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miércoles, 24 de octubre de 2012

Elecciones vascas y gallegas (y II): Euskadi, paz, nacionalismo y alternancia

El mapa del tiempo de "Euskal Herria" de ETB podría volver a las pequeñas pantallas.


Siguiendo con la estela de la entrada anterior, ahora pasaré a exponer mi visión del resultado electoral en Euskadi. En esta región, las encuestas han predicho la realidad sin grandes diferencias: el leve decline del PNV, la emergencia de la izquierda abertzale, la caída de PSE y PP y, entre los pequeños partidos, UPyD mantiene su escaño gracias al reparto de escaños por los territorios históricos y Ezker Anitza y Ezker Batúa pagan su división quedándose sin representación parlamentaria.





Está claro que estas elecciones vascas son las primeras sin una grave "anomalía", es decir, sin la amenaza de ETA y sin la existencia de una izquierda abertzale que, con su silencio o apoyo expreso, fuera la voz política del terrorismo. En lugar de eso, y siguiengo el ciclo comenzado en las municipales del año pasado. La anomalía de 2009 no era la exclusión de la izquierda abertzale, pues esta estaba representada en Aralar y EA, formaciones claramente contrarias a la violencia en ese momento. Tampoco la anomalía era la Ley de Partidos, pues esta sigue vigente. Lo que ha cambiado es la izquierda abertzale y, aunque viejas actitudes siempre son difíciles de cambiar y su estrategia actual pacífica no oculte que siguen existiendo grupos de talante poco pacífico y democrático, es loable este paso y hay que aceptarlos como un grupo político más, así como a animarle que siga por ese camino y contribuya a reducir esos ánimos violentos. No hay que olvidar que cien mil votantes avalaron la consigna del voto nulo en 2009, cuando ETA mantenía su amenaza y la izquierda abertzale mayoritaria seguía a su siniestra sombra.

El crecimiento de la izquierda abertzale es notable. Comparando datos, sus resultados globales marcan una tendencia al alza. Comparado con 2005, con los datos de EHAK y Aralar, suma 100.000 votos. Respecto a 2009, sumando los resultados de Aralar, Eusko Alkartasuna y el voto nulo, suma 75.000 electores. Estos nuevos electores pueden venir del PNV, en menor medida, porque pierde pocos votos. En una opinión arriesgada y personal, esos votos también pueden venir mayoritariamente del PSE, a menos que se haya dado un cambio de electores que en 2009 optaron por la abstención, abertzales en ese momento -o sensiblemente próximos ideológicamente pero no fieles, que siguieron la consigna del voto nulo-, y en 2012 socialistas desencantados por el desprestigio del PSOE y por el pacto con el PP. El voto indignado, de protesta que en otras regiones iría a IU, ha sido capitalizado por EH Bildu. No obstante, su gestión en Guipúzcoa parece acusar cierto desgaste, a merced de una pérdida de votos en esa provincia y al verse superada por el PNV y el PSE en algunos ayuntamientos gobernados por la coalición soberanista, lo que es en sí una buena noticia: la ciudadanía les ha votado por algo, y por algo también puede dejar de votarlos. También, la coalición no ha conseguido una de sus aspiraciones, que era empatar o superar al PNV y, en lugar de eso, se ha quedado muy por atrás: de un posible empate a 24 escaños y superarles en votos se han quedado 27 a 21 y con cien mil votos de ventaja para los jetzales.

La presencia de la izquierda abertzale hace que el resto de partidos pierdan espacio. De Ezker Anitza, la federación vasca de IU, y Ezker Batúa, se puede decir que no consiguen el voto de protesta y, sumados a Equo, en conjunto las tres formaciones superan los votos de Ezker Batúa en 2009, cuando aún estaba ligada a Izquierda Unida. La división ha perjudicado a la izquierda alternativa, pero también los tradicionales problemas de esta izquierda en una sociedad que opera con dos ejes distintos -izquierda/derecha y nacionalismo/no nacionalismo- donde EB e IU se mueven con mucha dificultad, teniendo la izquierda nacionalista el referente abertzale de turno y la no nacionalista al PSE-EE. De haber concurrido juntos Ezker Anizta y Ezker Batúa, habrían conseguido tres escaños. Programáticamente, las diferencias entre ambas formaciones son relativas, la confusión entre ambas bastante grande y, en competencia con Equo -que con un 1% de los votos en un espacio tan reducido es un resultado notable-, el electorado ha dividido su voto. En un gesto que le honra, Mikel Arana, líder de Ezker Anitza, carga con la responsabilidad por el fracaso y ha dimitido.

