El fin de semana pasado acudí a un pequeño cine a ver en versión original subtitulada "Il Divo", la película de Paolo Sorrentino sobre la vida de Giulio Andreotti, que fue varias veces primer ministro italiano, líder de una de las facciones democristianas y juzgado, y también absuelto, de delitos de corrupción, asociación mafiosa y autor intelectual de asesinatos de jueces, periodistas, políticos y mafiosos arrepentidos.
La naturaleza oculta del poder de la república italiana. Los escándalos que socavaron la credibilidad de toda una clase política. El mal como método de mantener el bien. A mí me ha encantado el filme, y recomiendo que lo veáis; a ser posible, en su versión original.
Claro que el filme hace de Andreotti y las personas que se mueven a su alrededor una caricatura, que forma una fantasía hilarante o una deformación humorística de la verdad. O la verdad misma. No deja de ser una película necesaria, para tener en la mente a un superviviente nato de la política, que, a sus casi noventa años, aún hoy ocupa un escaño como senador vitalicio de la república.
El filme te plantea hacerte muchas preguntas muy directas, como qué se hizo, qué no se hizo y qué se pudo haber hecho cuando Aldo Moro, otro democristiano, fue secuestrado y asesinado por las Brigadas Rojas en 1978; quiénes estaban tras la logia Propaganda Due; quién ordenó matar al periodista Mino Pecorelli; hasta qué punto la política italiana estaba manchada de dinero y sangre. Otras preguntas a las que llegas tras ver la película es si lo que retrata es, aunque se parezca en lo más mínimo, la realidad, en Italia y en el resto de países.
Para Italia, la realidad es que el país mantiene a esa gerontocracia corrupta, libre de condenas, y a sus aprendices. Sigue habiendo corruptos en todos los partidos, siguen los contactos con la Mafia. Existe un corrupto manifiesto en el Palacio Chigi, sede del Consejo de Ministros, mil veces legislador de leyes que le amparen y le proporcionen inmunidad frente a sus juicios pendientes. Para el resto, a los ciudadanos les corresponde, como poseedores de la soberanía, evitar que se cambie algo por lo que mucho se luchó durante años: que la política la forman servidores de los ciudadanos, no dominadores.
¡Hombre, la has visto al fin! La verdad es que como película me parece inaguantable. Por repetitiva (con uso y abuso de todo tipo de efectos "modernillos") logra ser a la vez aburrida e históricamente inservible para el debate, porque ni siquiera te cuenta claramente cuál fue su trayectoria y sus diversos periodos de gobierno. Yo aguanté hasta el final sólo por lo fascinante del personaje y la gracia que tiene su caricatura.
ResponderEliminarSólo salvaría la recreación del lenguaje político italiano (ese cardenalicio "soy de talla media...pero no veo gigantes a mi alrededor" me encantó) y por la literatura de algunos diálogos. Por cierto,aprovecho para comentarte que a lo mejor te interesa cierto monólogo que estoy pensando en usar...;D
La que sí recomiendo vivamente es la excelente "Frost-Nixon".
Sii, la vi, no podía soportarlo más. Pues a mí me ha encantado. Aunque David y yo también nos perdimos en alguna ocasión, con tantos nombres y tantas cosas. Yo creo que ha querido hacer una película más humorística que histórica, pero creo que con un retazo de su vida te imaginas que ha sido igual el resto de su experiencia política. Por desgracia.
ResponderEliminar¿Qué monólogo? Jejeje, espero que sea el de Andreotti, o cualquiera así que esté chulo, molan. Por cierto, ayer leímos a Eloísa y está muy bien, muy divertido, aunque los diálogos entre dos sean muuy largos.
Saludos!!