El pasado 14 de Octubre de 2008 recogí en este blog la noticia de que un niño, Javier, nació sin la enfermedad congénita, anemia severa, que padece su hermano, y así podría curarle. Pues bien, Javier ha curado a su hermano Andrés, gracias a un trasplante de sangre del cordon umbilical.
Gracias a la ley de Reproducción Asistida y a la sanidad andaluza, se ha abierto un gran paso para la curación de enfermedades congénitas. Curiosamente, quien se considera adalid de la vida, la Iglesia, no apoya esta técnica. Ayer, la Iglesia española mantuvo silencio. Su argumento es que hay otros embriones que están enfermos o no son compatibles, la destrucción de “sus propios hermanos”. La realidad es que una célula es una célula y un ser humano que vive es un ser humano, y si gracias a él se ha salvado otra vida, es un motivo de orgullo para cuando Javier tenga uso de razón.
Hay que felicitar a los padres de Javier y Andrés, Soledad y Andrés, por esta alegría, la cura de su hijo mayor, que habría estado condenado de no haber sido por el feliz nacimiento de Javier.
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