En Madrid no hay mar, pero el azul ha inundado toda la región. De los 179 municipios de la región, 109 tendrán mayoría absoluta de los conservadores y en otros 38 son la primera fuerza, con el 48% de los votos y sumando 1.208 concejales (+138); los socialistas, por su parte, tienen 11 mayorías absolutas y en cinco municipios son los más votados, con 547 concejales (-117) y el 24% de los votos. IU consigue la mayoría absoluta en Rivas y la simple en San Fernando de Henares, con 48 concejales más, llegando a 177 representantes municipales y al 10,8% de votos. UPyD, en su primera convocatoria electoral, consigue 64 concejales y casi el 7% de los votos, con éxitos relativos en su estreno como, con el ex alcalde socialista José Caballero a la cabeza, ser la segunda fuerza de Alcobendas o tener en su mano la llave de ayuntamientos como Getafe o Alcalá, quitando la mayoría absoluta al PSOE y al PP, respectivamente.
Cualquier vestigio del "cinturón rojo" y de otros bastiones del socialismo han pasado a la historia, al menos durante estos próximos cuatro años. Si en el 2007 se perdieron las alcaldías de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Torrejón de Ardoz y se mantuvo la pérdida de Móstoles, este año dicen adiós Collado Villalba, Alcorcón, Leganés, Getafe (si finalmente UPyD permite la alcaldía a los conservadores, la fuerza más votada), Pinto, Coslada (si con UPyD no forman un tripartito de izquierda) y Aranjuez. Además, en localidades como Alcobendas han quedado por detrás de UPyD y en Torrejón el PSM ha caído del 39% de votos y 12 concejales al 15% y solo 4 ediles. De esta derrota electoral, sólo Fuenlabrada y Parla son las grandes ciudades en manos del PSM, aunque sin mayoría absoluta y dependiendo del apoyo de IU.
Los conservadores también han cosechado algunos retrocesos: en la ciudad de Madrid Gallardón ha perdido 6 puntos (del 55% al 49%), mantiene la mayoría absoluta, e IU y UPyD compensan las pérdidas de conservadores y socialistas, estos últimos pasando de 18 a 15 concejales y del 31 al 24%. En Torrelodones pierden la mayoría absoluta y un partido vecinal podría conseguir el apoyo de socialistas y otro partido local para gobernar la ciudad. En Galapagar el PP tampoco ha conseguido mayoría absoluta, pero tiene ante sí a cinco partidos: Partido Democrático de Galapagar, PSOE, IU, Plataforma Ciudadana e Iniciativa Habitable. En Navacerrada, los conservadores pierden la mayoría absoluta y el PSOE mejora en votos, pero se necesitarían pactos con dos fuerzas locales.
En el ámbito autonómico, Esperanza Aguirre, como su enemigo Gallardón, también ha sufrido desgaste, inadvertido también por la bajada del PSM: los conservadores pasan del 53% al 51% y de los nuevos 9 diputados suman solo 5. La irrupción de UPyD ha evitado que el PP obtuviera una bancada mayor de escaños. Este hecho, sin embargo, resulta inadvertido por los malos resultados de los socialistas, del 33,5% de 2007 al 26% y de 42 a 36 escaños. Izquierda Unida, que experimenta subidas en toda la región, no ha conseguido en cambio obtener todo el voto de izquierda perdido por los socialistas, con lo que su avance es notable, pero sin muchos efectos prácticos.
Ha sido UPyD, como en los municipios, quien ha recogido buena parte del voto perdido por el PSM, consiguiendo lo que ninguna encuesta quería darle: la ansiada representación parlamentaria en Asamblea y ayuntamiento de Madrid. No sé las motivaciones ideológicas de muchos de sus dirigentes, pero lo cierto es que ocupan parte del voto progresista. Espero que se realicen encuestas sociológicas que arrojen luz sobre el perfil del votante upedista.