La bajada del PP es relativa, pierde una cantidad de votos bastante parecida al PNV y, al igual que el partido nacionalista, 3 escaños. Con todo, su reducida presencia convierte a su grupo parlamentario en prácticamente irrelevante: un hipotético apoyo en solitario del PP al PNV en Ajuria Enea frente al resto de partidos no sería suficiente. La presencia en La Moncloa, que parece favorecer a los partidos no nacionalistas en su particular lucha por la primacía en ese campo, no lo ha beneficiado; es seguro que los recortes de Rajoy, aunque no hayan provocado una bajada considerable de los conservadores, sí que han impedido un resultado distinto. El reto para los populares vascos, y para Rajoy también, es impedir la radicalización de la derecha españolista en un momento donde es seguro que la tensión nacionalista siga subiendo: cualquier radicalidad de esta derecha, alimentada por los refunfuños de Mayor Oreja y de los periodistas más derechistas como Isabel San Sebastían, solo puede ir en beneficio del discurso victimista y separador de la izquierda abertzale. Los radicalismos se retroalimentan, como ya sabemos.

Un dato que tiene una comparación con las elecciones gallegas es el resultado de UPyD. A escala nacional, todas las encuestas predicen una subida de la formación de Rosa Díez en caso de celebrarse elecciones generales. Pero es indudable que su discurso, federalista de forma pero centralista y uniforme de fondo, no prende en las regiones históricas de España. No suben en votos ni en Galicia ni en Euskadi -aunque la conservación de su escaño en Vitoria es una alegría para aquellos que vemos con agrado la pluralidad política- y, seguramente, en Cataluña tampoco cosecharán resultados relevantes. El partido magenta debería analizar seriamente ese rechazo que genera en esos territorios y que dificultan mucho su condición de partido nacional.

Sin duda, el gran derrotado en Euskadi como en Galicia es el PSOE. El PSE de Patxi López ha dirigido un gobierno que sin grandes estridencias ha supuesto cambios importantes para Euskadi, más allá de aquel mapa del tiempo de ETB. Ha sido una legislatura donde se ha puesto la primera piedra para el fin de ETA y para el principio de la convivencia pacífica, donde los socialistas han intentado marcarse como alternativa de gobierno al PNV, donde la crisis también ha hecho mella pero donde se ha actuado bastante bien. Los resultados del domingo ponen punto y final a esa etapa y abren una nueva. El PSE vuelve a niveles de apoyo de antaño, la caída es importante aunque la presencia de EH Bildu tiene bastante que ver, la expectativa de perder el poder quizás también ha tenido mucho que ver en su pérdida de votos, por la dificultad de representar una alternativa en un momento de polarización entre PNV y EH Bildu, así como por la indignación que también existe en Euskadi y de la pérdida de credibilidad del PSOE. Al PSE también le toca reflexionar mucho el camino a seguir ahora, si buscar pactos con el PNV para buscar estabilidad y huir de la radicalidad soberanista, pero también para renovarse y evitar que la sangría siga, en un momento en que la izquierda alternativa no nacionalista está dividida y que la opción alternativa a la izquierda socialista es la izquierda soberanista.

El PNV, pese a su leve bajada, ha ganado claramente y la aritmética electoral le coloca en la posición de que sea su líder, Íñigo Urkullu, quien lidere el nuevo gobierno vasco. Las encuestas preveían, a la vez que una mayoría nacionalista, que se ha cumplido sin sorpresas, una mayoría de izquierdas EHBildu+PSE que no se ha cumplido. No hay mayoría de derecha PNV+PP, que como esa hipotética mayoría de izquierda se queda a un escaño de la mayoría absoluta. Pero Euskadi no es Asturias y el voto de UPyD difícilmente será decisivo en algún momento. Una mayoría PNV+PP garantizaría a Urkullu emprender una política de recortes si llegara el caso, como la mayoría de la que gozó Artur Mas para ejecutar los recortes más dolorosos de la historia de Cataluña, pero ya sabemos que eso no evitaría una deriva soberanista. Una mayoría nacionalista PNV+EHBildu puede funcionar para los temas identitarios, y sin duda funcionará si la política vasca se radicaliza en ese aspecto. PNV y EH Bildu, pese a compartir su idea de una Euskal Herria independiente, difieren bastante del camino a seguir; la izquierda abertzale, además, mantiene la aspiración de sustituir al PNV como partido hegemónico del nacionalismo vasco e intentará contraponer su modelo de país a la política que desarrolle Urkullu, de momento más centrada en la economía y en la crisis. Los abertzales, a diferencia de los jetzales, están más preocupados por el tema identitario porque su alternativa económica es más difusa y no exenta de las mismas críticas que se dirigen a otras administraciones. Por eso, es dudoso que llegara a darse un gobierno de coalición nacionalista, pese a ser la principal preferencia de los vascos. Los abertzales no quieren diluirse en la gestión del PNV. 

