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martes, 30 de marzo de 2010

Análisis de las elecciones regionales italianas


Regiones a la izquierda:

Liguria

Emilia-Romaña

Toscana

Marcas

Umbría

Apulia

Basilicata


Regiones a la derecha:

Piemonte (ganada por la Liga Norte a la izquierda)

Lombardía

Véneto

Lacio (ganada a la izquierda)

Campania (ganada a la izquierda)

Calabria (ganada a la izquierda)


Parece una derrota de la derecha, ya que la izquierda ha ganado en 7 de 13 regiones, pero es una derrota menor que la de 2005, cuando la izquierda pasaba a controlar 11 regiones. Es una derrota que casi sabe a victoria para Berlusconi, ya que le sirve de legitimación de su política, consistente en desmantelar el Estado de derecho y la democracia italiana para entronizar al nuevo Estado mafioso: una red donde política, corrupción y mafia son sinónimos, los asuntos se debaten entre velinas de la villa berlusconiana, la administración se copa de favoritos y hombres ligados al crimen organizado, mientras la izquierda aún no sabe cómo responder de forma unitaria y los ciudadanos se van alejando de las urnas. Ha votado un 63% de ciudadanos, y eso en un país donde el voto es casi un deber cívico es una catástrofe. Uniéndose a otras consultas europeas, con toda seguridad entramos en una era de desencanto político. Veremos cómo votará España…


Si hay que interpretar las pocas buenas noticias de las jornadas electorales, podríamos considerar que el suelo del Partido Democrático es del 26% (el mínimo del viejo Partido Comunista) y que ya no cae más, que la Italia de los Valores de Di Pietro es la otra pata básica de la izquierda regeneracionista, que las derrotas de la izquierda han sido por la mínima y que a Berlusconi aún se le opone una buena parte de los italianos, no muchos pero sí los suficientes como para impedir que Il Cavaliere destruya Italia.


En el lado malo, la Liga Norte, al contrario que el Frente Nacional de Le Pen en Francia, sigue una línea ascendente en el control del norte de Italia y en la imposición de políticas xenófobas, racistas y homofóbicas. La desgracia es que no se comprende por qué los italianos han llegado a ese punto: corrupción, pérdida de identidad en un mundo cambiante… décadas de generaciones corruptas de políticos han hecho mucho daño a la sociedad. Ahora se sigue robando, pero no es tan grave si “son de los nuestros” o son capaces de llegar a los bajos instintos de la gente.


Mussolini pudo hacerse con el poder y consolidarse en él por la desunión de la oposición obrera y liberal. Hoy, en Italia vuelve a haber una época de excepción, de emergencia nacional, donde la izquierda, y la democracia, si quieren vencer, o simplemente sobrevivir, se les exige virtud cívica, el sacrificio de olvidarse de toda división interna y de todos los intereses personales para darlo todo por el deber cívico. La cuestión es salvar a una nación, aunque sea de sí misma.

sábado, 27 de marzo de 2010

Resultados finales de las elecciones parlamentarias iraquíes

Movimiento Nacional Iraquí (chií con apoyo sunní): 25,87% y 91 esc.

Estado de la Ley (chií laico): 25,76% y 89 esc.

Alianza Nacional Iraquí (chií religioso): 19,43% y 70 esc.

Alianza Kurda: 15,27% y 43 esc.

Movimiento por el Cambio (kurdo): 4,36% y 8 esc.

Alianza Unida de Irak: 2,9% y 4 esc.

Frente del Acuerdo Iraquí: 2,72% y 6 esc.

Unión Islámica del Kurdistán: 2,27% y 4 esc.

Grupo Islámico de Kurdistán: 1,41% y 2 esc.


Aunque el resultado varía, no cambia mi apreciación en el post de hace unos días, ya que la dificultad sigue radicando en las personalidades de Allawi y al-Maliki a la hora de formar gobierno, y las resistencias del primer ministro saliente, al-Maliki, de reconocer la derrota que ha sufrido por la mínima.

viernes, 26 de marzo de 2010

Rusia: pervivencia imperial (y II)


La II Guerra Mundial, conocida como “gran guerra patria”, es otra prueba de ese nacionalismo granruso. No es que el estalinismo fracasara en erradicar el nacionalismo, es que vio que alentarlo era la única forma de legitimar su régimen de terror. La contribución soviética a la victoria permitió a Rusia recuperar su afán imperialista y paneslavista, teniendo a toda la Europa del Este bajo su órbita.


