"We were wrong", dijo el nuevo líder del Partido Laborista británico, Ed Miliband. En la guerra de Irak de Tony Blair, en la gestión económica de Gordon Brown... el New Labour pasa a las páginas de la Historia. "Adiós y muy buenas", declaraba Tony Wood, director adjunto de la New Left Review.
Todo quedaba en familia. David contra Ed. Hay quien dice que en estas primarias laboristas se dirimía la última batalla entre la Tercera Vía blairista y las esencias izquierdistas del laborismo. Permitidme mi escepticismo. Ed Miliband anuncia el liderazgo de una nueva generación en el seno del laborismo, una generación que ha nacido en las postrimerías del mandato de Blair y en la agonia del de Brown. Los dos hermanos tienen una prolífica trayectoria dentro del Partido Laborista y en el Gobierno británico. La generación Miliband es heredera directa de Tony Blair, una generación que ha aprendido de los errores de la anterior.
¿Posneolaborismo? ¿Nuevo Viejo Laborismo? No me atrevo a sacarme de la manga un concepto. Aunque es un estratégico giro dialéctico, el laborismo se renueva. Quien quiera ver un partido izquierdista, dirigido por "Red Ed", se equivoca: no se renuncia ni al centro ni a la izquierda. Clases medias y sindicatos-clases trabajadoras. David y Ed. Las dos caras de la misma moneda.
El inicio del liderazgo del pequeño de los Miliband comienza con ilusión. Los sondeos ya venían pronosticando la recuperación laborista y el hundimiento de los Lib-Dem por su apoyo a los tories. Ahora, el laborismo está en cabeza. No nos engañemos, estos sondeos no significan nada a principio de legislatura. Ed necesita a David: juntos pueden ser un tándem ganador. Se especula que David deje en un futuro próximo la ejecutiva laborista y la oferta de ser ministro de Exteriores o Hacienda en el shadow cabinet (gobierno en la sombra) del laborismo. Mi esperanza es que permanezca.
Las otrora poderosas trade unions, los sindicatos británicos, han apostado por Ed. Pletóricos por su éxito, han declarado la época del Nuevo Laborismo como nefasta. Ed sabe que necesita el poder sindical para recuperar los espacios perdidos por el laborismo, aquellas clases trabajadoras que, a falta de alternativas, se refugian en la abstención. Pero al mismo tiempo no puede verse controlado por los sindicatos y acabar con uno de los logros de Blair: la independencia del partido respecto a los sindicatos, que por cierto fueron los que dieron vida al Labour hace un siglo.
La herencia de la Tercera Vía permanece. Vicenç Navarro hace un buen análisis de la decadencia del blairismo, pero la esencia de los argumentos de Giddens permanecen válidos: la renovación de una socialdemocracia cuyo mundo ha cambiado y debe adaptarse a los cambios. A fin de cuentas, ¿cuál es la razón de ser de la socialdemocracia? El bienestar y la emancipación económica y social de los ciudadanos más desfavorecidos. Ése debe ser el objetivo del Labour de Miliband.
En un plano personal, la trayectoria política de Tony Blair me fascina. El programa de 1997 no era la revolución, era revolucionario: grandes reformas para Gran Bretaña. Muchas se consiguieron, otras se aparcaron y algunas no recibieron suficiente entusiasmo. Sus decisiones concretas, las más polémicas, no me gustaron. Tampoco la corrupción de final de su mandato. Aunque, evidentemente, por no ser británico no puedo votar en sus elecciones, apoyé al Partido Liberal Demócrata de Nick Clegg: "I agree with Nick". No lamento mi apoyo. El laborismo necesitaba la derrota para poder regenerarse, no valía una oportunidad más. Si Ed Miliband lo consigue, habrá valido la pena. "We are the optimists".