Una mayoría PNV+PSE sería más sólida, mantendría la influencia de los socialistas, pero es también difícil por las malas relaciones entre socialistas y peneuvistas; al menos, la coalición está seguramente descartada. El PNV seguirá el ejemplo de Patxi López de gobierno en minoría y buscará apoyos puntuales para según qué casos y con el beneficio de que es casi imposible de componer una mayoría alternativa, al menos en el contexto actual. Al nuevo gobierno, sea como sea, le espera seguir gestionando el final de ETA, la normalización política y la cuestión de los presos, cosas en las que es necesario integrar a la izquierda abertzale a la vez que pedirle cierta voluntad de crítica de su pasado y ánimo integrador. También debe gestionar el sentimiento nacionalista y ver si cae o no en las tentaciones en las que ha sucumbido Mas, y ganarse la enemistad de los no nacionalistas. Por último, y no menos importante, le queda enfrentarse a la crisis económica y comprobar cuáles son sus diferencias respecto a los socialistas, y qué grado de éxito o fracaso les espera en ese campo.

Enlaces de interés:
"A por Basagoiti", Juan Mari Gastaca, (Blog Sirimiri en El País, 22/10/2012).
"Cómoda posición para Urkullu", Luis R. Aizpeolea (El País, 22/10/2012).
"Elecciones nacionales", editorial de El País, 22/10/2012.
"El independentismo roza el récord", Fernando Garea (El País, 23/10/2012).
"¿Por qué todo el futuro es para Feijóo y poco para Patxi?", Javier Casqueiro (El País, 22/10/2012).
"Tarea a compartir", editorial de El Correo, 23/10/2012.

martes, 23 de octubre de 2012

Elecciones vascas y gallegas 2012 (I): Galicia, cheques, sorpresas y desapego





A grandes rasgos, las dos elecciones autonómicas del domingo pueden darnos varias claves: el PP mantiene Galicia pese -y no gracias- a la nefasta política económica y antisocial del Gobierno de Rajoy, el PNV volverá al Gobierno vasco aún sin saber de la mano de quién o quiénes o qué hará en materia económica, el PSOE es incapaz de liberarse de la desconfianza que provoca en el electorado y, como última clave y a consecuancia de la anterior, a su izquierda se forman grandes movimientos políticos de protesta, concretados en EH Bildu -este también por otras razones- en Euskadi y por Alternativa Galega en Galicia, además de un gran incremento de los votos en blanco y nulos.






En el caso gallego, todo parecía indicar que Feijóo iba a tener complicado mantener la mayoría absoluta y, en la izquierda, la incógnita era si Alternativa Galega de Esquerdas, la coalición de Esquerda Unida y el partido de Beirás iba a conseguir ningún o uno o dos escaños. Las encuestas erraron y a Feijóo le salió bien la jugada de adelantar las elecciones, antes de que Rajoy profundice en sus políticas impopulares: aunque ha perdido una cantidad nada despreciable de votos -más de 135.000- la izquierda ha perdido muchos más, ya que la suma de PSdeG, BNG y AGE pierde más de 170.000, pese al gran ascenso de estos últimos. 

Es notorio que los votos de Alternativa Galega vienen, sobre todo, del BNG, en la batalla particular sostenida entre un Bloque controlado por el comunismo nacionalista de la Unión do Povo Galego, difuminada su condición de "frente popular" del nacionalismo gallego, y la AGE que, encabezada por Beirás, ha ganado la partida quedando por delante del viejo BNG. Los otros escindidos del BNG, la derecha de Compromiso por Galicia, quedan muy por detrás con un 1,1% de los votos. Pero en la nueva AGE también han recibido votos de antiguos votantes socialistas que, posiblemente de no haber existido esta opción, habrían ido a la abstención como ha hecho otro gran número de votantes socialistas, o habrían mantenido su voto sin mucha convicción. Como apunte, es necesario destacar el gran aumento de la opción del voto en blanco y del voto nulo, que suman alrededor de 75.000 votos, confirmando el desapego por las limitaciones de la política.

