Muy al contrario de como afirma Público, el discurso de Joan Puigcercós, presidente de Esquerra Republicana, no es centrista, sino de izquierda. Y vislumbra, con sus más y sus menos, el camino de la izquierda fuerte.
Ante cuatrocientas personas lanzó su ideario para ERC: es de izquierdas los valores de la familia, del esfuerzo, la autoridad y la disciplina. A mi juicio, la derecha pseudocultural ha conseguido hacer creer en algunos que existe algo llamado “buenismo”, valor que él desdeña. Como presidente de un partido independentista, entra en contradicción con otros ideales que sí son progresistas, pero su pecado es ser valores internacionalistas, como la idea de la igualdad, del multiculturalismo, aparte del relativismo, que no es de izquierdas ni derechas, sino una idea que está más allá, y que ya espero extenderme sobre eso en otro post. Esos valores los desecha, y se equivoca profundamente.
El camino por el que quiere ir Puigcercós es correcto, pero las viejas ideas del nacionalismo lastran y desvían ese sendero para su partido de izquierda.
La sociedad progresista necesita tener en cuenta todos los factores que la rodean. En un mundo que hay que construir cada día es muy necesario la asociación humana, desde lo más primigenio como es la familia hasta la asociación estatal e internacional, en un pacto de ayuda mutua y de esfuerzo individual, el contrato social. La labor de todos en particular es el beneficio general, por eso ninguno puede pretender aprovecharse de ese pacto y colaborar por debajo de sus posibilidades.
Así como el Estado, su aparato institucional y legal, como la idea de nación, es una ficción, pero necesario para vivir en sociedad. Si no se comprende no se puede comprender la idea del relativismo, que no es destruir nada, ni poner en tela de juicio nada, ni la anarquía. Pero debemos conocer la realidad por encima de nuestra percepción y reconocer que la nuestra no es la única. Si Gandhi pensaba que había tantas ideas de Dios como personas en el mundo, lo mismo hay de percepciones de la realidad.
La igualdad, tanto jurídica como social, es esencial para el contrato social de los individuos, puesto que la competición y el esfuerzo partiendo de la misma base permite que cada individuo se desarrolle plenamente, y contribuya a la colectividad tanto como a sí mismo.
El multiculturalismo es una abominación para aquellos que basan su discurso en la idea de la nación, de la superioridad nacional, de la supremacía de sus ideas. Se equivocan. La pluralidad existe en el mundo, el mundo está globalizado, y esas culturas se relacionan entre sí. Sería demencial intentar establecer las relaciones entre culturas por la vía de la exclusión y de la dialéctica de superioridad. El ser humano no ha dejado de desarrollarse desde que el primer homínido empezó a caminar por sus dos piernas, talló la primera piedra y controló el fuego. Todos vinimos de ahí, no de ninguna nación milenaria ni de una cultura verdadera, todos hemos elegido nuestro camino, y todos podemos seguir eligiéndolo.
Todo se resume en una palabra, la palabra primera para el mundo en general y la izquierda en particular: libertad.
Ante cuatrocientas personas lanzó su ideario para ERC: es de izquierdas los valores de la familia, del esfuerzo, la autoridad y la disciplina. A mi juicio, la derecha pseudocultural ha conseguido hacer creer en algunos que existe algo llamado “buenismo”, valor que él desdeña. Como presidente de un partido independentista, entra en contradicción con otros ideales que sí son progresistas, pero su pecado es ser valores internacionalistas, como la idea de la igualdad, del multiculturalismo, aparte del relativismo, que no es de izquierdas ni derechas, sino una idea que está más allá, y que ya espero extenderme sobre eso en otro post. Esos valores los desecha, y se equivoca profundamente.
El camino por el que quiere ir Puigcercós es correcto, pero las viejas ideas del nacionalismo lastran y desvían ese sendero para su partido de izquierda.
La sociedad progresista necesita tener en cuenta todos los factores que la rodean. En un mundo que hay que construir cada día es muy necesario la asociación humana, desde lo más primigenio como es la familia hasta la asociación estatal e internacional, en un pacto de ayuda mutua y de esfuerzo individual, el contrato social. La labor de todos en particular es el beneficio general, por eso ninguno puede pretender aprovecharse de ese pacto y colaborar por debajo de sus posibilidades.
Así como el Estado, su aparato institucional y legal, como la idea de nación, es una ficción, pero necesario para vivir en sociedad. Si no se comprende no se puede comprender la idea del relativismo, que no es destruir nada, ni poner en tela de juicio nada, ni la anarquía. Pero debemos conocer la realidad por encima de nuestra percepción y reconocer que la nuestra no es la única. Si Gandhi pensaba que había tantas ideas de Dios como personas en el mundo, lo mismo hay de percepciones de la realidad.
La igualdad, tanto jurídica como social, es esencial para el contrato social de los individuos, puesto que la competición y el esfuerzo partiendo de la misma base permite que cada individuo se desarrolle plenamente, y contribuya a la colectividad tanto como a sí mismo.
El multiculturalismo es una abominación para aquellos que basan su discurso en la idea de la nación, de la superioridad nacional, de la supremacía de sus ideas. Se equivocan. La pluralidad existe en el mundo, el mundo está globalizado, y esas culturas se relacionan entre sí. Sería demencial intentar establecer las relaciones entre culturas por la vía de la exclusión y de la dialéctica de superioridad. El ser humano no ha dejado de desarrollarse desde que el primer homínido empezó a caminar por sus dos piernas, talló la primera piedra y controló el fuego. Todos vinimos de ahí, no de ninguna nación milenaria ni de una cultura verdadera, todos hemos elegido nuestro camino, y todos podemos seguir eligiéndolo.
Todo se resume en una palabra, la palabra primera para el mundo en general y la izquierda en particular: libertad.
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