Resultados:
Participación: 82,1% (+1,7%)
Partido Socialdemócrata: 30,9% (-4,4%) y 113 diputados (-17)
Partido Moderado: 30% (+3,9%) y 107 diputados (+10)
Partido Verde: 7,2% (+2%) y 25 diputados (+6)
Partido Liberal: 7,1% (-0,4%) y 24 diputados (-4)
Partido de Centro: 6,6% (-1,3%) y 22 diputados (-7)
Demócratas de Suecia (extrema derecha): 5,7% (+2,8%) y 20 diputados (+20)
Partido Demócrata Cristiano: 5,6% (-1%) y 19 diputados (-5)
Partido de la Izquierda: 5,6% (-0,3%) y 19 diputados (-3)
Alianza para Suecia (Moderados, Liberales, Centro y Democristianos): 49,3% (+1,2%) y 172 diputados (-6)
Alianza rojiverde (Socialdemócratas, Verdes e Izquierda): 43,7% (2,7%) y 157 diputados (-14)
Las recientes elecciones suecas nos enseñan varias cosas. A diferencia de lo que escribe la prensa, sin memoria, no es la primera vez que el "bloque burgués" repita victoria en las elecciones legislativas, ya ganó en 1976 y repitió victoria en 1979, para perder en 1982. Sin embargo, el gobierno de centroderecha de Fredrik Reinfeldt ha tenido mucha suerte en el último año de legislatura: la recuperación económica dio la vuelta a todas las encuestas que desde 2007 devolvían el apoyo a la coalición rojiverde.
Su victoria, empero, no ha sido total, ya que la entrada de la extrema derecha de Demócratas de Suecia en el Riksdag le ha arrebatado la mayoría absoluta a su coalición de cuatro partidos. El devenir de los acontecimientos dirá qué ocurrirá en la nueva legislatura. El primer ministro prometió no pactar con la extrema derecha; en cambio, tiende la mano al Partido Verde para ampliar su mayoría. Pero, de momento, los ecologistas le niegan todo apoyo por su política de extensión de la energía nuclear y el miedo que tienen a que la derecha recupere su obsesión por desmantelar el Estado de bienestar, la gran herencia de la socialdemocracia sueca.
Hay quien apuesta por una gran coalición, imposible ya que debe pasar por los socialdemócratas, aún primer partido más votado. Y sería a ellos, como minoría más grande, a quien competería encabezar un gobierno... La solución pasará, de mantener su integridad de aislar a la extrema derecha, por acuerdos puntuales con la oposición rojiverde. Ello impediría cualquier desmantelamiento serio del Estado de bienestar, dejando en manos de los socialdemócratas, si se recuperan, la posibilidad de darle fin a la colaboración y finiquitar prematuramente esta nueva legislatura conservadora.
No es el estreno parlamentario de la extrema derecha sueca lo que debería alarmarnos, sino los motivos que han hecho posible este resultado. Como en otros países, como Francia, Italia, Alemania... la crisis económica ha dado nuevas energías a aquellos dispuestos a centrar los problemas del paro, la inseguridad y los recortes sociales del Estado en los inmigrantes, como extranjeros y como delincuentes. No han sido los dirigentes extremistas los que han hecho posible este trabajo, sino los gobiernos: el gobierno francés, como el italiano, intenta entrener a su opinión pública de otros temas, y el gobierno sueco, al igual que otros tantos, han hecho mucho daño lanzando desde sus altas instancias el mensaje de que inmigración=delincuencia.
Hay que decirlo de una vez: el peligro no es la inmigración, sino los gobiernos que no saben hacer sus políticas.
El Partido Socialdemócrata ha cosechado unos resultados muy malos, en comparación con su pasada y exitosa historia electoral. Parece que incluso la poderosa socialdemocracia sueca, modelo para el resto de partidos socialistas, no es inmune a la ola derechista que arrincona a la izquierda a la minoría y la oposición. No obstante, hay que recordar que el bloque burgués gobernante mantiene su mayoría en tanto que no reduzca el Estado de bienestar. "La nación durmiente", ése es el título de un libro crítico con el modelo sueco, escrito por el que era entonces líder de las juventudes conservadoras, el hoy primer ministro Reinfeldt. No es la nación, sino las verdaderas intenciones de la derecha las que duermen.
Pero dejando a un lado su ideología por el pragmatismo, Reinfeldt no hecho de Suecia una nación alineada con postulados económicos neoliberales, sino que ha convertido a su Partido Moderado en una versión edulcorada del Partido Socialdemócrata. Basta conocer uno de sus lemas de campaña "Hay un nuevo partido de los trabajadores", que parece haber hecho tanto éxito como para que aquí otro partido de derechas copie el mismo lema. La socialdemocracia, en horas bajas o en su cénit, sigue siendo influyente y su herencia intocable. Ése es el éxito histórico de la socialdemocracia.