Todo quedaba en familia. David contra Ed. Hay quien dice que en estas primarias laboristas se dirimía la última batalla entre la Tercera Vía blairista y las esencias izquierdistas del laborismo. Permitidme mi escepticismo. Ed Miliband anuncia el liderazgo de una nueva generación en el seno del laborismo, una generación que ha nacido en las postrimerías del mandato de Blair y en la agonia del de Brown. Los dos hermanos tienen una prolífica trayectoria dentro del Partido Laborista y en el Gobierno británico. La generación Miliband es heredera directa de Tony Blair, una generación que ha aprendido de los errores de la anterior.
¿Posneolaborismo? ¿Nuevo Viejo Laborismo? No me atrevo a sacarme de la manga un concepto. Aunque es un estratégico giro dialéctico, el laborismo se renueva. Quien quiera ver un partido izquierdista, dirigido por "Red Ed", se equivoca: no se renuncia ni al centro ni a la izquierda. Clases medias y sindicatos-clases trabajadoras. David y Ed. Las dos caras de la misma moneda.
El inicio del liderazgo del pequeño de los Miliband comienza con ilusión. Los sondeos ya venían pronosticando la recuperación laborista y el hundimiento de los Lib-Dem por su apoyo a los tories. Ahora, el laborismo está en cabeza. No nos engañemos, estos sondeos no significan nada a principio de legislatura. Ed necesita a David: juntos pueden ser un tándem ganador. Se especula que David deje en un futuro próximo la ejecutiva laborista y la oferta de ser ministro de Exteriores o Hacienda en el shadow cabinet (gobierno en la sombra) del laborismo. Mi esperanza es que permanezca.
Las otrora poderosas trade unions, los sindicatos británicos, han apostado por Ed. Pletóricos por su éxito, han declarado la época del Nuevo Laborismo como nefasta. Ed sabe que necesita el poder sindical para recuperar los espacios perdidos por el laborismo, aquellas clases trabajadoras que, a falta de alternativas, se refugian en la abstención. Pero al mismo tiempo no puede verse controlado por los sindicatos y acabar con uno de los logros de Blair: la independencia del partido respecto a los sindicatos, que por cierto fueron los que dieron vida al Labour hace un siglo.
La herencia de la Tercera Vía permanece. Vicenç Navarro hace un buen análisis de la decadencia del blairismo, pero la esencia de los argumentos de Giddens permanecen válidos: la renovación de una socialdemocracia cuyo mundo ha cambiado y debe adaptarse a los cambios. A fin de cuentas, ¿cuál es la razón de ser de la socialdemocracia? El bienestar y la emancipación económica y social de los ciudadanos más desfavorecidos. Ése debe ser el objetivo del Labour de Miliband.
En un plano personal, la trayectoria política de Tony Blair me fascina. El programa de 1997 no era la revolución, era revolucionario: grandes reformas para Gran Bretaña. Muchas se consiguieron, otras se aparcaron y algunas no recibieron suficiente entusiasmo. Sus decisiones concretas, las más polémicas, no me gustaron. Tampoco la corrupción de final de su mandato. Aunque, evidentemente, por no ser británico no puedo votar en sus elecciones, apoyé al Partido Liberal Demócrata de Nick Clegg: "I agree with Nick". No lamento mi apoyo. El laborismo necesitaba la derrota para poder regenerarse, no valía una oportunidad más. Si Ed Miliband lo consigue, habrá valido la pena. "We are the optimists".
Dejar fuera del laborismo los postulados del degradado Giddens es algo necesario. Como bien has apuntado el laborismo tuvo una importancia clave en la reforma socialdemócrata de la década pasada, pero fue una reforma hacia la aceptación de los postulados liberales y la imposibilidad de un modelo alternativo aceptando los planteamientos de Fukuyama.
ResponderEliminarUna breve lectura sobre las obras de Giddens hace destacar ideas tan curiosas como la propuesta de un toque de queda, entre otras muchas barbaridades que están lejos de alguien que se hace decir de izquierdas. Esa reforma en la socialdemocracia ha sido funesta y es precisamente la que ha hecho que la izquierda a día de hoy esté de capa caída en toda Europa.