Páginas

martes, 2 de octubre de 2012

Elecciones legislativas de Estados Unidos de 2012


Como hace dos años, este blog vuelve a contar con la colaboración de Dion Baillargeon para acercarnos un poco al desarrollo de las elecciones legislativas de Estados Unidos, en esta ocasión coincidiendo con las elecciones presidenciales. Ambas convocatorias son de las más reñidas de la historia reciente de Estados Unidos y, aunque las presidenciales entre Obama y Romney acaparan toda la atención mediática, las elecciones legislativas tienen una importancia especial, ya que el control de la Cámara de Representantes y del Senado es imprescindible para que el presidente norteamericano para el período 2013-2017 pueda llevar a cabo su agenda política sin obstáculos. En especial, si Obama es reelegido presidente, el control del legislativo por los demócratas puede salvar el programa sanitario del presidente u Obamacare.


El Congreso de los Estados Unidos está compuesto por la Cámara de representantes, que cuenta con 435 miembros elegidos en distritos uninominales repartidos con criterios demográficos, y un Senado de 100 miembros. Cada Estado tiene dos senadores independientemente de su número de habitantes. Los representantes son elegidos cada dos años y los senadores cada seis, de modo que cada dos años 33 senadores y la totalidad de los representantes han de someterse al veredicto de las urnas. La fecha de las elecciones legislativas coincide con las presidenciales cada cuatro años: este año es el 6 de noviembre.

En las elecciones legislativas de noviembre de 2010, los republicanos lograron hacerse con el control de la Cámara de representantes. Entre sus atribuciones está la de aprobar el presupuesto anual y el llamado “techo de gasto”, la cantidad máxima de deuda pública que el departamento del Tesoro puede emitir. El año pasado, la oposición republicana a aumentar el gasto público (alimentada sobre todo por los nuevos legisladores del intransigente tea party) retrasó durante semanas un acuerdo sobre una necesaria elevación de ese techo de gasto, colocando al país al borde de la suspensión de pagos. En consecuencia, en agosto de 2011 Stardard&Poor’s rebajó la calificación crediticia de los Estados Unidos por “su improvisada política fiscal”, China tuvo que retrasar importantes decisiones de política monetaria, y las bolsas europeas vivieron las semanas más volátiles del año, sufriendo  pérdidas sensibles. Dicho de otro modo: un granjero de Missouri elige a un legislador republicano, y la consecuencia última es que una  gran empresa española pierde parte de su valor.

Pues bien, lo que se nos viene encima en 2013 es mucho, mucho peor; los medios americanos lo llaman “the fiscal cliff”,  y consiste en lo siguiente: a principios de año expirarán automáticamente una serie de medidas de gasto extraordinarias (como la prórroga de los famosos recortes de impuestos de Bush) que supondrán una dramática reducción del déficit. Si las cosas siguen su curso,  la oficina del presupuesto del Congreso prevé una contracción de más del 1% del PIB el próximo año. No hace falta decir que una nueva recesión de la economía americana tendría consecuencias globales que muy bien podrían afectar a nuestro ya maltrecho país.

Por tanto son muchos los economistas que abogan por llegar a un nuevo acuerdo que mitigue los recortes de gasto público del próximo año, pero de momento Obama y los republicanos no parecen cercanos a entenderse. Los demócratas han decidido tomar ofensiva en este  tema, proponiendo una prórroga de los recortes de impuestos sólo para aquellos que ganen menos de 250.000 dólares anuales; por su parte, los republicanos dicen que sólo apoyarán la prórroga de los recortes en su integridad. La composición del Congreso la próxima legislatura será por tanto de vital importancia para estas negociaciones.
Creo que son razones más que suficientes para estar atentos a lo que pasa con las elecciones legislativas este noviembre. Para empezar, hay que decir que es altamente improbable que los demócratas recuperen en control de la Cámara de representantes; en cambio, en el Senado (actualmente con una algo escasa mayoría demócrata de 53 a 47) sus expectativas han mejorado los últimos meses. 

