Los catalanes son agarrados, los madrileños chulos, los gallegos tontos, los andaluces vagos… y así hasta completar el mapa de las regiones españolas. No sólo el nacionalismo se cura viajando, sino también la ignorancia, que en ocasiones van unidos. No hay que dejarse llevar por los que predican el odio y la desconfianza entre los pueblos de España. Quien siembra el odio es un inculto, y además un mentiroso, sirviendo a los intereses de la mano que le da de comer.
Tampoco voy a generalizar. No es lo mismo Barcelona que Tarragona, Vic o Sitges o el pueblo catalán más alejado de su capital. Pero Barcelona es de las mejores ciudades de España, y sus habitantes de los más amables y dignos. La delincuencia, como en muchos sitios, se deja sentir en las zonas concurridas por el turismo (viendo cómo un carterista intentaba robar a un señor mayor en el metro, o intentándolo en una cafetería del centro), y con ello la dignidad de los barceloneses por reclamar la seguridad que merecen para sus barrios. "Volem un barri digne", proclama El Raval.
Aunque la acción de la clase política catalana (y el resto de la española), degenera cada día y los que gobiernan se merecen ir a la oposición y los de la oposición no se merecen ir al gobierno, el gobierno local barcelonés ha propiciado una ciudad dinámica, ecológica (me impresionó el gran número de bicicletas dispuestas por el Ayuntamiento) y con un gran espíritu cívico. Catalán, castellano, multas por el idioma de los rótulos…sensacionalismo de las campañas de los reaccionarios. Rótulos en uno, dos idiomas, qué más da, el trato es siempre el mejor y me agradó ver la normalidad con que una dependienta de tienda pasaba de un idioma a otro en la misma conversación con su compañera.
"Venimos de Madrid", dijimos casi con miedo en nuestra visita al Parlament, al ser preguntados por nuestra procedencia. Y es que no hay nada peor que no poder reprimir un sentimiento de casi vergüenza o miedo por venir de Madrid, ese Madrid que tanto señalan los profetas del independentismo como la fuente de todos los males. Porque si nosotros conocemos los tópicos que se tienen de ellos, ¿qué tópicos tendrán de nosotros?
No, está claro que lo más nocivo para la convivencia es hacer caso a los profetas del desastre, del "nos roban" o del "se hunde España". Menos cuando ese mensaje sólo sirve para mantener en sus poltronas a los de siempre, y que nos amarguen la vida a los de abajo. Madrid es muchas cosas y es una gran ciudad, ¡pero cuanta envidia siente de Barcelona! Y del revés también. Esos sentimientos de odio o desconfianza no se entienden sin admitir que hay un complejo de inferioridad hacia lo que pueda deparar el diferente. Barcelona mira a Europa, pero Madrid se mira a sí misma.
El problema de Cataluña no son los ciudadanos catalanes, es una clase política que en lugar de preocuparse de los problemas reales como es el paro o el avance del bienestar social se preocupan de construir una nación sobre el aire y en intentar confrontar a los catalanes con el resto de España, todos los partidos sin excepción. ¿Alguien se cree que el Estatut era una demanda de los catalanes? No, el Estatut es una de las muchas cosas innecesarias que hacen nuestros políticos, y por las que nadie les pide responsabilidad.
ResponderEliminarMuy bien artículo.
Un saludo.
Andrés.
Y que tal el viaje? Habeis disfrutado de tan maravillosa ciudad? Eso es lo que importa, las ideas y el mapa politico pasaran. Al final quedaran las personas.
ResponderEliminarUn saludo.
Ay, ay, Javier. Veo que tu tirria hacia los nacionalismos estaba condicionada por ese "miedo" que muchos políticos tratan de meter hacia catalanes y vascos. Posiblemente, mucha de esa gente que te ha parecido tan simpática y amable tenga ideas nacionalistas o incluso soberanistas, pero eso no se traduce en conflicto. El conflicto lo crean los políticos que tratan de aprovecharse de una realidad social para sacar tajada política (sobre todo UpyD y PP para ganar fuera de Cataluña y ERC dentro). Eso es lo que crea el desapego de la política.
ResponderEliminarRespondiendo a Diego, la indiferencia hacia el Estatut que se pudo ver en el referéndum fue culpa de la forma de las negociaciones políticas, de la llamada de ERC a la abstención, del cansancio de un debate intenso que duró muchos meses, de la desmovilización que causó la seguridad absoluta de que el resultado iba a ser un "sí"...para nada significa que caiga fuera de lo que la mayoría de catalanes considera justo.
Por cierto, lo de las bicis es genial. Pero me contaba un amigo que cada mañana hay que subirlas en camión a la parte alta de la ciudad, porque la gente las usa para bajar y luego se vuelven en metro o bus y se acumulan todas en la parte de la Ciutadella...;P
Me alegro de que te lo pasaras bien...como añoro yo el viaje que hice con Peio.
Celebro que disfrutaras, viajar es el mejor antídoto contra los tópicos. El verano pasado fui una "esponja" por La Manch.
ResponderEliminarCurioso que se achaque la baja participación en el respaldo de un Estatut que a casi nadie interesaba, "ya estamos bien"; y en cambio, el referendum sobre la Constitución Europea fue con una participación similar, y como estaba apollado por ambos partidos mayoritarios no se usa como arma para atacarse.