El presidente Zapatero sigue siendo un maestro en el arte de la política. Los últimos días iban corriendo rumores de los posibles cambios, algunos se han demostrado ciertos, otros- de momento- no. Justificándose en tener ya garantizados los apoyos a los Presupuestos del Estado, Zapatero considera que se abre una nueva etapa en la actual legislatura. El cambio ha sido de envergadura, reduciendo de 17 a 15 los ministerios, con la mirada puesta en superar la crisis económica, desarrollar la reforma laboral y volver al diálogo social. Pasaré a hacer una valoración de los grandes cambios del ejecutivo.
Alfredo Pérez Rubalcaba. Se convierte en el "superministro" del nuevo gobierno, sumando Interior el cargo de Vicepresidente primero y portavoz del Gobierno. La apuesta de Zapatero por él es clara, es acertada y con miras al futuro. No sólo mantiene un cargo fundamental para la resolución del terrorismo de ETA, sino que se convierte en la cara del Gobierno frente a la prensa, de la misma forma que María Teresa Fernández de la Vega lo fue estos seis años. Su protagonismo en este cambio de ejecutivo es de tal envergadura que El País, en un análisis de José Manuel Romero, bautiza al nuevo Gobierno como "Gabinete Rubalcaba".
Rosa Aguilar. La histórica ex dirigente de Izquierda Unida, alejada de la coalición de izquierda por sus discrepancias, ve colmadas seguramente sus aspiraciones llegando al Gobierno con Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, en sustitución de Elena Espinosa. Con ella desembarca su popularidad, su imagen de política de izquierda, alejada del radicalismo de la actual IU y sobre todo de su federación andaluza, además de una sólida experiencia de gobierno como alcaldesa de Córdoba y como consejera de Obras Públicas en Andalucía. Con ella, como con el refuerzo de Rubalcaba y la entrada en Trabajo de un ugetista, Valeriano Gómez, el Gobierno mantiene su amplio espectro ideológico desde el centro izquierda y el refuerzo de la izquierda.
Valeriano Gómez. Con un apellido de moda en estos días en el socialismo español, Gómez sustituye a Celestino Corbacho como ministro de Trabajo. El nuevo ministro no es un desconocido en el Gobierno, ya fue secretario general de Empleo cuando Jesús Caldera ocupaba el ministerio. La situación ahora es distinta, con el alto paro y el diálogo con los sindicatos en su peor momento. Paradógicamente, el nuevo ministro se manifestó en contra de una reforma laboral que ahora debe desarrollar, siendo la "materia gris", en palabras de Zapatero, que estaba detrás de la elaboración de dicha reforma. Incoherencia o no, es muestra del problema actual de la izquierda española, sensible a los problemas de los trabajadores, con la responsabilidad de resolver la crisis y con la oposición de los empresarios a cualquier reforma que no se traduzca en más beneficios económicos para la patronal.
Ramón Jáuregui. Entra por fin en el Gobierno, como ministro de la Presidencia. Estos seis años han sido de larga espera, como número dos del grupo parlamentario socialista y como dirigente de los eurodiputados socialistas españoles. Gran conocedor de todas las administraciones del Estado, le hubiera venido más bien el ministerio de Política Territorial, antes de Administraciones Públicas. No hay que olvidar el guiño que supone al socialismo vasco, receloso de los pactos de Zapatero con el PNV por los Presupuestos. Junto con Rubalcaba, supone una apuesta seria del Gobierno por acabar con el problema que plantea ETA, del modo que sea. María Teresa Fernández de la Vega, por su parte, pasará a formar parte del Consejo de Estado, un "premio" a su labor en el Gobierno.
Trinidad Jiménez. Cambia de ministerio, de Sanidad a Exteriores. Es una lástima la marcha de Moratinos, un gran experto en las relaciones internacionales, sobre todo con Oriente Próximo. Posiblemente sea el futuro candidato para la alcaldía de Córdoba. Jiménez tiene también experiencia en temas internacionales, pero el nuevo ministerio puede ser, o ser visto, más como un premio de consolación por las primarias madrileñas que algo merecido por su experiencia. Su paso por el ministerio de Sanidad ha sido loable, con leyes como la reforma del aborto, la ley del tabaco o su gestión de la gripe A.
Leire Pajín... esta es la decisión que menos comparto. Era demasiado bueno sólo la marcha de Bibiana Aído y la integración de Igualdad en un ministerio más acorde como Política Social y Sanidad. Leire Pajín como portavoz del PSOE y secretaria de Organización ha tenido muchas frases desafortunadas, una imagen muy mala, añadida además al caso de tránsfugas de Benidorm, entre los que se encuentra su madre. El año pasado en un curso de la Escuela de Verano Jaime Vera me dio una impresión muy distinta a la que practica ante los medios de comunicación. Sería deseable que demostrata tener un mejor perfil que el que ha desarrollado estos años. Por otro lado, la organización del PSOE queda en manos de Marcelino Iglesias, que no volverá a presentarse a las elecciones aragonesas.
