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domingo, 19 de septiembre de 2010

Supersarko se desinfla

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, atraviesa un período de dificultades en su mandato. La reforma de las pensiones y el cambio en la edad de jubilación, el escándalo Bettencourt, los escándalos de sus ministros y el debate del velo islámico han hecho mella en su popularidad. De "Supersarko", que empezó su presidencia en 2007 en medio de un gran apoyo popular y con un gran proyecto de renovación de las ideas del conservadurismo liberal, no queda casi nada. Ahora, el presidente francés recurre a que las cortinas de humo distraigan a la opinión pública de la república francesa.

La expulsión de gitanos es una medida completamente xenófoba, que vulnera los sacros principios del republicanismo francés. "Libertad, igualdad y fraternidad" no se cumple aquí y Francia, como tantos otros países de la Unión Europea, no sabe, o no quiere, tener una política de integración y de educación que no distinga unos ciudadanos de otros. El "problema" de la inmigración o de las minorías étnicas se ha creado en el momento que las administraciones europeas no saben qué hacer. Ahora, los gobiernos, sobre todo los conservadores, alientan los sentimientos contrarios a las minorías, a las que se quiere presentar como delincuentes, vagos e inadaptados, por no decir enemigos de nuestros valores occidentales.

En esta campaña de desprestigio contra nuestros conciudadanos, a los progresistas no nos queda más remedio que alentar programas de integración y de educación, reconocer que nuestros países hace mucho que dejaron de ser étnica y culturalmente homogéneos y que debemos adaptarnos a la realidad. No somos "amigos" de los terroristas, sino amigos de la libertad, de la verdadera libertad.

Hay base para que las fuerzas progresistas reconquisten la iniciativa política. Sin embargo, no se ha visto ninguna dirección en este sentido en la última cumbre de la Unión Europea. Ningún jefe de gobierno, ni siquiera Zapatero, se atrevió a criticar las medidas contra los gitanos del presidente francés. Pesa más la hipocresía de la política comunitaria que la defensa de los derechos de los ciudadanos. Cada vez es más evidente que los obstáculos de la izquierda en el camino al poder no vienen de fuera, sino de dentro, de la falta de ideas, de valentía y de estadistas.

A diferencia de la sumisión vergonzosa de los líderes europeos, en Francia, pese a todos los intentos de Sarkozy por recuperar su popularidad, los ciudadanos no confían en él. La izquierda tiene cada vez más posibilidades de conquistar el Elíseo en 2012, con Dominique Strauss-Khan, si al final se postula como candidato socialista. La victorias de la izquierda en las elecciones regionales no es sino un espejismo hasta que el PS concrete un nuevo programa de gobierno para Francia, tan ilusionante y reformista como el que presentó Ségolène Royal en su momento. De no ser así, se caerá en el mismo discurso del miedo de la derecha, que sólo puede dar fuerzas a la estancada extrema derecha.

3 comentarios:

  1. ¡Hola Javi! Una reflexión muy interesante, estos días también he estado pensando sobre el asunto. A mí me parece que el problema con Francia es que es muy fácil tener con ella una memoria histórica selectiva. Su modernidad y dinamismo nos hace olvidar que históricamente es el país con el sentimiento nacionalista más explícitamente xenófobo de Europa occidental, hasta el punto de que el francés es la única lengua romance en que conozco un término peyorativo para referirse genéricamente a TODOS los extranjeros (métèque). Y no olvidemos tampoco su tradición de antisemitismo y el affaire Dreyfus. Probablemente en este saldo negativo sólo le supere Alemania, pero no va vivido la catarsis colectiva y el sentimiento de culpa que en la postguerra ayudaron a exorcizar estos demonios del país germano.

    Por otra parte, la diversidad de su tradición política, el origen revolucionario de sus símbolos nacionales o el laicismo nos hacen olvidar que (a pesar de Clemenceau y Millerand, Jaurés, Blanc o Blum)sus dos grandes experiencias republicanas (III y V repúblicas) tienen en su origen elementos fundacionales bastante conservadores, e incluso reaccionarios. A la vista de eso no sorprende la fuerza del moderno FN, ni que para 2012 derecha y centro-derecha habrán ocupado el Elíseo durante 40 de los 54 años de vida de la V república.

    "Libertad, igualdad, fraternidad" (¿o era "propiedad"? ;P), sí. ¿Pero para quienes? Antes concluir que se vulnera la tradición francesa hay que preguntarse hasta qué punto sus consignas se entienden restringidas a la "nación" y qué entienden por "nación" los franceses. ¿No te parece ahora que el debate sobre "qué es ser francés" era una forma nada inocente de Sarkozy de preparar el terreno para esto? Yo creo que la expulsión de los romaníes sigue una línea histórica e ideológica de largo recorrido y muy coherente.