Senado:

Hasta hace poco, parecía seguro que los demócratas iban a perder el Senado en 2012. Para empezar, de los 33 senadores que se presentan 23 son demócratas y sólo 10 republicanos. Si excluimos una docena de escaños “seguros” (es improbable que la demócrata Dianne Feinstein de California o el republicano Orrin Hatch de Utah ganen por menos de 20 puntos), la parrilla de salida sigue siendo complicada para los demócratas: han de defender 16 puestos, mientras que sólo hay unos 5 en manos republicanas que se encuentren de verdad en liza. La razón es que se someten a su primera reelección  los senadores de la hornada de 2006, un año en el que los demócratas (propulsados por la impopularidad de Bush y la guerra de Irak) lo ganaron casi todo. También en sitios en los que ahora es complicado repetir victoria.

Para conseguir un control efectivo del Senado, los republicanos (que confiaban en  conservar todos y cada uno de sus 10 escaños en liza) sólo tenían que ganar a 4 de los candidatos demócratas vulnerables. Tan fácil parecía esta tarea que, hasta hace un año, expertos y estrategas conservadores como Dick Morris apuntaban la posibilidad (algo exagerada) de que los republicanos lograran  quedar cerca de una supermayoría de 60 senadores, lo que además privaría a sus adversarios demócratas del poder de veto sobre las votaciones que posee la minoría en esa cámara. Dado que  los Estados de Missouri y Nebraska parecían inclinarse decididamente por ellos, los republicanos sólo necesitaban en realidad ganar dos de la media docena de los escaños demócratas más disputados. Tenían una ventaja clara en varios de ellos como Dakota del Norte, Montana o Wisconsin, y estaban en empate técnico o con una ligera ventaja en Virginia o Massachusetts.  Pensar en una mayoría republicana de 54 o 55 no parecía descabellado hace sólo unos meses, pero de repente las cosas empezaron a torcerse. Veamos dónde y cómo:

Maine. A pesar de ser sólidamente demócrata a nivel presidencial, este Estado de Nueva Inglaterra está representado por dos senadoras republicanas de orientación moderada (una auténtica especie en extinción en la política estadounidense). Pues bien, la senadora Olympia Snowe anunció en febrero que no se presentaba a un cuarto mandato (con alguna crítica al actual posicionamiento de su partido). De este modo se abrió el camino a la candidatura de Angus King, antiguo gobernador del Estado que se presenta como independiente pero que seguramente se unirá al caucus demócrata. Esto supone para los republicanos la pérdida de un asiento que estaban seguros de seguir conservando, porque King tiene una enorme ventaja en las encuestas de unos 20 puntos. Aquí, todo el pescado está vendido.




Missouri. En unas bochornosas declaraciones que llegaron a copar las portadas de la prensa internacional, el candidato republicano Todd Akin aseguró que una mujer no puede quedarse embarazada en caso de violación legítima. Esto ha revivido las posibilidades de reelección de la senadora Claire McCaskill, que hasta entonces languidecía en las encuestas. Akin, que había ganado unas ajustadas primarias con el apoyo del tea party, al principio fue presionado por su propio partido para que abandonara a favor de otro candidato más viable. No obstante, ante su empecinamiento (y las circunstancias crecientemente adversas) algunos donantes republicanos han vuelto a acercarse tímidamente a él. Ahora mismo McCaskill se ha convertido en la favorita a la reelección, pero su ventaja en las encuestas no es tan sólida como para descartar aún del todo una victoria republicana. Como curiosidad, cabe mencionar que este es el mismo escaño que ocupó el presidente Truman entre 1935 y 1945. No dejéis de echarle un ojo a este Estado el día de las elecciones.




Massachussetts. En agosto de 2010 murió Ted Kennedy, el viejo león del Senado, y en las elecciones especiales celebradas para completar el resto de su mandato se impuso por sorpresa el republicano Scott Brown. Su rival demócrata de este año, la profesora de Harvard Elisabeth Warren, es una popular escritora y  todo un símbolo de la defensa de los derechos de los consumidores.  Su fama y su marcado perfil progresista movilizarán sin duda a los votantes de ambos partidos. A pesar de que Brown ha disfrutado durante muchos meses una ligera ventaja en las encuestas (lo cual no es poco meritorio en este Estado profundamente demócrata), Warren ha conseguido ponerse en cabeza tras la exitosa convención de Charlotte y el escándalo de Todd Akin. No obstante, la media de realclearpolitics  le concede poco más de un punto de margen. Este es sin duda uno de los enfrentamientos electorales más reñidos y significativos de la noche del 6 de noviembre: si gana, Warren se reforzará como una de las figuras de referencia del progresismo a nivel nacional; en cambio, si gana Scott se confirmará una de las más grandes humillaciones electorales que han sufrido los demócratas esta última década.

