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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Jean-Pierre Filiu, en El País

En El País:


El atrincheramiento de Al Qaeda en la zona tribal de Pakistán fronteriza con Afganistán, el mismo lugar en el que nació en 1988, es el resultado del cerco que sufre la organización terrorista de Bin Laden. Acorralada aunque protegida por los talibanes en Waziristan, "ha perdido su espacio de maniobra y movilización, sobre todo en el mundo árabe musulmán, y se sirve de la guerra de Islamabad contra los radicales islamistas para sobrevivir y relanzar su estrategia", sostiene Jean-Pierre Filiu, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París y experto en yihadismo. Es la última de las vidas de una red en perpetuo movimiento, "una huida hacia adelante tras su derrota en Irak". Con ella cierra el círculo que comenzó hace 21 años en Pakistán, explica el arabista en Les Neuf Vies d'Al-Qaida (Las nueve vidas de Al Qaeda, Editorial Fayard), que hoy presenta en el Instituto Francés de Madrid. "Pero las nueve vidas se han acabado y ahora Al Qaeda intentará retomar el hilo", sentencia.


Las similitudes entre su nacimiento, 13 años antes de los atentados del 11-S, y su actual etapa van más allá de la coincidencia geográfica. A finales de los 80, Al Qaeda intentó beneficiarse de la derrota de la URSS en Afganistán para lograr una mayor proyección, pero la yihad antisoviética no era su principal objetivo. Hoy en día, busca obtener algún rédito de la victoria de la insurrección en Afganistán, pero tampoco es su escenario de combate. En sus dos décadas de vida, Al Qaeda ha instrumentalizado las crisis del mundo árabe musulmán en su beneficio -no comenzó, por ejemplo, a operar en Irak hasta la invasión estadounidense de 2003- para alcanzar su meta: la consecución de un califato revolucionario que purifique el islam y permita el nacimiento de un musulmán nuevo.


Y Pakistán es ahora el campo de batalla para proseguir con "su calendario de revolución y violencia dentro del mundo islámico", considera Jean-Pierre Filiu. "Necesita la victoria de los talibanes en Waziristán para escapar del cerco al que está sometida", por lo que es probable que planifique nuevos atentados en ciudades paquistaníes e incluso en India, estima el politólogo francés.


Sin embargo, sin restar importancia a su capacidad para causar daños terribles, como los recientes atentados en Bagdad, Al Qaeda carece actualmente de bases y no controla ningún territorio o población. Según Filiu, la red cuenta con "unos mil o dos mil miembros en todo el mundo" y pierde fuerza en los países árabes. Han sido los propios musulmanes, según apunta el experto arabista, quienes han combatido de manera más directa a la organización, pues la mayor parte de sus víctimas se registran en sus poblaciones.


Son precisamente las fuerzas locales uno de los principales instrumentos para derrotar a la única organización terrorista con proyección planetaria. Es lo que Filiu denomina "desglobalización", una búsqueda de soluciones locales para frenar el avance de Al Qaeda, que ya han demostrado su éxito: en Irak, la guerrilla nacionalista ya luchaba contra la red terrorista antes de que Estados Unidos tomara medidas, y en los territorios palestinos, donde Hamás ha impedido que Al Qaeda se instale y ha destruido cualquier red de simpatizantes.


Junto a la desglobalización, Filiu propone la "desintoxicación" o lucha contra la propaganda alqaedista en Internet, muy peligrosa por su gran capacidad de captación, y la "desmilitarización" o la persecución y enjuiciamiento de los miembros de Al Qaeda como delincuentes en tribunales civiles y no frente a tribunales militares. "Es lo que está haciendo España con ETA", indica el arabista como ejemplo a seguir, porque permitirá despojarles de la categoría "heroica" de muyahidines o combatientes de la guerra santa y reducirlos a la de asesinos.

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