Convicción. Confianza. Son las palabras malditas para el PSOE. Es obvio que no hay que dudar del compromiso del socialismo con el Estado del Bienestar y de la comprensión de las responsabilidades que se deben tener al gobernar en cualquier administración. Pero no es suficiente para muchos electores. Al PSOE aún le pesa la mala gestión de los primeros años de crisis, y eso ha sido suficiente para que el PP, libre de competidores potenciales cercanos ideológicamente -UPyD no despega como en otras regiones y el partido de Mario Conde no ha convencido a casi nadie-, vuelva a ganar pese a su desgaste. El PSOE pierde y no consigue votos, incapaz de transmitir ilusión al electorado, anatemizado por buena parte de la izquierda y con los lazos con la intelectualidad progresista deshechos.

El PP quiere -y ya lo hace- presentar la victoria de Feijóo como una validación a sus políticas nacionales. Es dudoso que así sea. Rajoy podrá respirar un poco, pero no mucho: los resultados de Euskadi no son nada buenos para él y seguramente los de Cataluña sean aún peores; además, sobre España aún pesa la sombra del rescate. Los problemas siguen sin solucionarse y está por verse que en 2013 haya "brotes verdes" para este Gobierno. Al PP le sigue beneficiando la inexistencia de opciones que compitan nacionalmente en el campo de la derecha, así como la división de la oposición: desgraciadamente, está claro que el proyecto neoliberal que puede ofrecer el PP es el único de la derecha; desgraciadamente, también, la izquierda presenta demasiadas divisiones y enfrentamientos internos, divididos entre la consciencia de la responsabilidad que supone gobernar y el populismo ansioso de pontificar que es la "única y verdadera izquierda". Es esa misma izquierda, por cierto, que permite pasar los presupuestos del gobierno derechista de Extremadura.

Seguramente, de haber existido en Galicia un proyecto ilusionante e integrador de izquierda, las cosas serían distintas. Es indudable que buena parte de esta incapacidad se deba al recuerdo de los últimos años del Gobierno de Zapatero, así como al recuerdo decepcionante del bipartito gallego, que no consiguió ofrecer un modelo de Galicia alternativa al del PP regional, que aprovechó ese tiempo para renovarse. Es también indudable que otra buena parte de los malos resultados del centro izquierda se deban a direcciones políticas bastante desnortadas. En La Voz de Galicia, Roberto L. Blanco Valdés escribe:

"[Los partidos de hoy] son organizaciones controladas por los profesionales de la política que, una vez encaramados en el grupo dirigente, consideran toda ida que se aparte de la línea oficial una herejía cuando no una traición inadmisible. Y así, aquellos intelectuales colectivos que hace un siglo soñó Gramsci se han convertido en partidos cerrados y profundamente jerarquizados, cuyos dirigentes practican una selección inversa de las élites con la finalidad de evitar la entrada de militantes cualificados con posibilidad de disputar la silla a los que mandan".

Gramsci. El recurso al certero pensamiento de uno de los grandes intelectuales italianos no puede ser más acertado. Aplicado al caso del PSOE, el partido está perdiendo sus lazos con la sociedad, no es capaz de integrar a más gente con ideas no ceñidas al control de una organización declinante -como puede ser el caso del PSM- y la jerarquía y el dominio desdibujan a una militancia decaída y retrasan los debates a momentos acaso más propicios. Para los que lo dominan, se entiende. Siempre que ocurren derrotas así se oye decir "tenemos que tomar nota". Esa es la reacción admitida para el grupo dirigiente, porque es neutra, difusa. Pero cuando se existen voces que piden algo más, como revisar la dirección dada y pedir responsabilidades, lo que se oye, desde altas instancias y agradecidos es "ahora no toca". Suele ocurrir que nunca se toma nota y nunca es la hora de que toque. Y así podría entenderse la situación actual del PSOE. Es más necesario que nunca que el PSOE, que es un partido sensato, consciente de la historia reciente de España -porque también ha sido su propia historia-, sea de nuevo un partido centrado en la sociedad, que sea entregado a la sociedad y no sea controlado por un grupo dirigente. Urgen más que nunca debates abiertos, integrar a gente nueva y rehacer los lazos con la sociedad para volver a crear un nuevo bloque que dispute la hegemonía.