Wisconsin. Esta es otra de las elecciones estatales con mayor carga política de 2012. Los republicanos confiaban en que este iba a ser uno de los Estados clave para sellar su conquista del Senado, gracias a una serie de acontecimientos que han movilizado notablemente su base local. Además de derrotar al popular senador demócrata Russ Feingold, en 2010 también lograron elegir gobernador a Scott Walker, que fue luego forzado a convocar elecciones anticipadas hace sólo cuatro meses por una revuelta de los empleados públicos en contra de una ley que limitaba sus derechos de negociación colectiva. La subsiguiente victoria de Walker, la designación del nativo Paul Ryan como candidato a la vicepresidencia, el retiro del veterano senador  demócrata Herb Kohl (que deja abierta la competición por el escaño que ha ocupado durante más de dos décadas) y la candidatura del antiguo gobernador Tommy Thompson dibujaban un escenario inmejorable para los republicanos. Hasta hace pocas semanas, Thompson disfrutaba de una razonable ventaja sobre su competidora, la joven demócrata progresista Tammy Baldwin, pero las encuestas han dado un vuelco: ahora es Baldwin la que va en cabeza. Si bien la distancia no es insalvable ¿será esta otra oportunidad perdida para los republicanos?

Indiana. El veterano senador Richard Lugar ha sido aquí la última víctima republicana del radical movimiento del tea party en unas elecciones primarias. De haber podido presentarse al que hubiera sido su séptimo mandato en el Senado, Lugar probablemente hubiera sido reelegido por un amplio de margen; no obstante, su apoyo a la reforma migratoria y a los nombramientos de Obama para la Corte Suprema le valieron un profundo odio de los más conservadores (como muestra, valga este video de Dick Morris) que a la postre lograron imponer a Richard Mourdock como candidato. Mourdock y el candidato demócrata, Joe Donnelly, se encuentran ahora totalmente empatados. Aunque Indiana se inclina decididamente hacia los republicanos para las elecciones presidenciales (lo que puede resultar instrumental para una victoria de Mourdock), lo cierto es que los republicanos ven con incertidumbre el resultado para un escaño por el que no deberían estar preocupándose. ¿Le puede volver a costar, como ya sucediera en 2010, el tea party el control del Senado a los republicanos?

En resumen: el súbito empeoramiento de las perspectivas del GOP en estos cinco Estados ha puesto en duda que pueda hacerse con el Senado este año.  Parece que  Montana, donde el demócrata Jon Tester tiene problemas, y Nebraska siguen escoradas de su lado; pero estas hipotéticas victorias serían neutralizadas por la ya segura e inesperada pérdida de Maine y quizá una derrota en Massachussetts (lo que dejaría igual el actual status quo  de 53/47). Además, están a la defensiva en lugares que no esperaban como Indiana. Asumiendo que no sean derrotados en este último Estado (ni en ningún otro, como Nevada o Arizona), los republicanos necesitarían ganar en Dakota del Norte (donde van por delante), además de en tres de estos cuatro: Missouri, Wisconsin, Conneticut y Virginia (donde van ligeramente por detrás). No perder Massachussetts implicaría que sólo tendrían que ganar en dos Estados de este último grupo, lo que facilitaría algo las cosas. La improbable vía alternativa es remontar en Estados que hace un par de años soñaban con conquistar pero que ahora parecen difíciles, como Florida, Ohio o Pennsylvania.

Cámara de Representantes:

Hacer un análisis o una predicción electoral sobre la Cámara de Representantes es aún más complejo que hacerlo sobre el Senado o las elecciones presidenciales. El gran número de distritos uninominales, la posible volatilidad del voto, los incontables factores locales o la falta de encuestas públicas son sólo algunas de las dificultades con las que nos encontramos. No obstante, no parece probable que Nancy Pelosi,  actualmente la líder de la minoría demócrata, vaya a recuperar el próximo enero  la presidencia de la cámara.

