Debora Serracchiani, líder del Partido Democrático en Udine (noreste de Italia), de 38 años, ha conseguido insuflar de ánimos al centroizquierda italiano, en la Asamblea Nacional de los Círculo del PD. Su discurso, limpio y claro, intenta dar un empujón en medio de la crisis que aflige al PD, con dos derrotas electorales, la dimisión de Veltroni y unas elecciones europeas cada vez más cercanas. Su discurso recoge uno de los problemas claves de la política italiana, el personalismo y la gerontocracia, que aprisiona a la nueva generación política. Su otra punta es la necesidad de síntesis del centroizquierda, la fortaleza en el discurso y una voz única que respete a la diversidad interna.
Es este tipo de gente, gente como Debora Serracchiani, la que hace falta para devolver la energía al centroizquierda. No han pasado muchos días desde que Gianfranco Fini haya disuelto la posfascista Alianza Nacional, integrándola en el Pueblo de la Libertad berlusconiano, proclamando el fin de “la hegemonía cultural de la izquierda”. No se puede decir que sin duda se equivoca, porque estamos en la encrucijada que determinará el dominio ideológico de las próximas décadas, y si el centroizquierda italiano se suicida, Fini tendrá razón. Y la valoración se hace extensible a toda la izquierda socialista del mundo. Primero, hay que entender el concepto de hegemonía y bloque hegemónico de Gramsci. Luego, hay que demostrar la extraordinaria fortaleza que la izquierda es capaz de hacer. Serracchiani reconoce que quizás haya que dejar a alguien en su casa, y acierta: hay que dejar en su casa a los pequeños caudillitos que tanto daño hacen con sus intereses personales y dar la bienvenida a los ciudadanos.
Es este tipo de gente, gente como Debora Serracchiani, la que hace falta para devolver la energía al centroizquierda. No han pasado muchos días desde que Gianfranco Fini haya disuelto la posfascista Alianza Nacional, integrándola en el Pueblo de la Libertad berlusconiano, proclamando el fin de “la hegemonía cultural de la izquierda”. No se puede decir que sin duda se equivoca, porque estamos en la encrucijada que determinará el dominio ideológico de las próximas décadas, y si el centroizquierda italiano se suicida, Fini tendrá razón. Y la valoración se hace extensible a toda la izquierda socialista del mundo. Primero, hay que entender el concepto de hegemonía y bloque hegemónico de Gramsci. Luego, hay que demostrar la extraordinaria fortaleza que la izquierda es capaz de hacer. Serracchiani reconoce que quizás haya que dejar a alguien en su casa, y acierta: hay que dejar en su casa a los pequeños caudillitos que tanto daño hacen con sus intereses personales y dar la bienvenida a los ciudadanos.
Viva! Viva! :D
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