Participación: 82,1% (+1,7%)
Partido Socialdemócrata: 30,9% (-4,4%) y 113 diputados (-17)
Partido Moderado: 30% (+3,9%) y 107 diputados (+10)
Partido Verde: 7,2% (+2%) y 25 diputados (+6)
Partido Liberal: 7,1% (-0,4%) y 24 diputados (-4)
Partido de Centro: 6,6% (-1,3%) y 22 diputados (-7)
Demócratas de Suecia (extrema derecha): 5,7% (+2,8%) y 20 diputados (+20)
Partido Demócrata Cristiano: 5,6% (-1%) y 19 diputados (-5)
Partido de la Izquierda: 5,6% (-0,3%) y 19 diputados (-3)
Alianza para Suecia (Moderados, Liberales, Centro y Democristianos): 49,3% (+1,2%) y 172 diputados (-6)
Alianza rojiverde (Socialdemócratas, Verdes e Izquierda): 43,7% (2,7%) y 157 diputados (-14)
Las recientes elecciones suecas nos enseñan varias cosas. A diferencia de lo que escribe la prensa, sin memoria, no es la primera vez que el "bloque burgués" repita victoria en las elecciones legislativas, ya ganó en 1976 y repitió victoria en 1979, para perder en 1982. Sin embargo, el gobierno de centroderecha de Fredrik Reinfeldt ha tenido mucha suerte en el último año de legislatura: la recuperación económica dio la vuelta a todas las encuestas que desde 2007 devolvían el apoyo a la coalición rojiverde.
Su victoria, empero, no ha sido total, ya que la entrada de la extrema derecha de Demócratas de Suecia en el Riksdag le ha arrebatado la mayoría absoluta a su coalición de cuatro partidos. El devenir de los acontecimientos dirá qué ocurrirá en la nueva legislatura. El primer ministro prometió no pactar con la extrema derecha; en cambio, tiende la mano al Partido Verde para ampliar su mayoría. Pero, de momento, los ecologistas le niegan todo apoyo por su política de extensión de la energía nuclear y el miedo que tienen a que la derecha recupere su obsesión por desmantelar el Estado de bienestar, la gran herencia de la socialdemocracia sueca.
Hay quien apuesta por una gran coalición, imposible ya que debe pasar por los socialdemócratas, aún primer partido más votado. Y sería a ellos, como minoría más grande, a quien competería encabezar un gobierno... La solución pasará, de mantener su integridad de aislar a la extrema derecha, por acuerdos puntuales con la oposición rojiverde. Ello impediría cualquier desmantelamiento serio del Estado de bienestar, dejando en manos de los socialdemócratas, si se recuperan, la posibilidad de darle fin a la colaboración y finiquitar prematuramente esta nueva legislatura conservadora.
No es el estreno parlamentario de la extrema derecha sueca lo que debería alarmarnos, sino los motivos que han hecho posible este resultado. Como en otros países, como Francia, Italia, Alemania... la crisis económica ha dado nuevas energías a aquellos dispuestos a centrar los problemas del paro, la inseguridad y los recortes sociales del Estado en los inmigrantes, como extranjeros y como delincuentes. No han sido los dirigentes extremistas los que han hecho posible este trabajo, sino los gobiernos: el gobierno francés, como el italiano, intenta entrener a su opinión pública de otros temas, y el gobierno sueco, al igual que otros tantos, han hecho mucho daño lanzando desde sus altas instancias el mensaje de que inmigración=delincuencia.
Hay que decirlo de una vez: el peligro no es la inmigración, sino los gobiernos que no saben hacer sus políticas.
El Partido Socialdemócrata ha cosechado unos resultados muy malos, en comparación con su pasada y exitosa historia electoral. Parece que incluso la poderosa socialdemocracia sueca, modelo para el resto de partidos socialistas, no es inmune a la ola derechista que arrincona a la izquierda a la minoría y la oposición. No obstante, hay que recordar que el bloque burgués gobernante mantiene su mayoría en tanto que no reduzca el Estado de bienestar. "La nación durmiente", ése es el título de un libro crítico con el modelo sueco, escrito por el que era entonces líder de las juventudes conservadoras, el hoy primer ministro Reinfeldt. No es la nación, sino las verdaderas intenciones de la derecha las que duermen.
Pero dejando a un lado su ideología por el pragmatismo, Reinfeldt no hecho de Suecia una nación alineada con postulados económicos neoliberales, sino que ha convertido a su Partido Moderado en una versión edulcorada del Partido Socialdemócrata. Basta conocer uno de sus lemas de campaña "Hay un nuevo partido de los trabajadores", que parece haber hecho tanto éxito como para que aquí otro partido de derechas copie el mismo lema. La socialdemocracia, en horas bajas o en su cénit, sigue siendo influyente y su herencia intocable. Ése es el éxito histórico de la socialdemocracia.
Pero que triste eres tio.
ResponderEliminarOsea, los "progres" perdeis sin frenos en toda Europa incluso habiendo previsto tener éxito por la crisis que según vosotros la derecha ha provocado, y aún así toda Europa vota igualmente a la derecha. Alemania, Holanda, Reino Unido... estos solo lo que va de este año 2010, y mira que te hablo de países pesados. Ahora Suecia. Lo mismo en el resto del planeta (Colombia, Filipinas, Chile...) Y entonces me encuentro con este blog donde un autentico pringau como tu sigue escribiendo artículos del país de las maravillas, la socialdemocracia que la esperanza no se pierde y el estado debienestar y blablabla. No tienes ni 4 gatos que te leen, ¿que pretendes con esto crear un nuevo partido alternativo en el futuro? Tio dejalo, deja de malgastar la vida y dedica el tiempo a cosas mas "reales".
Que pena me das tio, perdona por ser tan directo pero esque es así.