En el resto de ministerios, no ha habido grandes cambios. Carme Chacón no ha ocupado una vicepresidencia, como parecía que podía ocurrir, y así sonar como uno de los activos del partido para el futuro, ya sea Cataluña o la política nacional. Mantiene una buena valoración y un buen perfil como ministra de Defensa. No olvidemos un posible paralelismo con Michelle Bachelet, que fue ministra de Defensa en Chile con Ricardo Lagos. Cristina Garmendia sonaba también para dejar el Gobierno, pero se mantiene. Vivienda pasa a Fomento, en manos de José Blanco, provocando también la marcha de su titular, Beatriz Corredor, del equipo de Miguel Sebastián.
¿Este el Gobierno para lo que queda de legislatura? ¿Entre estos ministros está el "presidenciable", si Zapatero opta por no volver a presentarse? La labor del nuevo Gobierno es salir cuanto antes de la crisis económica y de atajar el alza del paro. Sigue sin tratarse el problema del paro estructural, que ningún gobierno español, socialista o conservador, ha conseguido resolver. Sólo esta cuestión puede justificar una nueva oportunidad al partido en el poder. Otros, sabemos que nunca lo harán, o de una forma que no podrá contentar a los trabajadores.
Alfredo Pérez Rubalcaba. Se convierte en el "superministro" del nuevo gobierno, sumando Interior el cargo de Vicepresidente primero y portavoz del Gobierno. La apuesta de Zapatero por él es clara, es acertada y con miras al futuro. No sólo mantiene un cargo fundamental para la resolución del terrorismo de ETA, sino que se convierte en la cara del Gobierno frente a la prensa, de la misma forma que María Teresa Fernández de la Vega lo fue estos seis años. Su protagonismo en este cambio de ejecutivo es de tal envergadura que El País, en un análisis de José Manuel Romero, bautiza al nuevo Gobierno como "Gabinete Rubalcaba".
Rosa Aguilar. La histórica ex dirigente de Izquierda Unida, alejada de la coalición de izquierda por sus discrepancias, ve colmadas seguramente sus aspiraciones llegando al Gobierno con Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, en sustitución de Elena Espinosa. Con ella desembarca su popularidad, su imagen de política de izquierda, alejada del radicalismo de la actual IU y sobre todo de su federación andaluza, además de una sólida experiencia de gobierno como alcaldesa de Córdoba y como consejera de Obras Públicas en Andalucía. Con ella, como con el refuerzo de Rubalcaba y la entrada en Trabajo de un ugetista, Valeriano Gómez, el Gobierno mantiene su amplio espectro ideológico desde el centro izquierda y el refuerzo de la izquierda.
Valeriano Gómez. Con un apellido de moda en estos días en el socialismo español, Gómez sustituye a Celestino Corbacho como ministro de Trabajo. El nuevo ministro no es un desconocido en el Gobierno, ya fue secretario general de Empleo cuando Jesús Caldera ocupaba el ministerio. La situación ahora es distinta, con el alto paro y el diálogo con los sindicatos en su peor momento. Paradógicamente, el nuevo ministro se manifestó en contra de una reforma laboral que ahora debe desarrollar, siendo la "materia gris", en palabras de Zapatero, que estaba detrás de la elaboración de dicha reforma. Incoherencia o no, es muestra del problema actual de la izquierda española, sensible a los problemas de los trabajadores, con la responsabilidad de resolver la crisis y con la oposición de los empresarios a cualquier reforma que no se traduzca en más beneficios económicos para la patronal.
Ramón Jáuregui. Entra por fin en el Gobierno, como ministro de la Presidencia. Estos seis años han sido de larga espera, como número dos del grupo parlamentario socialista y como dirigente de los eurodiputados socialistas españoles. Gran conocedor de todas las administraciones del Estado, le hubiera venido más bien el ministerio de Política Territorial, antes de Administraciones Públicas. No hay que olvidar el guiño que supone al socialismo vasco, receloso de los pactos de Zapatero con el PNV por los Presupuestos. Junto con Rubalcaba, supone una apuesta seria del Gobierno por acabar con el problema que plantea ETA, del modo que sea. María Teresa Fernández de la Vega, por su parte, pasará a formar parte del Consejo de Estado, un "premio" a su labor en el Gobierno.
Trinidad Jiménez. Cambia de ministerio, de Sanidad a Exteriores. Es una lástima la marcha de Moratinos, un gran experto en las relaciones internacionales, sobre todo con Oriente Próximo. Posiblemente sea el futuro candidato para la alcaldía de Córdoba. Jiménez tiene también experiencia en temas internacionales, pero el nuevo ministerio puede ser, o ser visto, más como un premio de consolación por las primarias madrileñas que algo merecido por su experiencia. Su paso por el ministerio de Sanidad ha sido loable, con leyes como la reforma del aborto, la ley del tabaco o su gestión de la gripe A.
