Hoy quiero volver mi atención a la victoria de la selección española en el Mundial de Sudáfrica. Dos artículos, de distinta importancia, me han parecido muy interesantes. El primero, "A nation wins as one", en la prestigiosa revista "Time", y el otro, "Las supuestas consecuencias políticas de la victoria de la roja", en "Tercera información", de Álvaro Alonso, amigo comunista.
El primero es el reflejo no solo de la relevancia que adquiere internacionalmente la victoria de la selección de fútbol, sino la importancia que tiene el reflejo del sentimiento nacional en un país, la "nueva España", complementaria y no antítesis de la España de las diversas identidades. No sólo diferencias regionales, sino étnicas, resultado de los años de inmigración bajo el permanente debate de integración o asimilación. La victoria deportiva no sólo fue seguida con entusiasmo por los ciudadanos de Bilbao o Barcelona, sino también los de Lavapiés, barrio madrileño con una gran presencia de ciudadanos venidos de otros países.
El artículo de Álvaro es un testimonio esencial, que muy bien podría servir como uno de los documentos esenciales para la refundación de Izquierda Unida. Toca algo que el mundo a la izquierda del PSOE nunca se han atrevido a aceptar, reconsiderar o debatir en profundidad: el sentimiento de españolidad de la ciudadanía. Por encima de las relaciones de clase, es indudable que la victoria deportiva ha escenificado lo que la partitocracia no consigue, la unión en torno a la bandera rojigualda y a una España no politizada, no sectaria, no adueñada por nadie. Sin embargo, no debemos engañarnos: el fútbol es un excelente negocio y el circo de la actual sociedad.
Pero por encima de esta opinión, este texto debería devenir en enterrar la idea de que el confederalismo o el nacionalismo son conceptos "progresistas". La idea de que se es más de izquierda cuanto más nacionalista o independentista se sea, es seguirle el juego a las clases dominantes. Lo progresista es buscar la unidad y la igualdad, desde el rincón más pequeño de un país hasta llegar a escalas continentales y mundiales, donde las fronteras no tienen sentido. No tienen sentido para las operaciones financieras y la circulación de capitales pero, sin embargo, sí para los derechos humanos y las relaciones entre personas. Hay cambiar estos conceptos. La izquierda, sobre todo la IU que aspira a refundarse, necesita recuperar la idea de España. España como nación de ciudadanos iguales.
El primero es el reflejo no solo de la relevancia que adquiere internacionalmente la victoria de la selección de fútbol, sino la importancia que tiene el reflejo del sentimiento nacional en un país, la "nueva España", complementaria y no antítesis de la España de las diversas identidades. No sólo diferencias regionales, sino étnicas, resultado de los años de inmigración bajo el permanente debate de integración o asimilación. La victoria deportiva no sólo fue seguida con entusiasmo por los ciudadanos de Bilbao o Barcelona, sino también los de Lavapiés, barrio madrileño con una gran presencia de ciudadanos venidos de otros países.
El artículo de Álvaro es un testimonio esencial, que muy bien podría servir como uno de los documentos esenciales para la refundación de Izquierda Unida. Toca algo que el mundo a la izquierda del PSOE nunca se han atrevido a aceptar, reconsiderar o debatir en profundidad: el sentimiento de españolidad de la ciudadanía. Por encima de las relaciones de clase, es indudable que la victoria deportiva ha escenificado lo que la partitocracia no consigue, la unión en torno a la bandera rojigualda y a una España no politizada, no sectaria, no adueñada por nadie. Sin embargo, no debemos engañarnos: el fútbol es un excelente negocio y el circo de la actual sociedad.
Pero por encima de esta opinión, este texto debería devenir en enterrar la idea de que el confederalismo o el nacionalismo son conceptos "progresistas". La idea de que se es más de izquierda cuanto más nacionalista o independentista se sea, es seguirle el juego a las clases dominantes. Lo progresista es buscar la unidad y la igualdad, desde el rincón más pequeño de un país hasta llegar a escalas continentales y mundiales, donde las fronteras no tienen sentido. No tienen sentido para las operaciones financieras y la circulación de capitales pero, sin embargo, sí para los derechos humanos y las relaciones entre personas. Hay cambiar estos conceptos. La izquierda, sobre todo la IU que aspira a refundarse, necesita recuperar la idea de España. España como nación de ciudadanos iguales.
La verdad es que IU tiene un serio problema con varias secciones territoriales suyas, como EB o ICV, organizaciones que no entienden que lo que hay que hacer es caminar hacia la cohesión en bloques mayores de tipo continental o incluso superar un tamaño continental. Hasta ahora hemos hecho una globalización económica, grupos como EB supongo que serán contrarios a la globalización económica, ¡pero es que también son contrario a la globalización democrática y política! La 2ª globalización que tiene que llegar es la globalización democrática, y es contra la que trabajan algunos sectores que se hacen llamar de izquierdas.
ResponderEliminarUn saludo!