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jueves, 22 de abril de 2010

Histeria contra los Liberal Demócratas


No es usual que las viejas élites que controlen el poder dejen pacíficamente que lleguen otras nuevas que las jubilen. Los poderes que sustentan a los dos grandes partidos, tories y laboristas, y los periodistas afines han propagado la voz de alarma ante el tercer partido que se abre camino entre los dos grandes. De intentar camelarse al candidato LibDem a acusarle de corrupción. El conservador Daily Telegraph o el progresista The Guardian se encargan de intentar disipar parte de este tsunami amarillo. ¡Curiosas vueltas da la Historia, tratando al heredero del viejo Partido Liberal de Gladstone como si fuera el terror rojo que temían los británicos de los años 20 al ver llegar al poder a los laboristas por primera vez!


Pero juegan con fuego. Los candidatos Brown y Cameron protagonizaron un primer debate en permanente lucha que permitió hacer brillar a Nick Clegg, además de lanzarle cantos de sirena para un previsible gobierno de coalición. El “Estoy de acuerdo con Nick” de Gordon Brown ha pasado a ser un buen y comercial lema publicitario. No les conviene enemistarse demasiado con los LibDem. Tanto unos como otros intentarán llegar a un acuerdo de gobierno con ellos. La negociación será interesante si los Liberal Demócratas consiguen quedarse como primer o segundo partido en votos pero tercero en escaños, por el sistema mayoritario. ¿Qué legitimidad tendrá un gobierno laborista, como tercer partido, con más o menos escaños que los tories, para no aceptar la mayor parte del programa de gobierno de Nick Clegg, o incluso para encabezar el ejecutivo? Lo mismo ocurre para los tories.


Hoy se hablará de política internacional en el segundo debate. Ya sabemos quién hablará a favor de Europa, en contra de la participación en Irak y en marcar distancias con el aliado norteamericano. La política internacional es un asunto muy serio para los británicos y los tres partidos. Aquí es donde muchos esperan que los LibDem se estrellen por el euroescepticismo de los británicos y su atlantismo.


Realmente los tres tienen mucho que jugarse. Los laboristas tienen muy difícil explicar a su electorado progresista la guerra de Bush, los tories hablan mucho contra Europa pero no quieren irse de ella, se juegan parte de su electorado euroescéptico si muestran una moderación calculada. Los LibDem pueden perder parte del voto que arrebatan a los tories si se muestran muy europeístas y a favor del Euro.


Sin embargo, no creo el último punto. Los británicos están a la expectativa de lo que pueden llegar a ser capaces los LibDem. Sobre todo los jóvenes, como apunta bien Bitdrain, que son los que menos votan. Su participación masiva podría suponer un vuelco. Laboristas y tories han hablado demasiado mal de Europa, para ganarse a la opinión pública. Los intereses nacionales dictan otra cosa.


Yo no tengo miedo al tercer partido. Es lícito, y sano, que los ciudadanos se cansen de los de siempre. Unos no pueden quitarse la imagen del partido de los ricos, otros hace mucho que dejaron aparcadas sus ideas de transformar la sociedad a mejor. La reacción a la que asistimos es extremadamente conservadora.


Ciertamente, aquí no valen tanto los argumentos izquierda-derecha, sino otro, que para mí es mucho más revolucionario, la contradicción entre la ciudadanía y los que han tenido siempre el poder. Pueblo contra élites. Una revolución en toda regla.

2 comentarios:

  1. Que ilusion que me cites ^^

    Poderoso caballero es don dinero :) Ya veremos como entra en campanya. Por cierto, la mujer de Clegg is spanish de pura cepa con tres nenes con nombres spanish de toda la vida... :D

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  2. Pues acabo de ver las encuestas del segundo debate, que reflejan la paradoja que comentabas en tu anterior post y que también puede darse tras las elecciones: Brown, claro perdedor y tercero en todas, es en realidad quien más ha ganado. Y es que, como dice un comentarista de The Guardian:”La marea libdem le conviene a los laboristas…¡mientras no se convierta en un tsunami!”. Un ascenso libdem que hundiera a laboristas al nivel de un 25% del voto podría ofrecerle en bandeja a Cameron su ansiada “overall majority” , ya que los “rojos” podrían empezar a perder escaños fuera del centenar de “marginals” en disputa con los conservadores, debido a la división del voto progresista. En cambio, una subida moderada de los liberales beneficia claramente al labour, ya que entre los “top targets” de los amarillos hay muchos más escaños tories que laboristas.

    Anoche Clegg perdió bastante brillo. En realidad, viendo el primer debate estaba claro que su retórica es tan vacua y ensayada como la de los otros tres, y claro…empezó a repetirse. La comparación con Obama le viene bastante grande: de su mano no llegarán reformas del calado de la sanitaria o la financiera; no va a suscribir un tratado del calado del SALT (aunque se oponga al programa nuclear Trident) o tendrá el valor de tomar medidas socialmente tan controvertidas en su país como la de reconocer los derechos de visita hospitalaria de homosexuales…su ascenso facilitaría, eso sí, una reforma electoral en clave proporcional. Una reforma en clave exclusivamente política que no sé hasta qué punto es valiente o iba a solucionar la crisis de confianza de su sociedad en la política.

    El primer debate me dejó tan boquiaberto (en sus resultados) como a todos. Pero para tener opciones de llegar a Downing Street, Clegg tendría que haber noqueado de nuevo anoche. En lugar de eso, demostró que es un político más (más fresco, eso sí). Los tories centristas al final responderán al mensaje de “Vote Clegg, get Brown”; los tories conservadores (más reacios a Cameron) tentados por UKIP votarán lo que sea para pararle los pies al eurófilo Clegg. Al final, la tormenta amarilla se puede quedar en una marejada de fuerte a moderada, y probablemente el eslabón más débil del que podrán rascar serán los votantes laboristas fatigados tras 13 años de gobierno.

    Al final, el político con un discurso más sustancioso, serio y realista sigue siendo Gordon Brown. Eso se plasmaba en un estudio sobre sus discursos: Brown es quien usa frases más largas, más estadísticas y más datos para explicarse. Pero hoy en día, poca gente le presta atención al contenido. Para acabar, un apunte más: desde el punto de vista puramente periodístico, los debates han sido sobresalientes. Ágiles y flexibles pero no caóticos; con unos moderadores serios, pero a la vez con la capacidad de guiar el discurso y mantener el ritmo “moving ahead” cuando los candidatos empiezan a repetirse. Además, la duración de los turnos de palabra y las tres bandas han obligado a los candidatos a hablar mucho más de muchos más temas de lo que suele ser habitual. Los mejores debates desde ese punto de vista que he visto hasta ahora, tenemos mucho que aprender de la televisión británica.

    Bueno, Javi.¡Que elecciones tan emocionantes, de todos modos! El simple hecho de que al pelele de Cameron se le hagan tan cuesta arriba ya es un triunfo de la sociedad británica y un motivo de satisfacción. Un abrazo, a ver en qué acaba todo.

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