Leire Pajín... esta es la decisión que menos comparto. Era demasiado bueno sólo la marcha de Bibiana Aído y la integración de Igualdad en un ministerio más acorde como Política Social y Sanidad. Leire Pajín como portavoz del PSOE y secretaria de Organización ha tenido muchas frases desafortunadas, una imagen muy mala, añadida además al caso de tránsfugas de Benidorm, entre los que se encuentra su madre. El año pasado en un curso de la Escuela de Verano Jaime Vera me dio una impresión muy distinta a la que practica ante los medios de comunicación. Sería deseable que demostrata tener un mejor perfil que el que ha desarrollado estos años. Por otro lado, la organización del PSOE queda en manos de Marcelino Iglesias, que no volverá a presentarse a las elecciones aragonesas.
En el resto de ministerios, no ha habido grandes cambios. Carme Chacón no ha ocupado una vicepresidencia, como parecía que podía ocurrir, y así sonar como uno de los activos del partido para el futuro, ya sea Cataluña o la política nacional. Mantiene una buena valoración y un buen perfil como ministra de Defensa. No olvidemos un posible paralelismo con Michelle Bachelet, que fue ministra de Defensa en Chile con Ricardo Lagos. Cristina Garmendia sonaba también para dejar el Gobierno, pero se mantiene. Vivienda pasa a Fomento, en manos de José Blanco, provocando también la marcha de su titular, Beatriz Corredor, del equipo de Miguel Sebastián.
¿Este el Gobierno para lo que queda de legislatura? ¿Entre estos ministros está el "presidenciable", si Zapatero opta por no volver a presentarse? La labor del nuevo Gobierno es salir cuanto antes de la crisis económica y de atajar el alza del paro. Sigue sin tratarse el problema del paro estructural, que ningún gobierno español, socialista o conservador, ha conseguido resolver. Sólo esta cuestión puede justificar una nueva oportunidad al partido en el poder. Otros, sabemos que nunca lo harán, o de una forma que no podrá contentar a los trabajadores.
Coincido contigo. Todo correcto menos lo de Leire Pajín. No son pocos los que ven en este carrusel de jóvenes "ex-ministras de ZP" el método con el que nuestro feminista presidente está dando caché a una futura generación de "lideresas" socialistas.
ResponderEliminarLo de Aguilar y Gómez han sido dos espectaculares volantazos a la izquierda que parecen indicar que este es el gobierno con el que ZP piensa llegar a 2012 (salvo catástrofe). Creo que esa es la respuesta a tu primera pregunta.
Y probablemente se trata de la última crisis de la era Zapatero. No sé si este hombre es un genio, pero lo cierto es que nunca ha querido cambiar el gobierno hasta estar seguro de que nos pillaba a todos desprevenidos.
Por lo tanto, la respuesta más obvia a tu segunda pregunta ("el sucesor es Rubalcaba") quizá es precisamente lo que quiere ZP que pensemos para sacarse su último conejo de la chistera.
En todo caso, también estoy de acuerdo con lo que dices del paro. Es una reforma política de enorme calado, pero la vertiente económica queda intacta.
Me parece atrevido tildar a IU de radical, cuando el PSOE ha vendido a los trabajadores a la patronal. La traición de Rosa Aguilar se ha visto recompensada por parte de los socialistas, no puedo negar el escaso agrado que me suscita la ex-alcadesa cordobesa.
ResponderEliminarMal vamos si vamos a tener una nueva generación de "lideresas" así. No me atrevo a señalar ningún presidenciable (aunque no creo que lo vaya a ser Rubalcaba), sí tengo alguna sensación, pero como dices, será un conejo que se saque de la chistera.
ResponderEliminarEntiéndeme, Borja. Comparando la IU de Llamazares con la de Cayo Lara, es infinitamente más radical a la vez que más alejada de la realidad. Rosa Aguilar es una excelente política, de los pocos cargos públicos de IU con una responsabilidad de gobierno tan grande como es una capital de provincia.
IU, en su actual línea conservadora, que es mantener las cosas como están y no ser capaz de formular una alternativa creíble, va camino de la irrelevancia política. Podrá ganar el voto de castigo, pero no le servirá para nada. Ya me gustaría que su refundación fuera sincera, que de verdad hiciera un análisis real de la realidad, valga la redundancia, y que optara por un pragmatismo de izquierda que le valiera para ser competitivo entre el electorado. Eso es Rosa Aguilar. Ya no está allí, imagina quiénes son entonces los que mandan en IU...