En 2010 los demócratas obtuvieron 193 escaños, y los republicanos 242; por tanto, para llegar a la mayoría de 218, los demócratas necesitan imponerse en 25 distritos nuevos. No obstante, según las estimaciones del New York Times y RealClearPolitics, para lograrlo los demócratas deberían no sólo hacerse con la veintena de escaños más disputados, sino también derrotar al menos a una docena de republicanos que parten como favoritos.

Existe un indicador sobre la intención genérica de voto  para el Congreso; es decir, una media indicativa de la gente que piensa votar republicano o demócrata en su distrito. Aunque ahora mismo ambos partidos se encuentran literalmente empatados (lo cual en principio podría parecer un mal augurio para el partido que ostenta la mayoría), el siempre meticuloso Nate Silver estima que los demócratas necesitan tener entre 4 y 5 puntos de ventaja en ese indicador para tener una posibilidad de hacerse con la cámara. Una de las causas de este fenómeno es el infame abuso que los republicanos han hecho del gerrymandering: la manipulación de las lindes de los distritos electorales de un Estado, normalmente para fusionar zonas habitadas por minorías (todas ellas marcadamente demócratas). Esto altera la demografía del resto de distritos del Estado en su favor, al disminuir la proporción de esas minorías. La huella de esta práctica se nota sobre todo en el sur profundo. Os invito a que examinéis la composición de las delegaciones al Congreso de Estados como Alabama, Mississippi o Georgia: entre una abrumadora mayoría de congresistas republicanos suele haber unos pocos demócratas, invariablemente elegidos por llamativos márgenes, y que (¡qué casualidad!) son prácticamente todos afroamericanos.

Dicho esto sólo cabe llamar la atención sobre algunas de las elecciones a la Cámara de representantes más llamativas, y que puede ser interesante seguir la noche del 6 de noviembre. En primer lugar, destacaría el noveno distrito de Ohio. Se trata de un distrito nuevo, creado por la asamblea del Estado (controlada por los republicanos, he aquí otro ejemplo de gerrymandering) mediante la fusión de dos antiguos distritos demócratas, ya que por población, Ohio pierde dos congresistas este año. Esto obligó a enfrentarse en unas agrias primarias al mítico Dennis Kucinich con Marcy Kaptur, en las que ganó esta última (tras 16 años, Kucinich tendrá por tanto que dejar el Congreso el próximo enero). Lo curioso es que el candidato republicano por ese distrito es ni más ni menos que Samuel Wurzelbacher (más conocido como Joe el fontanero), quien saltó a la fama tras un espontáneo encuentro con John McCain en las presidenciales de 2008. Sin duda, Wurzelbacher ha protagonizado uno de los spots más pintorescos de lo que llevamos de campaña.

En segundo lugar, he de mencionar sin duda una de las elecciones más emotivas de este año: la del segundo distrito de Arizona, donde el demócrata Ron Barber tratará de repetir la victoria que consiguió este verano para completar el mandato de la dimisionaria Gabrielle Giffords, que como recordaréis fue salvajemente tiroteada por un fanático en 2011. 

Por último, señalaré algunos distritos especialmente disputados donde podrían ser elegidos miembros del tea party. No hace falta decir que una reducción de la influencia de este grupo en el nuevo Congreso puede ser instrumental para un entendimiento que evite una crisis fiscal y económica el año próximo. Estad atentos al octavo distrito de Minnesota, el octavo distrito de Maryland o distrito nº 24 de Nueva York, donde los actuales legisladores del tea party deberían tenerlo especialmente complicado para repetir victoria. Puede ser interesante también ver los resultados que Michelle Bachmann, la presidenta del caucus del tea party, consigue en su sexto distrito de Minnesota. Os recuerdo que Richard Mourdock de Indiana y Todd Akin de Missouri son los candidatos de este grupo fundamentalista al Senado. 

Mis sinceros agradecimientos a todos los que hayan tenido la paciencia de leer esta crónica de las próximas elecciones legislativas estadounidenses. Espero que os sirva para tener una mejor compresión de todo lo que vertiginosamente se sucederá la noche electoral del 6 de noviembre.

Dion Baillargeon

No hay comentarios:

Publicar un comentario