¿Qué fue primero, el huevo o la gallina, las corrientes o los personalismos? El espectáculo dado por el PS francés, partido por cien votos a la mitad, y una multitud de corrientes agrupados en torno a un nombre primero más que a las ideas, es un motivo para reflexionar.
Los partidos políticos, en su primitivo origen, han sido facciones enfrentadas por imponer… ¿qué? ¿Sus ideas o sus líderes? ¿Ambas a la vez, simbióticas, tal vez? En los antecedentes a los partidos, tenemos que volver la vista a Roma. Sus facciones, básicamente los aristócratas y los populares, eran las dos caras de una misma moneda, Roma, luchando por acaparar poder. ¿Pero quién los dirigía? Siempre fueron aristócratas, personas ambiciosas por el poder, asentadas sobre unas bases, ya las elites, ya la plebe, presentándose como los adalides de sus ansías. Yo veo una simbiosis, las facciones necesitaban líderes para ganar, y estos líderes necesitaban unos apoyos firmes para llegar a ese poder tan ansiado. Sin uno no puede existir el otro.
En los partidos actuales, el devenir histórico de los años los ha ido multiplicando, ya por número de partidos, ya por número de corrientes internas. Es muy difícil ver a un partido monolítico, incluso el PCUS soviético o el NSDAP alemán se dividían. ¿Por ideas? Las ideas son moldeables, es fácil adaptar un discurso. ¿Por personas? Los líderes necesitaban un grupo, a veces una clientela, para influir, y como legitimación unas ideas, las que fueran.
Esto no es malo, siempre que un sistema funcione, y así lo vea una amplía mayoría, no lo será y seguirá funcionando. El peligro corre cuando el sistema se degrada, cuando la dinámica pasa a la lucha por el poder por el poder, a vaciar de contenido real un discurso válido. En una democracia, o en cualquier otro sistema, esto es debilidad, de la raíz a las ramas. Si enferman los partidos, enferma el sistema.
¿Cuán débil es Izquierda Unida o el PS francés por estas luchas? Fieles de Aubry, fieles de Royal, fieles de Delanöe, fieles de Hamon… ¡Tres corrientes que se decían de más izquierda que Ségolène! Tres personas, y una, el alcalde de París Delanöe, se denominaba hace unos años "social-liberal". Tras Aubry, está Lorent Fabius, campeón del No socialista a la Constitución europea, reciclado al ala izquierda tras haber tenido prácticas bastante social-liberales en los gobiernos bajo Mitterrand. Hamon tiene un currículum más limpio, puesto que venía de dirigir el Movimiento de Juventudes Socialistas. Las dos grandes corrientes de izquierda, de Aubry y Delanöe, sin mucha diferencia de ideas, como con el resto, han sido creadas por y para ellos, con una idea muy en común: todos contra Ségolène. ¡El personalismo llevado al extremo! Corrientes personalistas contra otro personalismo. Si el PS no levanta cabeza tienen a los trotskistas por la izquierda y Bayrou por el centro, para comerle en un sandwich. Las ideas han sido en esta ocasión secundarias.
La degradación en un extremismo personalista lleva a la multiplicación infinita, a dividirse exponencialmente contra otras personas, todo por evitar que suban, que escalen. Ya no será entonces ascender, será trepar. Y si ambos polos siguen esa misma conducta, ya es la degradación total. ¿Dónde queda la democracia interna si cada facción vota en bloques, a lo que sea, sin pensar, sin dar explicaciones a la base? La base tampoco está por la labor de pedirlas o de la reflexión. Los motivos son tan extensos como personas existen.
Queda olvidada la idea de servir en la cosa pública por aportar algo a la sociedad, ahora es estar en la cosa pública por recibir algo. ¡Ah! ¿Qué pasó con los partidos radicales liberales? Naciendo como la facción radical del liberalismo, se quedaron en el centro político como árbitros de mayorías para mantenerse siempre en el poder. Ahí tenemos a los radicales de Lerroux, que tanto le daba la CEDA como los republicanos de izquierdas; ahí tenemos a los radicales franceses, que tanto les daba los socialistas en el Cártel de Izquierdas que los moderados en el Bloque Nacional. A la larga eso lleva a que los ciudadanos tomen conciencia que se les está tomando el pelo, que se les engaña con palabras, que cambian pocas cosas, que pase lo que pase, muchos permanecen. Y entonces, se corre la lista. Duverger teorizó que hay un "izquierdismo" en la sociedad: los partidos, una vez completan su programa, van dejando paso, aunque no quieran, a nuevos partidos a la izquierda. Esto podría estar relacionado.