¿Y será verdad que Alternativa Galega es la "Syriza gallega", como no se cansan de mencionar las voces más izquierdistas, algunas tan relevantes como Pablo Iglesias Turrión? Yo, personalmente, lo dudo. Es notorio que la existencia de una amplia indignación en la ciudadanía ha calado sobre todo en los más progresistas y en los más perjudicados por la crisis económica, que se traduce en un voto a las opciones más radicales. AGE, por fortuna o infortunio, es conocida por "lo de Beirás". Su crecimiento impresionante -y loable, dada las grandes energías que compensaron la falta de recursos- se debe, sobre todo, al carisma del viejo líder del BNG unido al sentimiento de indignación. Ha pescado allí donde había peces. No obstante, AGE no es una formación ideológicamente coherente; ha tenido, eso sí, grandes resultados hablando más de la crisis y de lo social que de nacionalismo y de modelo de Estado. Mientras hablen contra la gestión de la crisis de Feijóo, les irá bien, y la presencia de Beirás en el parlamento gallego asegura que los portavoces socialista y del Bloque, sean los que sean, habrán de ponerse las pilas para destacar entre los discursos de Feijóo y Beirás. Si, por el contrario, llegan a hablar de modelo de Estado, será un punto de división: sabemos que Beirás es un nacionalista convencido y que la gente de EU habla alegremente del mal concepto que tiene IU del federalismo. También sabemos que la mayoría de gallegos sabe muy bien lo que significa Galicia y lo que significa España: a diferencia de Euskadi, en Galicia no ha entrado en la campaña el modelo de país que se quiere.


Enlaces de interés:
"Desapego", de Alfredo Vara, (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", de Roberto L. Blanco Valdés (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Feijóo y Beirás: tanto monta, monta tanto", de Xosé Luis Barreiro Rivas (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Galicia y el efecto Syriza", de Pablo Iglesias Turrión (Blog Otra vuelta de tuerka, Público, 22/10/2012).
"La factura del bipartito", de I. Bermúdez de Castro (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"La irrupción de AGE en Galicia crea un referente para toda la izquierda", (El País, 22/10/2012).

Nota: más tarde subiré mi opinión de los resultados de Euskadi.

martes, 2 de octubre de 2012

Elecciones legislativas de Estados Unidos de 2012


Como hace dos años, este blog vuelve a contar con la colaboración de Dion Baillargeon para acercarnos un poco al desarrollo de las elecciones legislativas de Estados Unidos, en esta ocasión coincidiendo con las elecciones presidenciales. Ambas convocatorias son de las más reñidas de la historia reciente de Estados Unidos y, aunque las presidenciales entre Obama y Romney acaparan toda la atención mediática, las elecciones legislativas tienen una importancia especial, ya que el control de la Cámara de Representantes y del Senado es imprescindible para que el presidente norteamericano para el período 2013-2017 pueda llevar a cabo su agenda política sin obstáculos. En especial, si Obama es reelegido presidente, el control del legislativo por los demócratas puede salvar el programa sanitario del presidente u Obamacare.


El Congreso de los Estados Unidos está compuesto por la Cámara de representantes, que cuenta con 435 miembros elegidos en distritos uninominales repartidos con criterios demográficos, y un Senado de 100 miembros. Cada Estado tiene dos senadores independientemente de su número de habitantes. Los representantes son elegidos cada dos años y los senadores cada seis, de modo que cada dos años 33 senadores y la totalidad de los representantes han de someterse al veredicto de las urnas. La fecha de las elecciones legislativas coincide con las presidenciales cada cuatro años: este año es el 6 de noviembre.

En las elecciones legislativas de noviembre de 2010, los republicanos lograron hacerse con el control de la Cámara de representantes. Entre sus atribuciones está la de aprobar el presupuesto anual y el llamado “techo de gasto”, la cantidad máxima de deuda pública que el departamento del Tesoro puede emitir. El año pasado, la oposición republicana a aumentar el gasto público (alimentada sobre todo por los nuevos legisladores del intransigente tea party) retrasó durante semanas un acuerdo sobre una necesaria elevación de ese techo de gasto, colocando al país al borde de la suspensión de pagos. En consecuencia, en agosto de 2011 Stardard&Poor’s rebajó la calificación crediticia de los Estados Unidos por “su improvisada política fiscal”, China tuvo que retrasar importantes decisiones de política monetaria, y las bolsas europeas vivieron las semanas más volátiles del año, sufriendo  pérdidas sensibles. Dicho de otro modo: un granjero de Missouri elige a un legislador republicano, y la consecuencia última es que una  gran empresa española pierde parte de su valor.

Pues bien, lo que se nos viene encima en 2013 es mucho, mucho peor; los medios americanos lo llaman “the fiscal cliff”,  y consiste en lo siguiente: a principios de año expirarán automáticamente una serie de medidas de gasto extraordinarias (como la prórroga de los famosos recortes de impuestos de Bush) que supondrán una dramática reducción del déficit. Si las cosas siguen su curso,  la oficina del presupuesto del Congreso prevé una contracción de más del 1% del PIB el próximo año. No hace falta decir que una nueva recesión de la economía americana tendría consecuencias globales que muy bien podrían afectar a nuestro ya maltrecho país.

Por tanto son muchos los economistas que abogan por llegar a un nuevo acuerdo que mitigue los recortes de gasto público del próximo año, pero de momento Obama y los republicanos no parecen cercanos a entenderse. Los demócratas han decidido tomar ofensiva en este  tema, proponiendo una prórroga de los recortes de impuestos sólo para aquellos que ganen menos de 250.000 dólares anuales; por su parte, los republicanos dicen que sólo apoyarán la prórroga de los recortes en su integridad. La composición del Congreso la próxima legislatura será por tanto de vital importancia para estas negociaciones.
Creo que son razones más que suficientes para estar atentos a lo que pasa con las elecciones legislativas este noviembre. Para empezar, hay que decir que es altamente improbable que los demócratas recuperen en control de la Cámara de representantes; en cambio, en el Senado (actualmente con una algo escasa mayoría demócrata de 53 a 47) sus expectativas han mejorado los últimos meses. 

Senado:

Hasta hace poco, parecía seguro que los demócratas iban a perder el Senado en 2012. Para empezar, de los 33 senadores que se presentan 23 son demócratas y sólo 10 republicanos. Si excluimos una docena de escaños “seguros” (es improbable que la demócrata Dianne Feinstein de California o el republicano Orrin Hatch de Utah ganen por menos de 20 puntos), la parrilla de salida sigue siendo complicada para los demócratas: han de defender 16 puestos, mientras que sólo hay unos 5 en manos republicanas que se encuentren de verdad en liza. La razón es que se someten a su primera reelección  los senadores de la hornada de 2006, un año en el que los demócratas (propulsados por la impopularidad de Bush y la guerra de Irak) lo ganaron casi todo. También en sitios en los que ahora es complicado repetir victoria.

Para conseguir un control efectivo del Senado, los republicanos (que confiaban en  conservar todos y cada uno de sus 10 escaños en liza) sólo tenían que ganar a 4 de los candidatos demócratas vulnerables. Tan fácil parecía esta tarea que, hasta hace un año, expertos y estrategas conservadores como Dick Morris apuntaban la posibilidad (algo exagerada) de que los republicanos lograran  quedar cerca de una supermayoría de 60 senadores, lo que además privaría a sus adversarios demócratas del poder de veto sobre las votaciones que posee la minoría en esa cámara. Dado que  los Estados de Missouri y Nebraska parecían inclinarse decididamente por ellos, los republicanos sólo necesitaban en realidad ganar dos de la media docena de los escaños demócratas más disputados. Tenían una ventaja clara en varios de ellos como Dakota del Norte, Montana o Wisconsin, y estaban en empate técnico o con una ligera ventaja en Virginia o Massachusetts.  Pensar en una mayoría republicana de 54 o 55 no parecía descabellado hace sólo unos meses, pero de repente las cosas empezaron a torcerse. Veamos dónde y cómo:

Maine. A pesar de ser sólidamente demócrata a nivel presidencial, este Estado de Nueva Inglaterra está representado por dos senadoras republicanas de orientación moderada (una auténtica especie en extinción en la política estadounidense). Pues bien, la senadora Olympia Snowe anunció en febrero que no se presentaba a un cuarto mandato (con alguna crítica al actual posicionamiento de su partido). De este modo se abrió el camino a la candidatura de Angus King, antiguo gobernador del Estado que se presenta como independiente pero que seguramente se unirá al caucus demócrata. Esto supone para los republicanos la pérdida de un asiento que estaban seguros de seguir conservando, porque King tiene una enorme ventaja en las encuestas de unos 20 puntos. Aquí, todo el pescado está vendido.




Missouri. En unas bochornosas declaraciones que llegaron a copar las portadas de la prensa internacional, el candidato republicano Todd Akin aseguró que una mujer no puede quedarse embarazada en caso de violación legítima. Esto ha revivido las posibilidades de reelección de la senadora Claire McCaskill, que hasta entonces languidecía en las encuestas. Akin, que había ganado unas ajustadas primarias con el apoyo del tea party, al principio fue presionado por su propio partido para que abandonara a favor de otro candidato más viable. No obstante, ante su empecinamiento (y las circunstancias crecientemente adversas) algunos donantes republicanos han vuelto a acercarse tímidamente a él. Ahora mismo McCaskill se ha convertido en la favorita a la reelección, pero su ventaja en las encuestas no es tan sólida como para descartar aún del todo una victoria republicana. Como curiosidad, cabe mencionar que este es el mismo escaño que ocupó el presidente Truman entre 1935 y 1945. No dejéis de echarle un ojo a este Estado el día de las elecciones.