En lo que más nos puede concernir, la situación del PSM y Tomás Gómez. El castigo electoral ha sido grande y no vale esconderse, ni escurrir el bulto, ni muchos menos culpar a la ciudadanía. Es la ciudadanía la que ha culpado a un PSOE nacional por la crisis y a un PSM regional por su labor de oposición, suspendida por los ciudadanos a lo largo de cuatro años. No vale achacar únicamente los resultados a las circunstancias nacionales, porque aunque se haya perdido en muchos sitios y muchos gobiernos, perder más después de años de oposición es una desgracia. No hay que afilar los cuchillos, ni voy decir porque no es el momento ni el foro adecuado. El momento para replantearse el camino a seguir es ahora, y la discusión debe ser siempre.
De momento, mi apuesta es por el mantenimiento de Jaime Lissaveztky y de Tomás Gómez en ayuntamiento de la capital y en la Asamblea de Madrid, liderando la oposición. Ya está bien de quemar candidatos cada cuatro años, y de apuestas galácticas que acaban estrellándose y volviendo a otros ámbitos. En serio. La gente, ciudadanía y militancia, está cansada de este juego. Hay que dejar que, en Madrid, sean los progresistas de Madrid los que decidan a quién eligen. En este aspecto, Lissaveztky y Gómez pueden tener la oportunidad para reconstruir el espacio socialista y tener más presente la calle que otras latitudes. Ya basta de peleas. Personalmente, yo estoy muy cansado de ver peleas que en modo alguno son ideológicas, es un juego deleznable por ambas partes. No se puede apartar la vista del problema de la corrupción que, como hemos visto en el caso de Trinidad Rollán, ha supuesto muchos problemas para los socialistas en Torrejón. Cualquier caso de corrupción, aunque no implique como este caso enriquecimiento personal, debe ser extirpado. Los votantes de derecha no castigarán a su partido por robar e incumplir la ley, pero en el caso de la izquierda, esto no es así y no se pueden copiar los adyectos métodos del PP.
El PSOE tiene capacidad para hacer oposición desde ahora, una oposición muy dura, a lo que nos espera en los próximos cuatro años: el mantenimiento de las privatizaciones y del expolio de los recursos públicos, el regalo del suelo público a las empresas y las grandes deudas de los ayuntamientos. Numerosas empresas y asociaciones de escasa voluntad de servicio público serán las beneficiadas con el dinero de todos, sin olvidarnos que, en la ciudad de Madrid, Ana Botella es la tapada de un Gallardón con ambiciones más nacionales.
El PSOE necesita reconstruir un nuevo bloque, nuevas relaciones con los medios de comunicación, con las asociaciones vecinales y los movimientos estudiantiles. El PSOE no debe ser un partido dogmático sino abierto a las aportaciones de fuera de sus filas. Hay que hacerlo desde ahora. Por eso el PSM debe ser un partido unido, no por el poder ni por los despojos de la oposición, sino por resolver los problemas de los ciudadanos.
Cualquier vestigio del "cinturón rojo" y de otros bastiones del socialismo han pasado a la historia, al menos durante estos próximos cuatro años. Si en el 2007 se perdieron las alcaldías de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Torrejón de Ardoz y se mantuvo la pérdida de Móstoles, este año dicen adiós Collado Villalba, Alcorcón, Leganés, Getafe (si finalmente UPyD permite la alcaldía a los conservadores, la fuerza más votada), Pinto, Coslada (si con UPyD no forman un tripartito de izquierda) y Aranjuez. Además, en localidades como Alcobendas han quedado por detrás de UPyD y en Torrejón el PSM ha caído del 39% de votos y 12 concejales al 15% y solo 4 ediles. De esta derrota electoral, sólo Fuenlabrada y Parla son las grandes ciudades en manos del PSM, aunque sin mayoría absoluta y dependiendo del apoyo de IU.
Los conservadores también han cosechado algunos retrocesos: en la ciudad de Madrid Gallardón ha perdido 6 puntos (del 55% al 49%), mantiene la mayoría absoluta, e IU y UPyD compensan las pérdidas de conservadores y socialistas, estos últimos pasando de 18 a 15 concejales y del 31 al 24%. En Torrelodones pierden la mayoría absoluta y un partido vecinal podría conseguir el apoyo de socialistas y otro partido local para gobernar la ciudad. En Galapagar el PP tampoco ha conseguido mayoría absoluta, pero tiene ante sí a cinco partidos: Partido Democrático de Galapagar, PSOE, IU, Plataforma Ciudadana e Iniciativa Habitable. En Navacerrada, los conservadores pierden la mayoría absoluta y el PSOE mejora en votos, pero se necesitarían pactos con dos fuerzas locales.
