Álvaro Lapuerta, tesorero nacional del Partido Popular, ya avisó a Rajoy de la existencia del espionaje en Madrid, al sentirse espiado y sospechar de la Comunidad de Madrid. Aunque exculpa a Aguirre, achaca su perseguimiento por las críticas a algunas adjudicaciones de la Comunidad, que consideraba sospechosas.
Lapuerta, ex diputado y ex procurador franquista, fue fotografiado al salir de una residencia religiosa y dos días después al anochecer cuando volvía a su casa. En la primera, su chófer salió corriendo detrás del fotógrafo; en la segunda, vio un flash.
Otra espiada más es María del Carmen Rodríguez Flores, diputada autonómica conservadora. En uno de los partes del servicio secreto de Granados figura su nombre y matrícula de coche. Rodríguez es amiga de Alfredo Prada, afín a Rajoy y frecuenta un restaurante al que también van otros miembros del partido conservador.
Es otro capítulo más. Y seguro que no es el último. Rajoy ha hecho primero lo que mejor sabe hacer: no decir nada y dejar que el temporal pase. Pero visto lo visto tiene que mojarse y tiene también que investigar dentro de su partido descontrolado. Aquí hay hilillos, no sus famosos hilillos de plastilina, sino hilillos que mueven a estos espías. ¿Controlados por quién? ¿Directamente por Granados? Hay que saber toda la verdad.
Y viendo que el espionaje no parece tener límites. ¿Habrá sido espiado también el mismo Rajoy? Mientras, Güemes sigue haciendo el ridículo atacando al mensajero.
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