Lo horrible sería que, por mantener los personalismos y no dar los pasos necesarios, la izquierda actual acabe por terminar, porque lo que ahora hay a la izquierda de la izquierda no es como el socialismo del siglo XIX. Lo que hay ahora es muy volátil, sin bases ideológicas fijas, sin haber sabido observar la historia y mucho menos la realidad. La idea, en la izquierda, más sólida, más experimentada y con la posibilidad de ser capaz de renovarse es la socialdemocracia. Su único fallo, que haya menos personas que personalismos. Habrá que seguir luchando para que la socialdemocracia se libere de sus lastres, y tenga un discurso y unas prácticas independientes de cualquier personalismo.
fuiste a la raiz del problema, te felicito.
ResponderEliminaroier garmendia
Los partidos socialdemócratas han perdido cualquier tipo de credibilidad, para empezar ni siquiera tienen un discurso ante la crisis. Han estado acompañando al modelo neoliberal en los últimos diez y quince años y ahora que la crisis ha llegado y demuestra que el neoliberalismo no funciona, que no puede funcionar y que encima lo estamos pagando con la Tierra. No tienen nada que decir estos políticos; por lo tanto no tienen ningún tipo de credibilidad, aquí en España están en el gobierno, en el poder y entonces dicen haremos todo lo que hagan los otros gobiernos, vamos a dar préstamos a los bancos, vamos a recapitalizar.
ResponderEliminarEs paradójico que sean los Gobiernos socialdemócratas junto con la derecha los que hayan catapultado en buena medida este sistema económico y el neoliberalismo que lo fundamenta. Estos Gobiernos socialdemócratas escuchan, sobre todo, a las transnacionales.
La socialdemocracia actual obedece a su intento de hacer un socialismo de mercado.
Pueden ser la alternativa por los votos que reciben, pero no por la alternativa que planteen.
Minimizar la importancia de los grupos a la izquierda de la socialdemocracia, hasta el punto de hacerlos desaparecer, es hacer el juego al bipartidismo
¿Cuál es el discurso de la socialdemocracia? La intervención estatal, el keynesianismo para crear trabajo. Los gobiernos neoliberales de la derecha han tenido que reconocer implícitamente que su modelo de economía sin control no funciona, han pasado a intervenir. Pero esto aún no es el modelo socialdemócrata como debe ser, sí es en cambio la manifestación de la muerte del sistema neoliberal.
ResponderEliminarSi bien es cierto, y hay que reconocerlo, que la socialdemocracia no ha sabido ofrecer un modelo alternativo. Ahora con la crisis es la oportunidad para empezar a configurar un nuevo sistema mundial.
Te invito a ofrecer aquí tu propuesta ;)
La izquierda de la izquierda no la minimizo yo, la minimizan los ciudadanos que elección a elección le van retirando su voto, se minimizan a sí mismos al no ser capaces de despegarse de viejas fórmulas fracasadas. Eso, a mi parecer, es ser conservador, y el conservadurismo está muy reñido con el progreso si no es capaz de aceptar los cambios del mundo. No es hacer juego al bipartidismo, el bipartidismo o multipartidismo ya se decidirá por la voluntad popular cuando se celebran las elecciones. Ahora bien, quien aún se mantiene en esas posiciones ya fracasadas, sin saber articular un nuevo discurso, es quien sí puede hacer ese juego al bipartidismo, al caer de la competición ;) Lee lo que digo sobre Duverger.
Yo no digo que la izquierda de la izquierda sea la alternativa única, ojalá la socialdemocracia verdaderamente defendiese un modelo de izquierdas y socialista, pero sí digo que no hay que minimizar su importancia como haces post tras post que he leído. Por cierto, ahora hay un cierto respaldo a estas opciones en algunos países, pero veo que eso no importa, es volátil. Aunque si en vez de defender el anticapitalismo o marxismo, defendiesen la socialdemocracia, seguro que los tendrías en cuenta como has hecho con el MAS y PDOEMOS en Venezuela.
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