Páginas

jueves, 30 de octubre de 2008

Intolerable


Aunque sea republicano convencido, hay que reconocer que los reyes de España siempre han dado una buena impresión, un ejemplo correcto y han ayudado mucho con sus gestos y su empeño en mejorar el prestigio de España. Eso no quita a que defienda siempre que la monarquía es un reducto del pasado y que el futuro de la nación pasa por la refundación y la república.

Pero, leyendo ahora en Internet a Público, se me ha caído un mito: la reina Sofía se ha manifestado en contra del aborto, del matrimonio del mismo sexo y de la obligación de la enseñanza de religión “hasta una cierta edad”. Esto en el libro de Pilar Urbano, “La reina muy de cerca”.

Aquí se plantea la incongruencia de la existencia de la monarquía. Porque como ciudadana que es, la reina tiene todo el derecho del mundo a expresar su opinión, aunque no se comparta. Pero es que al mismo tiempo no es como cualquier otra ciudadana, es la reina de España, y ella junto al rey son, según la Constitución, en su artículo 56: “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado Español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las Leyes”; y su artículo 58: “La Reina consorte o el consorte de la Reina no podrán asumir funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia”.

Bien, la Constitución establece que es el símbolo de la unidad. Como tal símbolo, debe representar a todos, sean monárquicos o republicanos, demócratas o antidemócratas, pro-aborto o antiabortistas… aunque no guste, pero la Constitución así lo establece, de momento. Y como debe representar a todos, por ejemplo no suele meterse en la vida política más de lo necesario, en los temas que pueden ser de consenso: si España tiene que estar en la cumbre de Washington, si hay que recomponer las relaciones entre los partidos, si hay que revisar el modelo económico… pero en las cuestiones controvertidas, no. No me parecería bien que el rey se pronuncie sobre si existe la nación vasca o la nación toledana, o si el socialismo es el mejor sistema. El rey, la Corona, y toda la familia real, deben estar por encima de la discusión política, son el símbolo de la unión, de, que por encima de todas las diferencias, somos una unidad, y unidad diversa. Repito, nos guste o no la monarquía, y eso se puede cambiar. Y se debe.

Así, en este marco, la opinión de la reina sobre cuestiones controvertidas es altamente perjudicial. Si no existiera monarquía, y lo que conlleva, y fuera una ciudadana más o la mujer del presidente de la república, pues su opinión es bienvenida y puesta en seguida a debate.

La imagen que me daba la reina es la de imagen perfecta, alegre, distendida, un perfecto símbolo a la que no hay nada que objetar en sus actos, salvo que exista como figura monárquica que es. Ahora, su imagen ha caído por completo, porque ha caído en el discurso política del que, como símbolo nacional, debe abstenerse. Porque las críticas que recibe, muy justas, desde la Federación LGTB de España, o la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción voluntaria del Embarazo, que califican esto de “inaudito” o “imprudente”, no me lo imaginaba ni ayer.

¿Cuál es la solución? Abajo la monarquía, bienvenida la república, y que entonces estarán completamente libres de opinar. Pero es que la monarquía no es todo parabienes a la familia real, no es únicamente un cargo hereditario en una democracia electiva, es una responsabilidad y un sacrificio para quien está arriba. Y si no están a la altura de sacrificarse por el mantenimiento de su posición y sus obligaciones, deberían irse.

Si estoy plenamente convencido de ser republicano, ahora estoy más convencido de que hay que iniciar el proceso de instauración de la república, para dar verdaderamente libertad a este país, y también libertad a la familia real para opinar, como cualquier otro ciudadano.

Pero sin el trono.

1 comentario: