Una vez desbloqueados los dos cargos más importantes de la Unión Europea, el presidente de la Comisión, Durão Barroso, ha reestructurado su ejecutivo. El Tratado de Lisboa preveía reducir el número de comisarías; sin embargo, las negociaciones para sacar adelante el Tratado han vuelto a la fórmula de una comisaría por cada Estado miembro. Aunque el poder de la Comisión se haya incrementado, la estructura de la Unión sigue manteniendo una lógica de débil confederación.
La elección del belga Van Rompuy es la victoria del rival más débil. El elegido por el tándem franco-alemán viene a evitar la designación de personalidades que hagan sombra a los gobiernos nacionales. Van Rompuy es astuto, pero discreto. Reino Unido aporta a una de las pocas personalidades europeístas, aunque de un perfil muy gris, Catherine Asthon, a la diplomacia europea. Dicen que Asthon no tiene experiencia en el tema, pero es muy posible que dote a la Unión de una mayor sintonía con Estados Unidos. Sin embargo, ¿logrará superar el gran papel ejercido por Javier Solana?
Dice Barroso que en la formación de su nueva comisión no han primado los países, sino las personas. Pero es evidente que eso no es cierto, y que con la actual estructura de la Unión no cabe otra cosa que no sea la negociación y el reparto de influencias, intercambio de favores o de puestos, que asegure el equilibrio entre los gobiernos nacionales. Seguimos pensando en clave nacional, no hay mayor cáncer para el europeísmo que este nacionalismo. Entre las nuevas y viejas caras, destaca Joaquín Almunia en Competencia, con el control de ayudas a la reestructuración de los bancos europeos, de las multas a empresas que abusen de una posición dominante o de las subvenciones nacionales a las grandes empresas públicas, los conocidos “campeones nacionales”.
¿No se comprende aún la gran abstención electoral? La participación ciudadana es anecdótica al reparto de poder comunitario. Los organismos alejados del control que supone el sufragio universal, unido a su escaso margen de maniobra, no acaparan la atención de la ciudadanía. Cuanto más se aleje del sufragio universal, menor será su legitimidad. Los gobiernos nacionales son el motor y, a la vez, el lastre de la Unión.
Con esta premisa, las elecciones europeas no dejarán de ser fórmulas de castigo al gobierno de turno. La Unión está en un círculo vicioso, ¿quién puede salvarla de los gobiernos, si no los mismos gobiernos? Esto no pasará. ¿Y los ciudadanos, qué pueden hacer? Vencer de forma pacífica los intereses de la élite dirigente es casi una utopía. Entonces, ¿podemos llamar a esto democracia? No, hay que cambiar muchas cosas.
A mí lo que me parece escandaloso de todo esto es que sean ellos quienes decidan quién va a ser el Presidente o el Alto Representante de Asuntos exteriores sin que los ciudadanos europeos puedan saberlo antes de votar.
ResponderEliminarLa UE debería de frenar su crecimiento, y antes de seguir expandiéndose territorialmente expander la democracia internamente, reformando sus instituciones.
Un saludo.
de acuerdo con el anterior compañero, pero en cuanto a la UE, yo no quiero una federación mas democratica, sino una CONFEDERACION MAS DEMOCRATICA, pero confederacion al fin y al cabo. las naciones son la base de todo, pero no las naciones-estado, sino la "EUROPA DE LOS PUEBLOS", de las autenticas naciones, por muy pequeñas que sean.
ResponderEliminarun abrazo
Europa se va a la mierda. No tenemos capacidad de reacción en la sociedad internacional...
ResponderEliminarEstos nombramientos no hacen más que confirmar que lo único para lo que vale la UE es para el libre comercio, la deslocalización de la producción y la destrucción de los derechos de los trabajadores.
Europa...
Oier, la garantía de que las diferencias nacionales no se conviertan en diferencias sociales o de derechos es una Europa de los ciudadanos. Por cierto, me gusta mucho que un nacionalista vasco diga que el Estado-nación no es la base de todo... ¿lo aplicamos para arrinconarlas, incluida una Euskadi Estado-nación? jajaja
ResponderEliminarLa UE, cuando se expandió al Este tendría que haberse planteado muy seriamente la política de libertades del Este de Europa, pues muchos países tienen una deriva liberticida escandalosa. A Turquía la ponen mil condiciones y mil retrasos para entrar... no valen dos varas.
Saludos a los tres ;)