Me alegro a volver a escribir en esta página tan querida para mí. Vuelvo tras empezar el año con una salud delicada, concentrarme en los estudios universitarios y vencer a la pereza que me crea un creciente escepticismo de la casta política del mundo, viendo cómo ha acabado 2009. Hay quien cree que el 2010 será mejor o, por lo menos, nos traerá sorpresas. Bienvenidas sean, pero no espero milagros ni alegrías. La noticia de hoy no es una alegría, porque viene incompleta.
El 20 de diciembre del año pasado recogí el curso del trámite de la ley de matrimonios del mismo sexo que preparaba el Gobierno socialista portugués. El Bloco de Esquerda alertaba que el Gobierno pretendía no incluir el derecho a que puedan adoptar hijos como cualquier otra familia normal. Sin embargo, al final ha salido adelante la propuesta coja del Gobierno luso.
El Bloco y los Verdes habían exigido incluir el derecho de adopción. Los comunistas se abstuvieron de apoyar dicha iniciativa, y los dos partidos conservadores y el socialista impidieron que saliese adelante. Sólo matrimonios, pero no familia. Sólo queda que el Presidente de la República, conservador Cavaco Silva, promulgue o vete la nueva ley. El conservador Partido Social Demócrata estudia pedir la inconstitucionalidad.
Y ¿hay que estar alegres? Los homosexuales portugueses podrán casarse sin restricciones, tener derecho a las pensiones de viudedad y gozar de los mismos derechos que el resto de sus compatriotas… menos la adopción. ¿Qué sentido tiene todo esto si el Parlamento portugués no reconoce el derecho inalienable que tiene todo ser humano a formar una familia y ser libre?
El Partido Socialista portugués se ha visto dividido a la mitad por el tema de la adopción. No hay mejor ejemplo de que la libertad aún gana a la partitocracia por el extenso número de diputados socialistas que manifestaron que seguirán luchando por la adopción, junto a sus compañeros del Bloco. La disciplina de voto es una desgraciada prueba de la desconfianza de las cúpulas políticas a sus “subordinados”, pero también el cortafuegos hacia las señorías que carecen de escrúpulos e ideologías.
2010 es un año especial para Portugal, es el centenario de su república. Portugal ha tenido un discurrir histórico semejante a España. Salvándose de la experiencia desgarradora de una guerra civil, ha visto cómo la debilidad de los ideales de la libertad hundían a la primera república y cómo surgió una dictadura tradicionalista pero, también a diferencia de su hermano ibérico, cómo fue capaz el ejército, con el apoyo popular, acabar con una dictadura en crisis y crear un nuevo modelo democrático estable.
Pero la libertad no se consigue sólo con claveles, sino con la lucha continua por la preservación de la misma. Aún queda mucha lucha para reconocer ese último derecho. Sólo entonces, a celebrarlo.
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