La caída del comunismo entre 1989 y 1991 desmontó todo este sistema-mundo soviético. Casi que la caída del imperio rojo emulaba a la caída del imperio zarista, con un nuevo aislamiento en su periferia. Es necesario recordar que en Europa del Este la mayoría de países, excepto Ucrania y Bielorrusia, de momento, pertenecen a la OTAN. Toda una clara declaración de intenciones de a quién no quieren como potencia dominante.


Pero la era Putin parece haber acabado con este aislamiento. En el Cáucaso se ha hecho una fuerte apuesta por el control de la zona, no sólo de sus pequeñas regiones autónomas díscolas, como Chechenia, sino que ha jugado a desestabilizar a sus vecinos como Georgia, apoyando las secesiones de Abjasia y Osetia del Sur. En Europa del Este, Putin demuestra tener a la mitad de la Unión bajo la dependencia energética del gas ruso, castigando de paso a Ucrania si muestra veleidades más europeístas que rusófilas. El nuevo imperialismo ruso no es una resurrección de la vieja Unión Soviética, pero si un imperialismo de nuevo cuño para Rusia, de control económico más que político, que ya consiguen indirectamente con sus chantajes energéticos.


Teniendo en cuenta estas premisas, ¿qué le depara a Rusia en el futuro? Políticamente, la era Putin aún tiene capacidad de duración, y cabe preguntarse si “después de Putin, las instituciones”. Una evolución clara hacia la democracia está, desgraciadamente, muy alejada, si se mantiene el actual poder de la nueva oligarquía y la corrupción en la administración. La vieja élite soviética y sus herederos no han sido desplazados, han mutado.


En la economía, la crisis mundial supone un traspié por la caída de los beneficios en la producción petrolífera, pero Rusia cuenta con grandes recursos en Siberia, que adquirirán cada vez más importancia a medida que el crudo vaya escaseando. Cabe preguntarse a qué destinará Rusia esos grandes ingresos, si en la recuperación del nivel de vida, la producción industrial y científica que una vez tanto alardeó la URSS, o en el enquistamiento de las “nuevas” viejas élites de poder. Como en la URSS. De momento, la renovación de su poderío militar parece volver a apostar por la industria pesada.

Un nuevo imperio ruso ha comenzado…

jueves, 25 de marzo de 2010

Rusia: pervivencia imperial (I)


Actualmente, Rusia vuelve a emerger como un importante actor de la escena internacional. Cada vez empiezo a creer con más fuerza que el mundo de dentro de pocas décadas no será unipolar, ni siquiera bipolar, sino que a las grandes potencias como Estados Unidos y China se le unirán la India y Brasil, principalmente, y quién sabe si la Unión Europea como un sujeto político más unido y con voz única en la comunidad internacional de Estados.


Cuando el bloque socialista cayó, la Unión Soviética se desintegró y Rusia comenzó a entrar en una espiral inflacionista y de profunda caída de la producción industrial, así como un descenso brutal de la calidad de vida, parecía que el viejo enemigo del mundo occidental no iba a volver a levantar cabeza, que su nuevo papel sería el de actor secundario en el mundo capitalista en el que se acababa de integrar.


Esto era así durante la época de Yeltsin. Sin embargo, la situación ha cambiado durante la actual era de Putin. La explotación de los recursos de Siberia y el alza del petróleo ha permitido presentar buenos datos macroeconómicos, aunque más detalladamente la desigualdad de rentas continúa haciéndose cada vez más grande, el nivel de vida apenas es el mismo que en 1991 y la corrupción campa a sus anchas en la administración pública y el gran capital, gran parte ligado a la mafia y el contrabando y a los favores del Kremlin, que ha ido deshaciéndose de aquellos oligarcas contrarios a Putin y sustituyéndolos por personas adictas a él.


Además, no hay que olvidar que la caída del comunismo no ha establecido una democracia liberal análoga a las europeas, sino un modelo autoritario con un partido dominante y cuya oposición más destacada sigue siendo el Partido Comunista, pero con un programa más nacionalista que comunista.


