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miércoles, 4 de noviembre de 2009

No world for democratic people

En Afganistán, el candidato Abdulá Abdulá se ha retirado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Su retirada, sabiendo que volverá el fraude, supone la confirmación de que el país ocupado no es en absoluto una verdadera democracia, ni embrionaria ni consolidada. Fraude electoral, terrorismo contra los derechos de la mujer e incapacidad del Gobierno central por controlar el sur del país, en manos de los talibán. Añadiendo que las fuerzas internacionales son también incapaces de mantener el dominio del territorio. En definitiva, que los argumentos que justificaban la presencia militar por la democratización caen por su propio peso: están allí para garantizar los intereses económicos de las grandes potencias, cuyo mayor símbolo es Karzai, y además lo hacen mal.

En Honduras se ha cumplido la solución pactista, vislumbrada, aun con escepticismo, por aquí. El terrateniente liberal Zelaya será repuesto en el cargo presidencial por el mismo Congreso que lo derrocó, habrá un gobierno de “reconciliación nacional” y se mantiene las fechas de las elecciones presidenciales. Sin embargo, el golpe de Estado ha sido reconocido de facto, ya que Zelaya no vuelve simplemente al palacio presidencial, considerando nulas las acciones del Congreso desde su derrocamiento, sino que vuelve por decisión del Congreso. Tampoco podrá volver a presentarse en estas elecciones.

A Obama se le complican más las cosas en política exterior. Sin el argumento de llevar la democracia a Afganistán, sólo le queda esperar que la retirada militar de Irak sea un éxito y el país pueda estabilizarse completamente, alcanzando el equilibrio entre suníes y chíies, más la minoría kurda. Con Honduras, la imposibilidad de reelección inmediata del terrateniente Zelaya y la existencia de dos principales candidatos proestadounidenses y oligárquicos (el liberal y el conservador) favoritos a ganar las elecciones, aleja el peligro de extensión de la influencia chavista por América Central.

Obama tiene un problema resuelto con Honduras, pero con el problema de legitimar de facto el golpe de Estado, una peligrosa reincidencia oligárquica contra la posibilidad de reformas democráticas, contrarias a los intereses económicos de la minoría dirigente. El actor Richard Gere cree que Obama le ha “decepcionado”, por su moderantismo: “Ha decepcionado a la gente de la izquierda pero creo que sería ingenuo pensar que vamos a conseguir todo lo que queríamos”. Acierta con un problema que se extiende por el mundo, la “ambivalencia en el respeto de los derechos humanos, sobre todo desde el Departamento de Estado [de EE.UU.]”. Los derechos humanos están siendo omitidos del debate, omitidos de la democratización de Afganistán, silenciados en Honduras, censurados en Marruecos… desaparecidos de los discursos políticos… este mundo no es mundo para demócratas.

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