En el ámbito autonómico, Esperanza Aguirre, como su enemigo Gallardón, también ha sufrido desgaste, inadvertido también por la bajada del PSM: los conservadores pasan del 53% al 51% y de los nuevos 9 diputados suman solo 5. La irrupción de UPyD ha evitado que el PP obtuviera una bancada mayor de escaños. Este hecho, sin embargo, resulta inadvertido por los malos resultados de los socialistas, del 33,5% de 2007 al 26% y de 42 a 36 escaños. Izquierda Unida, que experimenta subidas en toda la región, no ha conseguido en cambio obtener todo el voto de izquierda perdido por los socialistas, con lo que su avance es notable, pero sin muchos efectos prácticos.
Ha sido UPyD, como en los municipios, quien ha recogido buena parte del voto perdido por el PSM, consiguiendo lo que ninguna encuesta quería darle: la ansiada representación parlamentaria en Asamblea y ayuntamiento de Madrid. No sé las motivaciones ideológicas de muchos de sus dirigentes, pero lo cierto es que ocupan parte del voto progresista. Espero que se realicen encuestas sociológicas que arrojen luz sobre el perfil del votante upedista.
En lo que más nos puede concernir, la situación del PSM y Tomás Gómez. El castigo electoral ha sido grande y no vale esconderse, ni escurrir el bulto, ni muchos menos culpar a la ciudadanía. Es la ciudadanía la que ha culpado a un PSOE nacional por la crisis y a un PSM regional por su labor de oposición, suspendida por los ciudadanos a lo largo de cuatro años. No vale achacar únicamente los resultados a las circunstancias nacionales, porque aunque se haya perdido en muchos sitios y muchos gobiernos, perder más después de años de oposición es una desgracia. No hay que afilar los cuchillos, ni voy decir porque no es el momento ni el foro adecuado. El momento para replantearse el camino a seguir es ahora, y la discusión debe ser siempre.
De momento, mi apuesta es por el mantenimiento de Jaime Lissaveztky y de Tomás Gómez en ayuntamiento de la capital y en la Asamblea de Madrid, liderando la oposición. Ya está bien de quemar candidatos cada cuatro años, y de apuestas galácticas que acaban estrellándose y volviendo a otros ámbitos. En serio. La gente, ciudadanía y militancia, está cansada de este juego. Hay que dejar que, en Madrid, sean los progresistas de Madrid los que decidan a quién eligen. En este aspecto, Lissaveztky y Gómez pueden tener la oportunidad para reconstruir el espacio socialista y tener más presente la calle que otras latitudes. Ya basta de peleas. Personalmente, yo estoy muy cansado de ver peleas que en modo alguno son ideológicas, es un juego deleznable por ambas partes. No se puede apartar la vista del problema de la corrupción que, como hemos visto en el caso de Trinidad Rollán, ha supuesto muchos problemas para los socialistas en Torrejón. Cualquier caso de corrupción, aunque no implique como este caso enriquecimiento personal, debe ser extirpado. Los votantes de derecha no castigarán a su partido por robar e incumplir la ley, pero en el caso de la izquierda, esto no es así y no se pueden copiar los adyectos métodos del PP.
El PSOE tiene capacidad para hacer oposición desde ahora, una oposición muy dura, a lo que nos espera en los próximos cuatro años: el mantenimiento de las privatizaciones y del expolio de los recursos públicos, el regalo del suelo público a las empresas y las grandes deudas de los ayuntamientos. Numerosas empresas y asociaciones de escasa voluntad de servicio público serán las beneficiadas con el dinero de todos, sin olvidarnos que, en la ciudad de Madrid, Ana Botella es la tapada de un Gallardón con ambiciones más nacionales.
El PSOE necesita reconstruir un nuevo bloque, nuevas relaciones con los medios de comunicación, con las asociaciones vecinales y los movimientos estudiantiles. El PSOE no debe ser un partido dogmático sino abierto a las aportaciones de fuera de sus filas. Hay que hacerlo desde ahora. Por eso el PSM debe ser un partido unido, no por el poder ni por los despojos de la oposición, sino por resolver los problemas de los ciudadanos.