Massachussetts. En agosto de 2010 murió Ted Kennedy, el viejo león del Senado, y en las elecciones especiales celebradas para completar el resto de su mandato se impuso por sorpresa el republicano Scott Brown. Su rival demócrata de este año, la profesora de Harvard Elisabeth Warren, es una popular escritora y  todo un símbolo de la defensa de los derechos de los consumidores.  Su fama y su marcado perfil progresista movilizarán sin duda a los votantes de ambos partidos. A pesar de que Brown ha disfrutado durante muchos meses una ligera ventaja en las encuestas (lo cual no es poco meritorio en este Estado profundamente demócrata), Warren ha conseguido ponerse en cabeza tras la exitosa convención de Charlotte y el escándalo de Todd Akin. No obstante, la media de realclearpolitics  le concede poco más de un punto de margen. Este es sin duda uno de los enfrentamientos electorales más reñidos y significativos de la noche del 6 de noviembre: si gana, Warren se reforzará como una de las figuras de referencia del progresismo a nivel nacional; en cambio, si gana Scott se confirmará una de las más grandes humillaciones electorales que han sufrido los demócratas esta última década.

Wisconsin. Esta es otra de las elecciones estatales con mayor carga política de 2012. Los republicanos confiaban en que este iba a ser uno de los Estados clave para sellar su conquista del Senado, gracias a una serie de acontecimientos que han movilizado notablemente su base local. Además de derrotar al popular senador demócrata Russ Feingold, en 2010 también lograron elegir gobernador a Scott Walker, que fue luego forzado a convocar elecciones anticipadas hace sólo cuatro meses por una revuelta de los empleados públicos en contra de una ley que limitaba sus derechos de negociación colectiva. La subsiguiente victoria de Walker, la designación del nativo Paul Ryan como candidato a la vicepresidencia, el retiro del veterano senador  demócrata Herb Kohl (que deja abierta la competición por el escaño que ha ocupado durante más de dos décadas) y la candidatura del antiguo gobernador Tommy Thompson dibujaban un escenario inmejorable para los republicanos. Hasta hace pocas semanas, Thompson disfrutaba de una razonable ventaja sobre su competidora, la joven demócrata progresista Tammy Baldwin, pero las encuestas han dado un vuelco: ahora es Baldwin la que va en cabeza. Si bien la distancia no es insalvable ¿será esta otra oportunidad perdida para los republicanos?

Indiana. El veterano senador Richard Lugar ha sido aquí la última víctima republicana del radical movimiento del tea party en unas elecciones primarias. De haber podido presentarse al que hubiera sido su séptimo mandato en el Senado, Lugar probablemente hubiera sido reelegido por un amplio de margen; no obstante, su apoyo a la reforma migratoria y a los nombramientos de Obama para la Corte Suprema le valieron un profundo odio de los más conservadores (como muestra, valga este video de Dick Morris) que a la postre lograron imponer a Richard Mourdock como candidato. Mourdock y el candidato demócrata, Joe Donnelly, se encuentran ahora totalmente empatados. Aunque Indiana se inclina decididamente hacia los republicanos para las elecciones presidenciales (lo que puede resultar instrumental para una victoria de Mourdock), lo cierto es que los republicanos ven con incertidumbre el resultado para un escaño por el que no deberían estar preocupándose. ¿Le puede volver a costar, como ya sucediera en 2010, el tea party el control del Senado a los republicanos?

En resumen: el súbito empeoramiento de las perspectivas del GOP en estos cinco Estados ha puesto en duda que pueda hacerse con el Senado este año.  Parece que  Montana, donde el demócrata Jon Tester tiene problemas, y Nebraska siguen escoradas de su lado; pero estas hipotéticas victorias serían neutralizadas por la ya segura e inesperada pérdida de Maine y quizá una derrota en Massachussetts (lo que dejaría igual el actual status quo  de 53/47). Además, están a la defensiva en lugares que no esperaban como Indiana. Asumiendo que no sean derrotados en este último Estado (ni en ningún otro, como Nevada o Arizona), los republicanos necesitarían ganar en Dakota del Norte (donde van por delante), además de en tres de estos cuatro: Missouri, Wisconsin, Conneticut y Virginia (donde van ligeramente por detrás). No perder Massachussetts implicaría que sólo tendrían que ganar en dos Estados de este último grupo, lo que facilitaría algo las cosas. La improbable vía alternativa es remontar en Estados que hace un par de años soñaban con conquistar pero que ahora parecen difíciles, como Florida, Ohio o Pennsylvania.

