Dice el artículo 9 del Estatuto de Autonomía de Madrid: "La Asamblea representa al pueblo de Madrid, ejerce la potestad legislativa de la Comunidad, aprueba y controla el Presupuesto de la Comunidad, impulsa, orienta y controla la acción del Gobierno y ejerce las demás competencias que le atribuyen la Constitución, el presente Estatuto y el resto del ordenamiento jurídico".
Lo que este artículo no dice es que la Asamblea representará la voluntad omnipotente del Gobierno de turno, que la mayoría que sustente al Gobierna se convertirá en lacayo de sus caprichos y que la representación del pueblo de Madrid sea pervertida o prostituida por las luchas de poder en un mismo partido. La Asamblea ya no controla el Presupuesto, vota lo que le echen desde la Puerta del Sol; la Asamblea ya no controla la acción del Gobierno, sino que su mayoría impide que la oposición pueda hacerlo.
Cuando Esperanza Aguirre ganó las segundas elecciones de 2003, nombró a Miguel Blesa presidente de Caja Madrid. Es uno de los suyos, decían. Ahora, en 2008, parece que esto ya no es así, y quiere tener a la caja de los ahorros de los madrileños bien atada, pero ni la oposición ni el Ayuntamiento de Madrid quieren. ¿Cuál es la respuesta? En vez de negociar, retroceder, convencer, el Gobierno regional quiere reformar la ley para que la Comunidad, es decir, el Gobierno mismo, tenga más capacidad de decisión y peso a la hora de nombrar al máximo directivo de Caja Madrid. Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros, dijo Groucho. Si las reglas del juego son malas, no pasa nada, se cambian, y la mayoría lacaya de la Asamblea votará sí, para dar un nuevo paso atrás y volver a prostituir el poder legislativo. En este caso la ley no es expresión de la voluntad general, como dice Aguirre, es la expresión de Su voluntad personal. Quien huye dejando a los suyos en el camino poca voluntad general puede representar. Al final en España la democracia se ha vuelto del revés: en vez de ser el órgano directamente elegido por el pueblo, el parlamento, el poder más potente y controlar al Gobierno, ha ocurrido que ha sido el Gobierno, no elegido directamente, el que controla al legislativo. Los ciudadanos en este caso sólo pueden también que decir sí o no a que su voluntad sea sistemáticamente vilipendiada.
Ojo también con la oposición. No es el mismo golpe de efecto abstenerse en los Presupuestos, para evitar paralizar los ejercicios presupuestarios porque no se podría dar respuesta, aunque fuera mala, a esta situación precaria. No es lo mismo porque estos cambios de reglas es reírse de la voluntad ciudadana, y abstenerse es, una vez más, decidir no hacer oposición. Quien hace la ley hace la trampa, nunca mejor dicho, porque Esperanza Aguirre ha incluido esto en la ley de acompañamiento a los Presupuestos. Con las trampas, lo mejor es montar jaleo. Ni oposición fuerte al desmantelamiento del bienestar ni oposición fuerte al desmantelamiento de la voluntad ciudadana. Sea el color que gobierne en la Puerta del Sol, la Asamblea debe tener siempre conciencia crítica y ser el freno al abuso. A lo mejor el Estatuto de Autonomía tiene que ser reformado, pero sólo para proteger al poder directamente elegido y a la voluntad ciudadana de que su papel no será menoscabado por una práctica egocéntrica y presidencialista. La Puerta del Sol gobierna, pero el pueblo decide.
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