En el Desayuno de Oración en Washington, Zapatero hizo alarde de la capacidad que España puede tener para conciliar de una vez religión y libertad y así poder llegar a una verdadera libertad religiosa. La cuestión religiosa en España ha sido una batalla incesante entre anticlericales y clericales, liberales y conservadores, rojos y azules, laicos y serviles… Zapatero ha conseguido demostrar que la laicidad del Estado puede beneficiar el ejercicio de la religión, no sólo lo ha demostrado ante los españoles, sino ante el país que hizo de la libertad religiosa rasgo de su identidad nacional, los Estados Unidos.
Los lacayos de la institución religiosa más intolerante, la Iglesia católica, atacan al presidente por su "empeño" en "borrar a Dios de España" o "destruir la religión católica". El odio nace de la ignorancia y la concordia se construye sobre el conocimiento, dijo Zapatero ante Obama, y es la respuesta de la verdad y de la libertad frente al dogma caduco.
La Iglesia católica, por ser katholikós “universal", quiere extender el mensaje universal y redentor de Jesús, y es legítimo que así lo haga, pero ha confundido el mensaje de Jesús, que es de liberación, con su propio mensaje, que es de dominación. Los colonos que dieron vida a Estados Unidos en cambio, no se confundieron, y por eso las iglesias estadounidenses no están unidas al Estado. Son ekklēsía, asamblea de fieles. El mensaje universal de Jesús se protege cuando estas iglesias no se atribuyen la universalidad.
La libertad es la verdad cívica, la verdad común. Es ella la que nos hace verdaderos, auténticos como personas y como ciudadanos, porque nos permite a cada cual mirar a la cara al destino y buscar la propia verdad. Esto dijo Zapatero, y a él hay que reclamarle que la libertad sea celosamente protegida para que el verdadero mensaje cristiano, independientemente de si se es o no creyente en algo, pueda llegar a permitir el conocimiento, y con él, construir la concordia.
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