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lunes, 19 de octubre de 2009

El poder sin oposición (y III): Hacia un nuevo modelo de dominio


La experiencia totalitaria de entreguerras pareció convencer a las élites de la necesidad de que el poder no volviese a ejercer un papel hegemónico sobre la sociedad, al menos de forma visible. A grandes rasgos, los planteamientos de Burke, conservar progresando, progresar conservando, se impusieron y fueron capaces de aunar a las fuerzas socialdemócratas y democristianas en el Estado del Bienestar. La crisis de este sistema dio fuerzas al neoliberalismo, no sólo con vistas a recuperar la vieja pasividad del Estado hacia el control económico, sino también la necesidad de que el poder recuperase el control de la sociedad.


La incapacidad de la socialdemocracia de dar respuestas a los nuevos retos atrapó a las élites dirigentes entre el discurso y la práctica y les privó de un considerable apoyo social. Incapaces de defender un modelo alternativo, preocupados por mantener una posición en la cúspide social, el ejercicio de oposición y de alternativa se ha visto debilitado por luchas para ocupar lo poco que va quedando en sus manos.


El poder conquista poco a poco parcelas de dominio. Los medios de comunicación sirven a sus intereses económicos, y el poder puede favorecerlos, luego de muchos de ellos no vendrá un control adecuado. Sarkozy demuestra una gran inteligencia acaparando el poder atrayéndose a personalidades que no son de su campo ideológico, debidamente descafeinados y quizás con más motivación personal que ideológica por acaparar puestos. Bush consiguió recortar la libertad por la “seguridad” (en realidad, control sobre la misma sociedad) a base de tildar a sus leyes de “patrióticas”. A Berlusconi… se le puede resumir en “los políticos de antes eran unos ladrones, yo no soy político, soy también un ladrón, pero soy más divertido, que es lo que queréis, diversión”.


En España también tenemos este suicidio. Pervertidas las regiones en feudos particulares de tal o cual partido, la sustitución del ideal de ciudadanos libres e iguales por la de territorios jerarquizados ha redundado en beneficio de las premisas neoliberales.


Nuestra sociedad europea ha llegado a unas cotas de prosperidad inimaginables para nuestros abuelos. Pero esta prosperidad no está repartida equitativamente, y donde unos viven en el lujo, al lado muchos mueren de hambre. En nuestra sociedad nos hemos hecho egoístas. Es una sociedad del pan y circo. Vivimos para nosotros, no pensamos en que mil millones de personas pasan hambre. Con estas premisas, la consolidación de un poder sobre nosotros va camino de ser irremediable. No confiemos en órganos o instituciones parasitarias alejadas del control civil. No confiemos en quien se pelea por un puesto para pagar favores y repartir prebendas. Confiemos en nosotros mismos y en nuestra capacidad por pensar por nosotros mismos.

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