La idea de la conspiranoia ya no es sólo patrimonio de la derecha mediática española, sino que ha cruzado las fronteras y se ha instalado en la berlusconiana Villa Certosa: el partido berlusconiano acusa a los servicios de seguridad de no proteger al Ducetto, y éste acusa todo el escándalo a un complot para sustituirle. Según Francesco Cossiga, ex presidente de la República, este complot está formado por el gobernador de la Banca de Italia, el Partido Democrático, Rupert Murdoch (competencia de la berlusconiana Mediaset) y hasta por el líder centrista democristiano, Casini.
Otra conspiranoia más es la que alienta el secretario de Estado de Interior, Mantovano. Para él, quien está detrás de la conspiración es el Gobierno de España y El País.
Parece que la idea de acusar a extraños de los errores propios, de su pésima gestión o de los escándalos que surgen a todos lados no es propia de España. Debe ser cosa del ambiente mediterráneo, o de derechas muy cínicas.
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