Cámara de Representantes:

Hacer un análisis o una predicción electoral sobre la Cámara de Representantes es aún más complejo que hacerlo sobre el Senado o las elecciones presidenciales. El gran número de distritos uninominales, la posible volatilidad del voto, los incontables factores locales o la falta de encuestas públicas son sólo algunas de las dificultades con las que nos encontramos. No obstante, no parece probable que Nancy Pelosi,  actualmente la líder de la minoría demócrata, vaya a recuperar el próximo enero  la presidencia de la cámara.

En 2010 los demócratas obtuvieron 193 escaños, y los republicanos 242; por tanto, para llegar a la mayoría de 218, los demócratas necesitan imponerse en 25 distritos nuevos. No obstante, según las estimaciones del New York Times y RealClearPolitics, para lograrlo los demócratas deberían no sólo hacerse con la veintena de escaños más disputados, sino también derrotar al menos a una docena de republicanos que parten como favoritos.

Existe un indicador sobre la intención genérica de voto  para el Congreso; es decir, una media indicativa de la gente que piensa votar republicano o demócrata en su distrito. Aunque ahora mismo ambos partidos se encuentran literalmente empatados (lo cual en principio podría parecer un mal augurio para el partido que ostenta la mayoría), el siempre meticuloso Nate Silver estima que los demócratas necesitan tener entre 4 y 5 puntos de ventaja en ese indicador para tener una posibilidad de hacerse con la cámara. Una de las causas de este fenómeno es el infame abuso que los republicanos han hecho del gerrymandering: la manipulación de las lindes de los distritos electorales de un Estado, normalmente para fusionar zonas habitadas por minorías (todas ellas marcadamente demócratas). Esto altera la demografía del resto de distritos del Estado en su favor, al disminuir la proporción de esas minorías. La huella de esta práctica se nota sobre todo en el sur profundo. Os invito a que examinéis la composición de las delegaciones al Congreso de Estados como Alabama, Mississippi o Georgia: entre una abrumadora mayoría de congresistas republicanos suele haber unos pocos demócratas, invariablemente elegidos por llamativos márgenes, y que (¡qué casualidad!) son prácticamente todos afroamericanos.

Dicho esto sólo cabe llamar la atención sobre algunas de las elecciones a la Cámara de representantes más llamativas, y que puede ser interesante seguir la noche del 6 de noviembre. En primer lugar, destacaría el noveno distrito de Ohio. Se trata de un distrito nuevo, creado por la asamblea del Estado (controlada por los republicanos, he aquí otro ejemplo de gerrymandering) mediante la fusión de dos antiguos distritos demócratas, ya que por población, Ohio pierde dos congresistas este año. Esto obligó a enfrentarse en unas agrias primarias al mítico Dennis Kucinich con Marcy Kaptur, en las que ganó esta última (tras 16 años, Kucinich tendrá por tanto que dejar el Congreso el próximo enero). Lo curioso es que el candidato republicano por ese distrito es ni más ni menos que Samuel Wurzelbacher (más conocido como Joe el fontanero), quien saltó a la fama tras un espontáneo encuentro con John McCain en las presidenciales de 2008. Sin duda, Wurzelbacher ha protagonizado uno de los spots más pintorescos de lo que llevamos de campaña.

En segundo lugar, he de mencionar sin duda una de las elecciones más emotivas de este año: la del segundo distrito de Arizona, donde el demócrata Ron Barber tratará de repetir la victoria que consiguió este verano para completar el mandato de la dimisionaria Gabrielle Giffords, que como recordaréis fue salvajemente tiroteada por un fanático en 2011. 

Por último, señalaré algunos distritos especialmente disputados donde podrían ser elegidos miembros del tea party. No hace falta decir que una reducción de la influencia de este grupo en el nuevo Congreso puede ser instrumental para un entendimiento que evite una crisis fiscal y económica el año próximo. Estad atentos al octavo distrito de Minnesota, el octavo distrito de Maryland o distrito nº 24 de Nueva York, donde los actuales legisladores del tea party deberían tenerlo especialmente complicado para repetir victoria. Puede ser interesante también ver los resultados que Michelle Bachmann, la presidenta del caucus del tea party, consigue en su sexto distrito de Minnesota. Os recuerdo que Richard Mourdock de Indiana y Todd Akin de Missouri son los candidatos de este grupo fundamentalista al Senado. 

Mis sinceros agradecimientos a todos los que hayan tenido la paciencia de leer esta crónica de las próximas elecciones legislativas estadounidenses. Espero que os sirva para tener una mejor compresión de todo lo que vertiginosamente se sucederá la noche electoral del 6 de noviembre.

Dion Baillargeon