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viernes, 20 de mayo de 2011

El movimiento 15 de mayo: En respuesta a los comentarios de esta semana

Respondiendo a los últimos comentarios, tenéis mucha razón, comparto vuestros comentarios al 120%. Hay muchos motivos por los que indignarse, que son los que han movido a miles de personas a protestar por toda España. Sin duda, millones de ciudadanos, votantes o abstencionistas, de izquierdas o de derechas, están muy de acuerdo con las propuestas de regeneración democrática y coinciden en señalar como problemas a la partitocracia y los intereses económicos de una élite que ha degenerado nuestra democracia. La primera reacción de la clase política y de casi todos los medios de comunicación ha sido el miedo. Esto me alegra bastante: "el pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían temer al pueblo". Con esta reacción, podríamos reafirmarnos en que no hay una verdadera democracia o, al menos, que está adulterada.

Es una ironía que los que pedían la "rebelión cívica", ahora, cuando se desarrolla una de verdad, la ataquen y la manipulen. El editorial de ABC parecía retrotaernos a hace cien años cuando los regímenes burgueses reprimían con violencia las manifestaciones de los obreros, de los oprimidos: el editorial de ABC exige represión, exige que la policía actúe y no "filosofe". Todo eso es demagogia. Como bien decía el ministro de Interior, Rubalcaba, "la policía está para resolver problemas y no para crearlos". Una ciudadanía que actúa por consignas opuestas a las de los "cauces normales", esto es, los partidos y los medios de comunicación, es una ciudadanía muy peligrosa para los que se llenan la boca de "democracia", "libertad"... palabras abstractas para los demagogos, pero de auténtico contenido para los ciudadanos.

Creo que este movimiento, como dicen sus portavoces, no es para destruir el sistema ni la política; es para darle auténtico significado. El 23 de mayo seguirán existiendo los partidos, los políticos y el sistema, pero si no toman nota y aceptan las principales reivindicaciones de los ciudadanos -lógicas, por otra parte- se habrá producido un divorcio, de esos que acaban tirándose los trastos a la cabeza. Esto no es Túnez ni Egipto, ¡ni comparación! Pero la solución a la crisis económica, a la social y a la política pasa por resolver los problemas de los ciudadanos, no por contentarnos en resolvérselos a los bancos y a los flujos financieros que, como bien decía un comentario a este blog:

"Yo perdí mi pequeña empresa por la crisis y ni siquiera pude cobrar paro. ¿Por qué han de rescatar bancos con mis impuestos y mi dinero que me reclama la Administración por vía ejecutiva, a consecuencia de lo anterior????? ¿Por qué los bancos manejan el país a su antojo y cada año tienen más beneficios???? ¿Hablamos de hipotecas??? ¿¿Sueldos?? ¿¿Ayudas y apoyos al autónomo o pequeña empresa que genera el 80% de empleo??? ¿¿sube la luz, gas, IVA, gasolina, se congelan pensiones, sueldos, paro juvenil??"

Hay que mejorar la democracia, hay que superar el capitalismo, no mantener las cosas como estaban en 2006, antes de la crisis. Los bancos y la economía globalizaba ayudan al progreso de una minoría de países del planeta, están sacando del subdesarrollo a los países emergentes. Son cosas que existen. Pero ayudan más a una pequeña minoría que a una gran mayoría: grandes primas, acuerdos opacos, beneficios millonarios... mientras otros se ahogan en sus hipotecas.

La canciller de Alemania nos pide "descansar menos y trabajar más, como en Alemania". Pero, señora Merkel, dos preguntas: ¿eso incluye que adoptemos el modelo del bienestar alemán, mucho mejor que el mediterráneo, que usted dice que es "muy extenso"? Y, usted es la canciller de Alemania, ¿con qué autoridad se erige usted para darnos órdenes, si quiera consejos más bien "imperativos"? Alemania es un país muy importante de la Unión, pero Alemania no dirige la Unión, sino que existe un Parlamento y una Comisión que tienen más autoridad, aunque sea en la teoría. Ésa es la Europa que no yo no quiero, la Europa de los países.

Otro de los comentarios a este blog me ha gustado mucho: "[hay que] seguir con este movimiento para intentar llevarlo a toda la Unión Europea (hoy en día si no cuentas con este espacio estás perdido)". Tiene toda la razón. Europa, la Unión Europea, no es un problema, debe ser la solución. Todos los ciudadanos europeos deberíamos unirnos para exigir medidas comunitarias, para exigir responsabilidades a toda la burocracia que parasita en las instituciones de Europa. Sí, estoy de acuerdo con Merkel en que deberíamos aúnar las diferentes leyes sobre jubilación, vacaciones, etcétera de los países comunitarios, pero en un sentido radicalmente opuesto, quiero que sea para mejor, y eso pasa por la convergencia social, económica y política de toda la Unión. La Europa que yo quiero es en la que ya no haya Estados independientes y soberanos, sino un único Estado, una única soberanía y una única ciudadanía crítica y exigente, con unas instituciones responsables y democráticas.

El mismo comentarista añadía: "(...) que la política recupere la fuerza que debe tener para oponerse a los mercados". Es esencial este aspecto. Es el motivo principal de indignación. Los elegidos no protegen ni defienden los intereses de los electores, sino que han demostrado perder toda autoridad frente a las élites económicas. El domingo hay que votar, un voto que signifique "te doy un voto para que me defiendas". La política tiene que tener fuerza, pero no para el beneficio de los elegidos ni sus clientelas, sino para enfrentarse a esas minorías neoliberales y espetarles "ahora las condiciones las pone la ciudadanía: vamos a resolver sus problemas y a redefinir nuestro modelo de sociedad".

Sinceramente, creo que no hay crisis de valores en Europa, esa crisis de la que alertan populistas, demagogos, la Iglesia y medios de comunicación extremistas. La crisis la tienen ellos, porque la sociedad se aleja de ellos. La sociedad tiene valores, pero también tiene miedo de un porvenir incierto, está fragmentada e incomunicada. El movimiento del 15 de mayo, en sus modestas posibilidades, intenta romper eso. Ha tenido un cierto éxito: en la campaña electoral hemos dejado de hablar de Bildu, del terrorismo... a la derecha, que no ha hecho una verdadera campaña electoral, que no ha hablado ni en positivo ni de su programa y nos vende humo, prometiendo acabar con los males de España mediante su varita mágica, se le ha esfumado la confianza en una victoria electoral. Ahora, esto es ya una verdadera campaña política: hablamos de la regeneración de la democracia, de la corrupción, de la insatisfacción con los políticos... todos los medios de comunicación empiezan y terminan el día hablando de las protestas, las redes sociales hierven, las personas debaten sobre todo lo que está ocurriendo... la ciudadanía puede dormir, pero la ciudadanía puede ser cítica y muy poderosa. Ojalá esto permanezca, aunque sé que es muy difícil.

Para relajarnos un poco, os dejo una bonita canción argentina que ayer recomendó Jaime Urrutia en La Ventana de la SER, "La marcha de la bronca" de 1970, del dúo Pedro y Pablo, los cantantes Miguel Cantillo y Jorge Durietz.


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