Pasada la resaca de la jura de Obama y el fin de la presidencia Bush (¡Adiós Bush, no te echaremos de menos!), volvamos a la realidad, a lo más cercano. Un apunte antes: es muy acertada su intención de endurecer la actividad de los lobbies en su Gobierno. Los lobbies ejercen una gran influencia en la política estadounidense, y acaba desvirtuando lo que debería ser un Gobierno y un legislativo que defiende a los ciudadanos para ser un Gobierno y un legislativo actuando para beneficio de unos pocos, gracias a sus abultados cheques y regalos.
Más cerca de España y de los trabajadores españoles está la legislación europea. Los ministros de trabajo de la UE quieren renegociar la propuesta de ampliar a 65 horas semanales la jornada laboral. El mes pasado, el Parlamento europeo rechazó esa medida, en consonancia con los intereses de la mayoría de la ciudadanía y de la historia de la lucha por las reivindicaciones laborales.
Primero los ministros estudiarán el límite de las negociaciones a los que están dispuestos a llegar. Reino Unido no quiere cambiar la normativa. España, Grecia y Luxemburgo son los que defienden las posiciones del Parlamento Europeo. El escollo es el opt-out, la cláusula que permite superar el límite de 48 horas si hay acuerdo entre empresario y trabajador (claro, como hay igualdad de condiciones en la negociación…). El Parlamento europeo quiere que se elimine en tres años, así como la ampliación de las guardias médicas que pretendían descontar del tiempo de trabajo los periodos inactivos entre paciente y paciente.
La UE quiere favorecer la movilidad laboral en todo el mercado comunitario, convalidad los títulos de formación, las dificultades lingüísticas, la motivación a los trabajadores para la formación constante y mejorar la inclusión social.
¿Y cómo? La UE propone, pero la UE, y los Gobiernos comunitarios, también deben decir cómo piensan hacerlo. Aunque es muy difícil hacer algo tan ambicioso a escala comunitaria cuando cada Gobierno quiere hacer una cosa distinta mirando más al interés interno que al comunitario. ¿Cómo motivarán a la formación constante? ¿Se incluye en las horas de trabajo? Porque si las amplían, ¿quitarán más? ¿Qué espacio queda para el ocio, la familia, el descanso?
Y cuidado, porque si piensan obligar a Irlanda a que se trague el Tratado de Lisboa, también podrían obligar al Parlamento, a los Gobiernos contrarios, y a los ciudadanos en general, a tragarse las 65 horas.
Así que habrá que seguir alerta.
Más cerca de España y de los trabajadores españoles está la legislación europea. Los ministros de trabajo de la UE quieren renegociar la propuesta de ampliar a 65 horas semanales la jornada laboral. El mes pasado, el Parlamento europeo rechazó esa medida, en consonancia con los intereses de la mayoría de la ciudadanía y de la historia de la lucha por las reivindicaciones laborales.
Primero los ministros estudiarán el límite de las negociaciones a los que están dispuestos a llegar. Reino Unido no quiere cambiar la normativa. España, Grecia y Luxemburgo son los que defienden las posiciones del Parlamento Europeo. El escollo es el opt-out, la cláusula que permite superar el límite de 48 horas si hay acuerdo entre empresario y trabajador (claro, como hay igualdad de condiciones en la negociación…). El Parlamento europeo quiere que se elimine en tres años, así como la ampliación de las guardias médicas que pretendían descontar del tiempo de trabajo los periodos inactivos entre paciente y paciente.
La UE quiere favorecer la movilidad laboral en todo el mercado comunitario, convalidad los títulos de formación, las dificultades lingüísticas, la motivación a los trabajadores para la formación constante y mejorar la inclusión social.
¿Y cómo? La UE propone, pero la UE, y los Gobiernos comunitarios, también deben decir cómo piensan hacerlo. Aunque es muy difícil hacer algo tan ambicioso a escala comunitaria cuando cada Gobierno quiere hacer una cosa distinta mirando más al interés interno que al comunitario. ¿Cómo motivarán a la formación constante? ¿Se incluye en las horas de trabajo? Porque si las amplían, ¿quitarán más? ¿Qué espacio queda para el ocio, la familia, el descanso?
Y cuidado, porque si piensan obligar a Irlanda a que se trague el Tratado de Lisboa, también podrían obligar al Parlamento, a los Gobiernos contrarios, y a los ciudadanos en general, a tragarse las 65 horas.
Así que habrá que seguir alerta.
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