Unión de izquierda (más listas por separado): 46,4%+8,01%, 54,41%
Mayoría presidencial: 35,47%
Frente Nacional: 9,17%
Abstención: 48%
Con nueva abstención récord, el 48%, pero inferior a la participación, las elecciones regionales dan definitivamente un grave castigo para el ejecutivo de centroderecha de Sarkozy. En la Francia metropolitana repiten los gobiernos regionales de la izquierda unida, ganando Córcega. 21 de 22 regiones. Cabe destacar el resultado de Midi-Pyrénées, con el 67,8% de votos para la izquierda (gracias al apoyo del centrista Movimiento Demócrata) y de Poitou-Charentes de Ségolène Royal, con el 60,6%.
Todas las opiniones, todas las noticias de prensa, parecen hablar de la resurrección de la izquierda francesa y en concreto del Partido Socialista francés. A mi juicio, en una comparativa con la variación de resultados entre los distintos tipos de elecciones francesas, es equivocado. Lo que se jugaba en estas elecciones es algo bien distinto a unas presidenciales o legislativas. Las regiones francesas, al contrario que el gobierno central o las comunas locales, no tienen apenas competencias, y el voto se presta a mostrar el castigo al gobierno.
Aquí ha pesado el voto de castigo a Sarkozy, en unos futuros comicios presidenciales se valorarán otras cosas, como la conveniencia de renovar en el cargo a Supersarko o en lo que ofrezca el campo contrario, si a Aubry o a Ségolène, lo que cambiaría bastante la situación, o la capacidad de la izquierda clásica de superar a un candidato del Frente Nacional, del centro o del emergente ecologismo.
En la derecha, la derrota electoral erosiona el control de Sarkozy. Dominque de Villepin, su eterno rival en la UMP, podría estar dispuesto a formar su propio partido para disputarle el espacio electoral. Cabrá esperar si los franceses vuelven a extasiarse con un truco más del mago o por el contrario abren los ojos. El ascenso del Frente Nacional es, no obstante, algo circunstancial, una vía de escape de la derecha descontenta con Sarkozy, y sin mucho recorrido exitoso para el futuro, a menos de un agravamiento de la crisis económica en período electoral o de una candidatura de izquierda poco ilusionante.
En la izquierda, se antoja necesaria una competición limpia y digna por la nominación a las presidenciales, de las que no sólo debe salir un candidato, sino todo un programa ambicioso y una unidad férrea para ser una seria alternativa a Sarkozy. Los castillos en el aire no son creíbles para los franceses, ellos votan seriedad, y la izquierda deben ofrecerles seguridad y renovación democrática, la misma que en su día ofreció Ségolène en 2007. Si hay que marcar una opción para la izquierda francesa, ésa no es Martine Aubry, que dirige el PS merced al frente antiSego en el anterior congreso del partido. Es Ségolène Royal, la que sí ha mostrado tener un programa serio.
No valdrá de nada exigir cerrar filas en torno a lo que nadie cree y no es digno o sincero. La izquierda debe ser capaz de dar un programa y una nueva moral que regenere la democracia, algo difícil en unos mundillos caracterizados por el arribismo, las rencillas y los juegos de equilibrio. Un caso más así y no estarán lejos de obtener los resultados del corrupto socialismo italiano.
Por fin una alegría... uuuuuffff
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