    Mi conclusión es que más que olvido de la tradición, estamos volviendo a lo peor de ella por el olvido de los horrores a los que nos llevó el racismo (como leía en un artículo de opinión el otro día en la prensa). En lo que soy optimista es el lo que dices de la posibilidad de derrotar a la derecha francesa en 2012, pero creo que va a ser más que nada por el desgaste y el malestar social de la crisis, que está pasando factura a todos los gobiernos.

    Bueno, un saludo!

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  2. Hola Dion! Bienvenido de nuevo por aquí.

    El sentimiento nacional francés tiene componentes que difieren de, por ejemplo, sus inmediatos vecinos, los alemanes y nosotros, los españoles. Cuando se desencadenó la revolución de 1789 y se dio contenido teórico a la idea de nación moderna, los franceses crearon la nación política. Contaban, a diferencia de los alemanes, de unidad territorial, y de los españoles, de poseer una cultura hegemónica central sobre la periferia, como puede ser la bretona o la corsa, por ejemplo, que gracias a la extensión de la educación pública se ha implantado sin problemas. Francia tuvo muchos de los problemas que España o Alemania tuvieron que resolver, o intentarlo, a lo largo del siglo XIX y aún en el XX. En Francia, el sentimiento regionalista existe, pero ni de lejos quiere ni puede plantearse unos fines como el regionalismo en España.

    Aunque sea un sentimiento muy nacionalista, la “grandeur de la France”, se ha distinguido por hacer de Francia una nación de ciudadanos. Ahora bien, ojalá pudiéramos decir lo mismo. La idea de nación integradora francesa, a mi entender, sólo sería posible para gente culturalmente cercana a los franceses, esto es, europeos blancos y cristianos. Los españoles exiliados fueron considerados ciudadanos de segunda durante mucho tiempo, pero también supieron encontrar en Francia esa nación democrática y republicana que se les había arrebatado. Además, hemos comprobado que ni siquiera una nación tan republicana como la francesa está exenta de no comprender el fenómeno de la inmigración y el multiculturalismo.

    Francia tiene muchas caras. No olvidemos que el sentimiento antisemita y de nacionalismo extremo que salió a la luz durante el caso Dreyfus se combatió con la búsqueda de la verdad y el período reformista de la época de gobierno del Partido Radical.

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  3. Yo no me atrevería a comparar la existencia histórica de la extrema derecha francesa con el inicio conservador de la III y V repúblicas. No olvidemos que la III república surgió casi por accidente y sobrevivió en un contexto interno favorable a la restauración de la monarquía. Si la III república consiguió consolidarse y sobrevivir en el tiempo fue gracias a la incapacidad de los monárquicos de decidir qué tipo de monarquía querían. Los republicanos de ese tiempo, supieron aprovechar la situación (los “oportunistas”): sabían que la querida república sólo conseguiría sobrevivir si no repetía los problemas de la segunda república: una república conservadora, que no levante los miedos de las clases dirigentes tradicionales, y que a la vez sepa ser reformista con el tiempo. Aquí, en España, por ejemplo, la I y la II república no supieron cumplir esa vía, y cuando quisieron hacerlo ya fue demasiado tarde.

    Pero la extrema derecha no tiene nada que ver con eso. La extrema derecha no es un movimiento de élites, siempre ha sido marginal, provocado por las frustraciones frente al régimen del momento. La III república vio una extrema derecha en el boulangerismo y en el maurrasismo, monárquica y católica frente a la consolidación del régimen republicano y del Estado laico, circunstancias que fueron admitidas y defendidas posteriormente a izquierda y derecha. La V república, es más, no fue una victoria de la extrema derecha surgida de la guerra de Argelia en tanto que su proclamación supuso una república más fuerte y autoritaria que la IV, a la vez que fue aceptada por el centro y la izquierda, beneficiándose con el tiempo de sus instituciones, aceptando todas las fuerzas el juego democrático y la alternancia pacífica en el poder. La moderna extrema derecha es la respuesta a la incompetencia del régimen republicano, e incluso de la izquierda obrera, de aceptar e integrar a la inmigración como de no convencer a las clases trabajadoras que lo inmigrantes, a fin de cuentas, han llegado para ocupar puestos que ellos no estaban dispuestos a cubrir. La izquierda socialista y comunista no han cumplido su papel de emancipación de la clase obrera. En vez de eso la han perdido a favor de otros más interesados en que todo siga como ha sido siempre, en que toda sociedad siempre haya un chivo expiatorio, alguien a quien odiar y culpar de todo.

    Muchas gracias por escribir y tenerte por aquí!!, un saludo ;)

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