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martes, 7 de septiembre de 2010

La tregua propuesta por ETA

Parecería que el alto el fuego ("ofensivo", se cuidan al elegir las palabras) de ETA responde, por una parte, a la realidad con la que se enfrentan los terroristas, con varios jefes capturados en pocos meses y cúpulas dirigentes desmanteladas, con la organización en manos de miembros jóvenes, de poca experiencia; y a la presión de la izquierda abertzale, incapaz de seguir justificando la lucha terrorista, ansiosa por poder presentarse a las elecciones municipales y mantener su espacio político, y por la presión de los antiguos etarras encarcelados, la mayoría pidiendo el fin del terrorismo.

Esta noticia debería ser un motivo para la esperanza de la libertad, la seguridad y la paz no sólo en Euskadi, sino en el resto de España. Lamentablemente, ETA arrastra en su historia otras treguas, otras negociaciones, que no han sido sinceras. El Gobierno ha hecho bien en mantener la cautela y en exigir no sólo la tregua, sino el fin de toda actividad terrorista. ETA aún tiene mucho que aprender del proceso de paz de Irlanda del norte, del IRA y del Sinn Féin para aceptar que sólo el fin del terrorismo puede llevar a una solución aceptada por todos. ¿Hasta dónde llega la voluntad de la izquierda abertzale y de ETA?

No se puede engañar a todos todo el tiempo. La izquierda abertzale no deja de ser una minoría, que para nada tiene tras de sí a la mayoría de la sociedad vasca, nacionalista o no nacionalista, que prefirió apoyar a una organización terrorista muy alejada de ese idealismo en el cual basa su "lucha". Es una anomalía que en un Estado de derecho un partido no pueda presentarse a las elecciones y ser apoyado por sus votantes, pero es también una anomalía que dicho partido apoye a una organización terrorista. La oportunidad para redimirse y aceptar el juego democrático de mayorías y respeto a las minorías se está agotando. Ellos lo saben y saben cuáles deben ser sus pasos.

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