Mis pies me han llevado hoy, primero, a una manifestación por la defensa de la sanidad pública, a la que deberé de dedicar un post en consecuencia, porque falta una cosa: ¿por qué hay que defender el sistema público frente al privado?
Luego, casi corriendo, a la presentación del libro 439 días. De cómo Zapatero buscó la paz, del joven de 18 años Nacho Corredor, un trabajo de fin de bachillerato escrito en libro. Muy interesante.
De las intervenciones de los presentadores (Fernando Berlín, Eduardo Madina, Carles Campuzano), la que más me ha llegado es la de Eduardo Madina. Él, como vasco, como socialista y como víctima del terrorismo, es, para mí, de las mejores voces que hay que oír en un tema tan serio como es el conflicto vasco. Saber hacernos comprender ese tema, con la dialéctica marxista (¿quién ha dicho que el marxismo hay muerto?), hacernos ver que hay una visión romántica de Euskadi, con una visión racional e ilustrada, y éstas chocan entre sí de la forma que todos vivimos... es una gran experiencia. El nacionalismo antiguo en contraposición a una visión cívica. Una visión cívica, un nacionalismo cívico e integrado en la pluralidad, que Imaz intentó y no consiguió.
Ah, el país necesita muchos Eduardos Madinas para comprender, o casi empezar, porque para él el tema vasco es algo muy complejo, más de lo que nos podemos imaginar.
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