IU hubieran dicho todo aquello del "ninguneo y corrupción" que tanto repiten y el PSOE hubiera respondido "bueno, tenderemos puentes e intentaremos consensuar un programa". Entonces ambos hubieran dicho "sí, hay acuerdo" o "no, no hay acuerdo". Directamente IU cerró las puertas y los del PSOE se quedaron esperando, con un palmo de narices, si se me permite. Debieron haber frecuentado más las marisquerías.

Mientras el teatro -o la farsa- de los políticos prosigue con su enésimo acto, los ciudadanos, que también hacen política, se manifiestan por las calles de España. Pacíficamente, a los de Barcelona aún les duele el cuerpo de los porrazos de Felip Puig. Me indignan las malas decisiones y prácticas de ciertos políticos, pero me indigna más que sigan ninguneando a los ciudadanos y se insista en catalogarles de "antisistema" o fuera del sistema democrático. ¡Justo cuando lo que quieren es regenerar el sistema y la democracia, devolverles su significado y su misión! Marcelino Iglesias dice que la democracia necesita partidos; sí, cierto, pero necesita antes ciudadanos que se vean representados por ellos. Los partidos son sólo medios, no fines. También me indigna la consigna de relacionar indignados con abstencionistas, unos "cientos de miles" frente a esos "22 millones" de electores, como recuerda La Razón.

¡Qué mala época le está tocando vivir al PSOE! Pero peor aún para los ciudadanos, que son los que se están viendo sin empleo, sin pensiones, sin Estado del bienestar. No olvidemos, para alejarnos un poco del idealismo y volver a la realidad, que es la Unión Europea controlada por los mercados financieros la que está imponiendo un modo de salir de la crisis que pasa por la destrucción del Estado, la desprotección del trabajador y la consolidación de una economía no basa en la libertad de mercado, sino en la ley de la selva. No olvidemos que frente a eso los partidos socialdemócratas han pecado de ingenuos y han podido/querido afrontar juntos una solución alternativa; pero sí, sigo pensando que el PSOE puede y debe escuchar con más interés que ningún otro partido.

2 comentarios:

  1. Yo creo que obvias el único dato objetivo que hay en el asunto de IU, y es que IU dijo una cosa antes de las elecciones e hizo otra después. Una de dos: O Cayo Lara mintió, o prometió algo que no estaba en condiciones de prometer. En ambos casos la credibilidad de Lara y de IU quedan muy tocadas, porque si no son capaces de cumplir una simple promesa de partido (que sólo depende de ellos)¿Qué puede esperarse de promesas electorales de realización más compleja? Si no quieren dar el apoyo al PSOE en algunos sitios, me parece bien. Pero que lo digan. Todas las encuestas preelectorales apuntaban a este escenario en Extremadura, pero IU nunca desmintió antes del 22 de marzo eso de "ni por activa ni por pasiva".

    En cuanto a lo de la indignación, yo cada vez me identifico más con lo que decía Felipe González de "Soy un radical en lo que quiero a la sociedad; pero en cuanto a los medios para conseguirlo, soy conservador". Estos días he estado leyendo a Sartori, y he de decir que coincido plenamente con sus planteamientos liberales y moderados sobre la Democracia, que vienen que ni pintados para advertirnos sobre los peligros y efectos indeseados que este movimiento de "indignación" puede tener...me quedo con un par de perlas "chocantes" pero muy acertadas: "La alternativa al elitismo es el populismo". "Una cosa es quejarse (de las democracias) y otra desacreditarlas por principio (...) hay un descrédito inmmerecido: el que deriva de un perfeccionismo que sin tregua, sube demasiado la apuesta. La ingratitud parece caracterizar al hombre contemporáneo y la desilusión (...) es también el culatazo de una promesa demasiado inalcanzable. El verdadero peligro que amenaza la democracia (...) está en reclamar una "verdadera democracia" que desbanca y repudia la que hay". Me parece profético.

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  2. No, no, no se obvia: "(IU) da también la patada a otra democrática decisión de Cayo Lara de jurar día y noche de no dar gobiernos a la derecha" y "todo lo que anuncia Cayo Lara se convierte en humo inmediatamente al día siguiente". Personalmente, creo que si Cayo Lara no está en condiciones de convencer a su partido, o bien cambia su línea y defiende lo que quiere IU o dimite por discrepancias y coherencia.

    De Sartori, me gustan mucho sus estudios sobre los sistemas de partidos; ahora bien, en sus opiniones estoy más bien disconforme, porque creo que se equivoca. Ni elitismo, ni populismo. Hay que recordar que el precio de la libertad es mantenernos despiertos, a la vez que recordar a los padres de la Ilustración: hay que desconfiar SIEMPRE del poder, porque siempre intentará degenerar en despotismo. Siempre.

    Sartori tiene una opinión demasiado catastrofista, muy orteguiana. Sin duda tiene sus motivos para preocuparse, porque también comparto que no hay que confiar excesivamente ni en el gobierno ni en el poder de las masas, porque ambas pueden degenerar en totalitarismo. Rousseau, el gran ilustrador de la democracia popular, ya advirtió que su degeneración en oclocracia haría que una fracción del pueblo usurpara sus funciones en su nombre.

    Creo que esto es lo que subyace en el pensamiento, no solo de Sartori, sino de muchos de los comentaristas contemporáneos al hablar sobre estos acontecimientos, a mi entender, con más ánimo de desprestigiar que de realmente preguntarse por qué se está desarrollando.

    Se desprestigia el "perfeccionismo". Yo no lo llamaría así, lo denominaría inconformismo. Me pareció muy buena una argumentación de un socialista de base al decir que él no era antisistema pero tampoco prosistema, porque el objetivo del socialismo es transformar la sociedad. Ergo, es imposible mantenerse cómodos en el sistema actual. Trabajar en él sí, pero para transformarlo. Es la base del reformismo marxista de Kautsky y de Engels y también del revisionismo de Bernstein. Eso, ¿lo ha olvidado el socialismo? No lo sé, pero sí que es cierto que en el sistema se está muy cómodo, y ese es otro de los riesgos del poder, su conservadurismo y su interés por sobrevivir con el mínimo de cambios posibles, el gatopardismo, en definitiva.

    Por ello, el inconformismo es necesariamente implícito a la democracia. Estoy de acuerdo en programas máximos, en exigencias, pero no en maximalismos: la apuesta debe ser alta para ganar más en el consenso que ha de existir en nuestra sociedad. Eso es lo que diferencia la socialdemocracia del leninismo y lo que ha sido, a la postre, el éxito de este primero, quizás hasta morir de éxito.

    En fin, soy incapaz de explicar más con menos, ya se ha visto. Un saludo ;)

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