El pasado 1 de septiembre el coronel Gaddafi, Líder y Guía de la Revolución de Libia, celebró el 40 aniversario que derribó la monarquía libia y creó la República, llamada en 1977 Yamahiriyya, neologismo árabe que significa "Estado de las masas", república popular, para entendernos.
Gaddafi no es el primer ministro de Libia, ni forma parte del Gobierno. Es el Líder. No tiene ningún poder ni cargo ejecutivo. Libia se considera Estado socialista. Pero las cosas nunca son siempre lo que dicen ser. En la Historia, casi nada es nuevo, y la estructura de Libia ya tiene antecedentes históricos.
La monarquía libia desapareció hace cuarenta años por una república, pero realmente sigue habiendo monarquía, a la espera de que ésta sea heredada por alguno de los hijos del Líder cuando el imperativo biológico llegue. El mejor situado en la sucesión es su segundo hijo, Sayf al-Islam al-Gaddafi. César Octavio, luego Augusto, ya creó un régimen parecido en Roma. No era rey, existían los cónsules y demás cargos de la República. Se la llamaba república, pero era la nueva monarquía. Como tal, sus poderes fueron heredados a su hijo adoptivo Tiberio.
No hay nada nuevo bajo el sol. Como Augusto, el poder de Gaddafi se pretende basar en el carisma y en el consenso, no en la voluntad popular, que puede ser fácilmente manipulada o la información inventada, pongamos por caso las elecciones afganas o iraníes. Todo régimen será legítimo mientras goce del apoyo mayoritario, o del consentimiento silencioso, de la población y los poderes fácticos de administración, ejército y los intereses financieros. La falsa doctrina estadounidense, y del resto de democracias occidentales, de ser "paladines de la democracia" se muestra una vez más vacía. Ahora el mejor amigo de Libia es otro "paladín de la libertad", Silvio Berlusconi. Lo más importante en el mundo del siglo XXI no será la libertad, la voluntad general o los derechos humanos, sino los intereses estratégicos y económicos, cosa que, por otra parte, siempre ha sido así.
Por otra parte, Libia cuenta con la esperanza de vida más alta de un país africano, el primer PIB de África (puesto 63º mundial) y el primer puesto del Índice de Desarrollo Humano del continente (puesto 52º mundial). Es decir, progreso ha habido. Pero más allá de las cifras, detrás de ellas están el inmenso peso del petróleo en la economía, la concentración de la riqueza en unos pocos y un desempleo del 30%. Por no mencionar los derechos humanos…
… esto me lleva a reflexionar sobre un tema que trataré en el post de mañana.
¿Sobre qué tema amigo?
ResponderEliminarbuen analisis amigo javi y berlusconi me imagino que añorara el viejo imperio o colonialismo italiano en libia
ResponderEliminaroier garmendia