En definitiva, no es una dialéctica capitalismo-comunismo, sino que la cuestión nacionalista es hegemónica en la cada vez más silenciada opinión pública.


Este aspecto nacionalista es muy interesante. Realmente, la política exterior rusa no ha variado en sus tres etapas históricas contemporáneas. El imperio zarista soñaba con añadir los Dardanelos y Estambul para reconstruir el antiguo imperio ortodoxo de Bizancio; por otra parte, alentaba el paneslavismo en los Balcanes para sumarlos a su ámbito de influencia, en intensa competencia con el imperio austrohúngaro. En Asia, sus apetitos coloniales iban desde Manchuria, cuya pérdida a manos de Japón supuso una grave humillación nacional, Persia... y Afganistán.


El régimen bolchevique, superada la anarquía inicial y el internacionalismo, convencido de que la revolución mundial no se produciría, ejerció un imperialismo real disfrazado de autodeterminación de los pueblos, recuperando parte del perdido imperio bajo formas republicanas autónomas. Con la consolidación de la dictadura de Stalin, pero que ya venía de Lenin, cualquier sueño federal e internacionalista fue sustituido por una férrea centralización y de contenido granruso.


El régimen proletario que tanto apoyaba los movimientos de descolonización fue el imperio colonial más cruel de la Historia. Desde los ucranianos a los chechenos pasando por multitud de pequeñas etnias, fueron deportados al interior de Rusia, a los gulags o simplemente sometidos a salvajes hambrunas como las de Ucrania.

martes, 23 de marzo de 2010

¿Quién define lo progresista?

(RAE) Progresista: 1. adj. Dicho de una persona, de una colectividad, etc.: Con ideas avanzadas, y con la actitud que esto entraña. Apl. a pers., u. t. c. s.


Hace unos días que quería hacer esta entrada. Son varias declaraciones, ciertos comentarios… a lo largo del tiempo, y todo gira, obviamente en el mundo de la izquierda, de actitudes, medidas e ideas que sean “progresistas”. Es decir, ¿qué es lo progresista y quién lo define?


El mundo actual es un mundo esencialmente diverso en todos los ámbitos. A la cada vez mayor circulación, primero, de capitales, luego, de personas, siempre ha estado unida una gran circulación de las ideas. Cada vez hay nuevos planteamientos que descubrir, adaptarse o rebatir. Los postulados que unen a la sociedad se van reduciendo con el paso del tiempo, pero los básicos para asegurar una sociedad moderna son los siguientes: el respeto a la libertad y a la igualdad de oportunidades. Cosa que no quiere decir que se cumplen, pero son los mínimos y son el núcleo del pensamiento progresista desde la Ilustración. Su éxito radica en que su sencillez los hacen, pese a su moderno origen europeo y occidental, en potencialmente universales.


Sin duda lo menos progresista es ahogar, no sólo al otro, al discrepante, al disconforme o al que simplemente tiene una visión distinta acerca de un punto cualquiera. Simplemente, eso es reaccionario y la puerta al pensamiento único. El éxito de lo progresista vendrá cuando haya menos organismos, instituciones o personas que marquen a los individuos la línea a seguir, no sólo en el pensamiento, sino en la conducta.


No es descabellado decir que es progresista pensar que a cuanto menos injerencia de un poder en ese ámbito más sociedad civil. Es decir, el hombre libre para pensar, actuar y relacionarse. Lo reaccionario vuelve cuando se confunde eso con el descontrol de las relaciones económicas que permiten la explotación del hombre por el hombre. El no ser capaz de hacer esa distinción hace mucho daño al pensamiento progresista contemporáneo.


Ésa es la base del republicanismo, lo que salen de las líneas de la tercera vía de Anthony Giddens o del republicanismo cívico de Philip Pettit. El problema viene cuando aquí tampoco hacemos una distinción entre la realidad del mensaje y su utilización por parte de los más poderosos para justificar su ejercicio del poder que, en líneas generales, no ha cambiado excesivamente desde hace unas décadas.


Es de rigor superar modas y consignas marcadas desde lo alto, simplemente para que desde abajo nadie se convierta en una marioneta sujeta al control de nadie.