Páginas

viernes, 16 de septiembre de 2011

Análisis de las elecciones generales de Dinamarca


Dinamarca ha girado al centro-izquierda, terminando un ciclo político de 10 años de gobiernos liberal-conservadores y, de momento, con la influencia del neopopulismo en el gobierno danés. El mapa político nórdico se recompone con mayor presencia socialdemócrata en el gobierno: Dinamarca se suma a Noruega como países dirigidos por sus respectivos partidos socialdemócratas. En Finlandia los socialdemócratas participan en un gobierno presidido por los conservadores, mientras que en Suecia aún permanecen en la oposición.

Lo característico de todos estos países, ahora, es que el neopopulismo de derecha se encuentra en la oposición, pero con situaciones dispares: en Dinamarca experimenta un ligero retroceso, debido a la pérdida de importancia de la inmigración en la campaña electoral -o a la toma de posturas más restrictivas por parte de los partidos principales del bloque de izquierda, socialdemócratas y social-liberales-; en Noruega se ha evidenciado un retroceso significativo del populista Partido del Progreso en las recientes elecciones municipales, más a favor del Partido Conservador que del Laborista; en Finlandia el partido de los Verdaderos Finlandeses encabeza la oposición como tercera fuerza política; y en Suecia los Demócratas Suecos hicieron su primera aparición en el parlamento en elecciones generales del año pasado, privando de la mayoría absoluta al gobierno conservador.

Otro dato característico es la continua fragmentación del mapa político de los países nórdicos y el peso decreciente de los grandes partidos tradicionales (socialdemócratas y liberales/conservadores), bien gracias al crecimiento de partidos a la izquierda de la socialdemocracia o al fortalecimiento de partidos populistas, afectando prácticamente por igual a conservadores y socialdemócratas.

Esto son líneas generales. Habría que entrar de lleno en cada situación para hacer notar las diferencias. En lo que nos ocupa, Dinamarca, existen hechos significativos, que creo que residen en el alto nivel de participación, un 87,7% (un punto más que en 2007). Los sondeos venían apuntando un fuerte apoyo a los partidos de la oposición de centro-izquierda (del orden del 55-52% de votos) y la primera posición para el Partido Socialdemócrata. Los resultados han sido más ajustados: en la Dinamarca continental, la diferencia entre los dos bloques ha sido de unos 17.000 votos y medio punto porcentual. Los socialdemócratas han vuelto a quedar en segundo lugar, perdiendo peso electoral y un diputado, aunque ganando... 500 votos netos. Su directo rival, el Partido Liberal (Venstre), suma un escaño y gana unos 40.000 votos más que, creo, o vienen directamente relacionados por el aumento de participación o han venido del partido populista, que pierde aproxidamente esa misma cantidad. Obviamente, esto no es tan sencillo. El electorado nórdico es más volátil, y sin estudios estadísticos no podemos saber cuántos votantes fueron a las urnas por primera vez o han decidido no abstenerse, cuántos votantes no han ido, bien por fallecimiento, bien por abstención, etcétera. Acaso, se pueden apuntar indicios, pero que parten más de la deducción que de fuentes estadísticas.

Las claves de la victoria del centro-izquierda y la derrota del gobierno hay que buscarlos en los socios menores. En el campo del centro-izquierda, los socialistas de izquierda han debido de perder votos hacia la Lista Unida (alianza roji-verde), situados más a la izquierda. Pero en el ala centrista del "bloque rojo", el Partido Social-Liberal es, tras los roji-verdes, la formación con mayor aumento electoral. En el campo de la derecha, aparte de los liberales del Venstre, la pequeña Alianza Liberal también sube respecto a las anteriores elecciones; el neopopulismo pierde posiciones, pero la caída más notable es del viejo Partido Conservador, que pierde la mitad de sus apoyos pasados y no llega ni al 5%. ¿Cómo habrán sido los trasvases de votos? Posiblemente los conservadores hayan perdido apoyos directos hacia los pequeños liberales, el Venstre y, por qué no, seguramente hacia los social-liberales. También pudiera ser que el Partido Liberal haya perdido votantes a su izquierda, hacia los social-liberales y socialdemócratas, pero que los haya compensado con nuevos votantes a su derecha. Si supiera danés tendría a bien buscar entre la prensa de ese país buscando análisis mucho mejor informados.

Previsiblemente, a Lars Løkke Rasmussen le sucederá como primer ministro Helle Thorning-Schmidt, la líder socialdemócrata. Será la primera mujer primer ministro de Dinamarca, pero ese no es su aspecto más relevante. Thorning-Schmidt causa polémica en las filas socialdemócratas por sus orígenes familiares, más cercanos a la derecha y al centro social-liberal que al tradicional sindicalismo socialdemócrata aunque, como persona de contrastes, se crió en un barrio del sur de Copenhague, de familias modestas y ahora con un alto nivel de población inmigrante; también es conocida por sus malas relaciones con el ala izquierda de su partido y por los escándalos de evasión de impuestos junto a su marido Stephen Kinnock (hijo del antiguo líder laborista británico Neil Kinnock). Por su cuidado vestuario, ha sido calificada como "Gucci Helle" por sus adversarios socialdemócratas.

Lo cierto es que Thorning-Schmidt no ha sabido romper con los marcos creados por la derecha populista respecto a la relación de inseguridad e inmigración y ha aceptado buena parte de la política del gobierno liberal a este respecto, bien sin los controles aduaneros planteados por los populistas. Los socialdemócratas, además, han renunciado a defender en la campaña electoral la entrada de Dinamarca en el euro. El debate principal que ha dominado la campaña electoral ha sido la economía. No tanto el paro, que es bajo (un 6%, aunque para países caracterizados por un desempleo muy bajo es un dato preocupante), sino el déficit público, provocado por la crisis económica, que amenaza al Estado de bienestar danés.


El tema de la reducción de la inversión pública, clave para el mantenimiento del Estado de bienestar, será un punto de fricción entre los potenciales socios de gobierno, así como la política fiscal, esencial para la distribución de la riqueza. Ekstra Bladet, un periódico sensacionalista danés, resalta el perfil femenino de la coalición triunfante. No sólo por Thorning-Schmidt: tanto la roji-verde Lista Unida como el Partido Social-Liberal, los reforzados aliados de la socialdemocracia, están dirigidos por mujeres, Joahnne Schmidt-Nielsen (como portavoz, la dirección es colegiada) y Margrethe Vestager, respectivamente. Thorning-Schmidt tendrá que hacer malabarismos para unir a fuerzas tan dispares como socialistas de izquierda y roji-verdes, defensoras del mantenimiento del Estado de bienestar y euroescépticas, con socialdemócratas y social-liberales, que apuestan por reducir el déficit y, en el caso de social-liberales, bajar los impuestos y quizás las prestaciones sociales. Como contrapartida, Thorning-Schmidt promete aumentar las inversiones en educación, bienestar e infraestructuras.

Según The Guardian, en una sociedad como la danesa de grandes consensos no habrá cambios sustanciales en cuestiones económicas claves. Lo que previsiblemente habrá es una preocupación más social para gestionar los recursos y las inversiones para garantizar el Estado de bienestar de modelo nórdico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario