Hoy se cumple el 35º aniversario de la Revolución de los Claveles, que liberó a nuestro amado país vecino de una de las dictaduras más longevas de Europa, más inoperantes y más sangrientas. Portugal celebra sus treinta y cinco años de libertad siendo un país más moderno, un país que forma parte de la Unión Europea, un país más desarrollado económicamente, y un país con una democracia bien consolidada.
Hace treinta y cinco años, el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), un movimiento de capitanes y otros oficiales de baja graduación dieron un golpe militar contra la dictadura. Estaban cansados de la temible policía política (PIDE), de la enquistada guerra colonial y de la falta de libertad. Portugal era, por empeño del anterior dictador António Oliveira de Salazar, un país escasamente industrial, agrícola, con una educación pésima y millones de personas condenadas a la inmigración por la falta de futuro. Su sucesor, Marcelo Caetano, no tuvo ni el apoyo de los ultras del régimen ni la de los liberales que participaban en el fraudulento sistema político.
Muchos ya habían dado su vida por la libertad, muchos miles habían sido torturados, asesinados o encarcelados por la policía política. Quiero recordar a un hombre, al general Humberto Delgado. Fue el candidato presidencial de la oposición a las elecciones de 1958. El fraude electoral de la dictadura impidió que derrotase al candidato salazarista, Américo Tomás. Tuvo que exiliarse y en 1965 fue asesinado por la PIDE en España. Hoy reposa junto a otros hombres ilustres en el Panteón Nacional, como símbolo de la preciada libertad.
España y Portugal han tenido, históricamente, un recorrido muy similar. Países forjados en la Reconquista, grandes imperios marítimos, incesantes luchas entre absolutistas y liberales en el siglo XIX, regímenes liberales basados en el fraude electoral y repúblicas inestables, acusadas de la falta de valores democráticos. Entre 1974 y 1977, los finales de ambas dictaduras y los inicios de las democracias, no hay una gran diferencia. Difiere el modo, pero no la legitimidad. Porque tan legítima es la democracia portuguesa surgida del golpe militar, como la democracia española derivada de la reforma política de la monarquía heredera de Franco. “De la ley a la ley”, en palabras de Torcuato Fernández Miranda. La legitimidad de ambas democracias se sustenta en el apoyo incondicional del pueblo soberano, que sólo él puede cambiarlo, y sólo a partir de él se pueden tomar las decisiones políticas del futuro.
Quizás a muchos españoles les hubiera encantado una revolución a la portuguesa, pero la Historia ya no se puede cambiar y hay que aceptarla. Con revolución o sin ella, la historia de ambos países ha sido convergente. Convergente en la democracia, en el progreso y en la Unión Europea. Con revolución o sin ella, el pueblo ha triunfado.
España y Portugal han tenido una historia convergente, sí, pero siempre se han mirado con recelo. Es obvio el miedo portugués a una “invasión económica” de las empresas españolas en el país (en mi viaje a Lisboa pude ver que no faltaba el Banco Santander, el Corte Inglés, Zara, el Banco Popular o el BBVA). Somos tan parecidos, pero tan recelosos. En un futuro, es de esperar una Unión Europea de verdad, única, unida, fundidos los intereses nacionales en el interés de los ciudadanos europeos. Y también, alternativo o consecuente con esto, una unión de los dos países ibéricos, algo que también sueña Saramago. No somos competidores, somos hermanos. Hermanos en la libertad, en la democracia y en el progreso.
Hay que mirar con alegría el orgullo patrio que los portugueses celebran hoy, su amor por la democracia merecida, su reafirmación en el progreso. Ésa es la verdadera patria: la libertad.
Asi celebran los principales diarios portugueses
la festividad del 25 de abril
Y sin olvidarnos tampoco de que hoy también se conmemora el 62º aniversario de la liberación de Italia, pese a que algunos amigos de Berlusconi no lo vean así. Pero hoy es doblemente día de libertad en nuestras amadas Italia y Portugal, países que todo aquel que los visita, siempre los lleva en el corazón. Os dejo con un extracto de "Novecento", que me ha pasado un buen amigo mío.
Javier, tu comentario, para mí, sencillamente grandioso, inmejorable.
ResponderEliminar¿Qué más decir!!
Yo, modestamente, a ti y a todo el que esto leyere y entendiere, le invito a visitar la tortura del clavel.
Salud y socialismo
25 de abril sempre!!!!!!
ResponderEliminarMe ha hecho ilusión que alguien más se acordara de la fecha.
Gracias, Jesús y Fran. Desgraciadamente, esta gran festividad lusa ha pasado desapercibida por completo en la prensa española (aunque si alguien ha descubierto alguna noticia al respecto, encantado si se deja el link aquí).
ResponderEliminarJesús, el relato de la tortura es, verdaderamente, triste. Triste primero por lo que tiene que sufrir un ciudadano por reclamar libertad con un simple clavel en la época del tardofranquismo, y triste porque en RNE se actuase así.
Pero no deja de ser sintomático el miedo que vivía la dictadura ante un simple símbolo, ante un ideal reflejado en un clavel. Como dice V en "V de Vendetta": "debajo de esta máscara hay unos ideales, y los ideales son a prueba de balas".
Aunque tuviese que comerse el clavel, esos ideales de libertad permanecieron. Y hoy triunfan.
Un gran saludo a los dos!